Participando en el debate al que invitó el P. Boris Moreno en su artículo “¿Hacia dónde va la barca cubana?” publicado por la revista Palabra Nueva.
Por Karina Gálvez Chiu
No he podido resistir la tentación de participar en este debate que se ha abierto sobre la economía cubana. Con gratitud y ánimo debemos los cubanos de toda la Isla recibir aquellas opiniones que llaman a un debate nacional, no solo que ponga en público las posibles sendas de nuestro errante caminar, sino también que nos permita expresarnos y compartir ideas haciendo uso de uno de los más elementales derechos de la persona.
Mis felicitaciones al Padre Moreno por su exhaustivo y realista análisis de la realidad cubana. Creo que ha abarcado en poco espacio suficientes muestras de los desaciertos e ineficiencias de la gestión económica de nuestro país. Y no solo de la situación económica, sino también de sus graves consecuencias sociales. Coincido con la descripción que de la situación cubana se hace en este artículo.
También me parecen acertadas las causas a las que el P. Boris atribuye los resultados que hoy padecemos. Especialmente aquellas que se refieren al hecho de haber perpetuado la situación que una vez fue llamada “período especial”. Un sistema ineficiente que se niega a cambiar por creerse imprescindible para eludir otras opciones políticas. Considero que las principales causas de nuestros males están en el sistema como tal y no en sus acciones y fracasos puntuales.
Me parece muy conveniente para todos los cubanos que en este artículo no se trate sobre la crisis mundial hasta su quinto párrafo. Y no para culparla de nuestros males, sino para situar a Cuba en el contexto internacional y tomar conciencia del agravamiento de nuestra situación en el actual entorno. Creo que es hora (más bien es casi tarde) de que se reconozca que los obstáculos externos no son los responsables del fracaso de la economía y el sistema social cubano.
Es, según mi opinión, muy acertado, proponer soluciones en dos momentos: medidas de mínimo acceso y medidas de “anestesia general”. La gradualidad es una condición vital para que los cambios en Cuba se produzcan pacíficamente, con el menor costo humano posible y tengan un alto porciento de sostenibilidad.
No obstante tengo algunas opiniones distintas a las del P. Moreno en lo que se refiere a las medidas que propone
Primeramente considero que en ellas está demasiado repetida la palabra control o supervisión. No creo que la falta total de regulaciones sea posible ni conveniente para la economía, pero no estoy de acuerdo con que el aumento del control y la supervisión ayuden verdaderamente a reducir (yo preferiría eliminar) la incertidumbre, (que tenga que ver con la legalidad y las posibilidades reales de negociar y trabajar no con el riesgo normal que enfrenta cualquier negocio) y mucho menos la desconfianza. Por otro lado, ya existe una ley de trabajo por cuenta propia. El problema es que esa ley es excluyente, injusta y tiene muy pocas posibilidades reales de ser cumplida. Creo que una propuesta más eficiente sería una ley de liberalización amplia del trabajo por cuenta propia, si es de mínimo acceso la medida, o sea en un primer momento; y la liberalización de la pequeña y la mediana empresa con diferentes formas de propiedad en un momento posterior. Esta ley sería no solo necesaria, sino lo justo.
Considero que no es posible permitir a las empresas actuar autónomamente en lo que se refiere a la escala salarial sin que tengan suficiente autonomía para la toma de decisiones productivas y financieras. Mucho menos con restricciones presupuestarias fuertes. Creo que la autonomía es como la reforma en tiempos de la colonia: un remedio que no significaba la independencia, que era en definitiva nuestro derecho. Lo que la economía cubana necesita es liberar las fuerzas productivas de la nación, del monopolio estatal, legalizando la existencia de diferentes formas de propiedad: privada, cooperativa, pública, estatal y las combinaciones de estas. Si esto último debe ser con anestesia general, en una intervención primera de mínimo acceso, las empresas estatales deben tener autonomía en más aspectos que en la escala salarial.
