Estamos a principios de septiembre y comienza el curso escolar. Como no sabemos qué nuevas cosas traerá, educadores y padres nos dividimos en dos grupos principales: los que esperamos que algo mejore y los que se mantienen pesimistas.
Por lo que he podido ver en estas últimas semanas, los padres se mueven de un lado a otro de la ciudad en busca de lo necesario: mochilas, zapatos, forros de libros, el uniforme de la talla que se necesita, entre otras cosas. No es nada fácil para la familia cubana garantizar un mínimo de condiciones, pero la mayoría hace el esfuerzo, que es casi sobrehumano.
Tenemos la esperanza de que el Ministerio de Educación garantice un curso escolar con propuestas novedosas, con iniciativas que promuevan y reaviven el interés por el estudio; con un reglamento escolar mejor revisado; con profesores y maestros capacitados para impartir los programas a la vez que educan en valores; con los materiales necesarios y las aulas acondicionadas. Estas y otras cosas serán el fundamento para poder entonces publicar la noticia de manera oficial de que están garantizadas todas las condiciones para comenzar el nuevo curso escolar.
¿Estaré siendo demasiado optimista?
Livia Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1971).
Licenciada en Contabilidad y Finanzas.
Miembro del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.
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