MEMORIAS DEL XXIII CONGRESO ANUAL DEL CENTRO CULTURAL CUBANO DE NUEVA YORK
PALABRAS DE BIENVENIDA
Muy buenos días, bienvenidos todos a nuestro vigésimo tercer congreso anual, este año dedicado a la larga trayectoria de exilios en la historia de nuestra patria. Quiero, en primer lugar, reconocer a nuestro equipo coordinador por su dedicación al desarrollo y diseño de este congreso: Aymara de Cárdenas, Carlos Espasande, Ricardo Gil, Mayra McCarthy, Marié Pereira y Perla Rozencvaig. La labor de todos en conjunto ha sido vital para lograr nuestro empeño.
En nombre del Centro Cultural Cubano de Nueva York, quiero también expresar nuestro más profundo agradecimiento al profesor José Moya, director de las entidades que copatrocinan este evento: el Forum on Migration de Barnard College y el Institute for Latin American Studies y el Greater Caribbean Center de Columbia University. También quiero agradecer a las siguientes entidades asociadas por su muestra de solidaridad y de promoción: el Centro de Estudios Convivencia, dirigida por Dagoberto Valdés, el Instituto Cervantes, hoy encabezado por Javier Valdivieso y CAALE (Cuban-American Alliance for Leadership and Education) que preside Adam San Miguel.
Decía al inicio que este congreso está dedicado a los exilios que los cubanos hemos padecido a lo largo de nuestra historia. Pero sería un ejercicio fútil si al recorrer ese pasado no nos detenemos también en el presente y exploramos a fondo lo que nos es posible hacer hoy por socorrer a nuestra Isla, es decir, no sólo conceptualizarlo como un esquema intelectual, sino también como un compromiso de acción, como una responsabilidad moral y cívica.
Hace ya 21 años que publiqué mi única colección de poemas dedicada a Cuba, titulada La isla rota. Por su pertinencia al tema que hoy nos ocupa, quisiera compartir hoy con ustedes uno de ellos:
El rostro de la nación
Andando entre los vuelos
de una madre ajena,se enreda la lengua
al pronunciar su nombre.
De báculo sirve la memoria,
el marinero errante
que a la puerta asoma.Que detenga la represa
el líquido del suelo,
repleto de aforismos.
Que se pudra adentro
el ícono insolente,su carga de mendrugos
que en la noche apesta.
Ahora griten,
que allá los andantes
se han quedado mudos.
Pendientes del mar,se alejan.
Más de dos décadas después de haber escrito ese poema, ni siquiera podemos decir que el rostro de la nación sigue igual, porque hoy, lamentablemente, está aún más sombrío y ultrajado. Y sus hijos siguen alejándose en bandadas inusitadas hacia suelos ajenos.
Ojalá que este encuentro sirva no sólo para repasar y ahondar en nuestra larga historia de exilios, sino que también nos inspire a redescubrir y rescatar a esa Cuba profunda para pensarla, concebirla y reconstruirla en un futuro cercano bajo el halo de la libertad.
Muchas gracias.
- Iraida Iturralde (La Habana, 1954).
- Autora de varios poemarios, entre ellos, Hubo la viola (1979), El libro de Josafat, (edición bilingüe, 1983), Tropel de espejos (1989) y La isla rota (2002). Codirigió las revistas literarias Románica y Lyra.
- Obtuvo la beca “Oscar B. Cintas”.
- Preside el Centro Cultural Cubano de Nueva York. Reside en Estados Unidos desde 1962.