El principio de subsidiariedad en el presupuesto de la nación es muy importante para un cambio en una economía que se ha desarrollado bajo el paternalismo estatal. Pero me parece insuficiente decir que en la medida de lo posible. Si el principio de subsidiariedad es entendido según la doctrina social de la iglesia, como la disposición desde una instancia superior de hacer solo aquello que la instancia inferior no pueda hacer, incluye por naturaleza las posibilidades reales de cada instancia. La disposición a cumplirlo debe ser toda. No se trata de “aligerar la carga del Estado” como aparece en los lineamientos económicos para el 2010. Se trata de respetar un derecho. Claro que en un primer momento, las posibilidades reales de ciertos sectores subsidiados y presupuestarios serán pocas. Según ellas debe actuar el presupuesto, pero consciente de que es necesario paulatinamente aumentar las mismas, con cierto empuje que evite el acomodo resultado del paternalismo.
De acuerdo en la necesidad de mayor transparencia en las cifras del presupuesto nacional. En cuanto a la controlaría, que ya está creada, me parecería conveniente si fuera realmente una instancia controladora de los recursos y las acciones del gobierno y no solo de los ciudadanos.
La inversión extranjera, además de control y supervisión debe estar avalada por un análisis ético que incluya el cuestionamiento de los beneficios que representa para el pueblo cubano y no para el gobierno actual, así como la procedencia del capital extranjero, que, ante un cambio en Cuba estará ávido de este mercado casi virgen.
Crear un clima favorable para el debate (propuesta como principal medida de anestesia general) es muy importante. Pero debemos cuidarnos de que esto quede en la posibilidad de opinar. Más allá de expresar nuestras opiniones sin la amenaza de represión, cuando nos pongamos anestesia general, debemos tener la posibilidad real de discutir, elegir entre todos lo que nos parezca mejor para Cuba y la mejor forma de aplicar lo que pensamos. Contando con la posibilidad real de aplicación de las propuestas. Si el gobierno cubano reconoce nuestra capacidad de opinar y no facilita canales de discusión y hace como con los trabajos de curso o las tesis universitarias en la actualidad, es como si nos hubiéramos puesto anestesia general para extraernos una muela.
Creo que con anestesia general ya podríamos decir concretamente en el plano económico, liberalización de la pequeña y mediana empresa en cualquiera de las formas de propiedad que antes mencioné y que no considero complementarias a la empresa estatal, sino importantes por su propia naturaleza de espacio para la iniciativa y la creatividad personal. La promoción de exportaciones libres (lo que no significa sin regulaciones) que más bien elimine la dependencia que actualmente sufrimos de ciertas importaciones innecesarias en Cuba debía buscarse sin que ello signifique el desaprovechamiento de la especialización mundial. No hay que producir lo que se consigue más barato en el mundo.
La revalorización de la moneda nacional, que permita trabajar para vivir dignamente además de para un mejor control contable, debe realizarse en medio de un proceso de cambios esenciales que estimulen la producción y el comercio.
Estoy plenamente de acuerdo con la necesidad de inserción de Cuba en los mecanismos internacionales, una vez realizados los cambios que aseguren que las ventajas de esta inserción sean para el pueblo y no solo para el gobierno.
Ojalá que este artículo estimule el debate al que llamó el P. Moreno. Siempre es atrevido entrar en un debate en Cuba donde los espacios son escasos y reducidos y la información no está toda a nuestro alcance. Pero no debemos esperar a que el gobierno nos deje. Es necesario y urgente hacerlo ya. Gracias al P. Moreno por este impulso para atrevernos. Por mover el ambiente. El inmovilismo es una epidemia. Creo que el primer y más importante aporte de “Hacia dónde va la barca cubana” es que ha llamado la atención a algunos pasajeros de la barca y al mirar nos hemos dado cuenta de que el timón está suelto, o, más bien, fuertemente agarrado por timoneles que nos llevan hacia el arrecife.
Karina Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1968)
Licenciada en Economía. Profesora de Finanzas
Fue responsable del Grupo de economistas del Centro Cívico.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia. Vive y trabaja en Pinar del Río.