Nuestros pensadores (II). Siglos XVIII y XIX

Francisco de Arango y Parreño

Por Héctor Maseda Gutiérrez 

    

Francisco de Arango y Parreño nació en La Habana y murió en la misma ciudad (1765-1837). Cursó estudios de Humanidades y de Derecho Civil en el Real Seminario de San Carlos y San Ambrosio, y en la Universidad de La Habana, respectivamente.

Francisco de Arango y Parreño
Por Héctor Maseda Gutiérrez      
 
Retrato de Francisco de Arango y Parreño.
Retrato de Francisco de Arango y Parreño.
Francisco de Arango y Parreño nació en La Habana y murió en la misma ciudad (1765-1837). Cursó estudios de Humanidades y de Derecho Civil en el Real Seminario de San Carlos y San Ambrosio, y en la Universidad de La Habana, respectivamente. Más tarde viajó a España y concluyó la carrera de abogado (1789). Gran orador y con profundos conocimientos de jurisprudencia. Ocupó diferentes cargos: representante de Cuba ante el gobierno español; diputado ante las Cortes Ordinarias (1814); Consejero de Indias y miembro de la Junta Real para la Pacificación de las Américas; Síndico permanente del Real Consulado de Agricultura y Comercio y miembro de la Real Academia de Derecho Patrio y Común de Madrid. Sus discursos, informes e intervenciones públicas, artículos y ensayos constituyeron enconadas luchas en pro de reformas económicas y sociales favorables a la Isla. Por su notable y titánica labor fue reconocido y galardonado por la Corona española con el título de “Marqués de la Gratitud” y condecorado con la Cruz de Isabel la Católica. Arango y Parreño hizo profundos aportes al ensayo cubano en temas políticos, sociales y económicos. Sus investigaciones financieras enriquecieron el pensamiento económico nacional.
Múltiples son sus aportes en estos campos del conocimiento humano, pero hay uno en particular en que se destacan sus opiniones, criterios, medidas que propone sólidamente sostenidas por su profundo conocimiento acerca de la agricultura de La Habana, así como las recomendaciones que le hace a su destinatario para mejorar la eficiencia, productividad, comercialización de los productos del agro y cuáles deberían ser las tarifas y aranceles impositivos que la Corona española le fija a los productores criollos, entre otras sugerencias. El documento al que me refiero es la carta-proyecto o dirigida por Parreño al rey de España cuando el primero era Apoderado General de la ciudad de La Habana, de fecha 14 de enero de 1792 y se envió por intermedio de la Junta Suprema del Estado y publicado en Madrid el 17 de enero de 1793. Forma parte de las “Obras de D. Francisco…”1
Arango y Parreño señala crítica, analítica y valientemente, los males que nos acarreó el descubrimiento de América. Los ibéricos no reconocían en aquellos primeros años de la dominación colonial que la verdadera riqueza residía en la agricultura, el comercio y las artes. Sin embargo, se le situó la máxima importancia a la minería, lo que constituyó una de las causas que provocó la decadencia económica en nuestras regiones por muchos años.
Destaca el cambio producido en este continente desde que reinaba en España la casa de los Borbones, al eliminar los galeones y las flotas y establecer los correos marítimos, abrir las comunicaciones entre las colonias e incrementar el comercio. Pero la idea de sacar de estos dominios la mayor cantidad de frutos para que España tuviera una balanza comercial favorable con el resto de los países de Europa y el deplorable estado de las finanzas internas de la metrópoli, le impidió creciera la producción agrícola, el comercio y las riquezas de estas colonias. La idea de la balanza comercial favorable al reino le hizo crear una Compañía (la de las Indias) que monopolizó el comercio y este cayó vertiginosamente. Luego vino nuevamente la construcción de buques y la guerra (1729)… La visita frecuente de grandes escuadras ibéricas a la Isla, el incremento de guarniciones y cuantas medidas anti económicas fueron surgiendo paralelamente, lograron que para 1760 la economía de La Habana se afectara, víctima del monopolio ejercido por la Compañía exclusiva, limitó el desarrollo de la industria y redujo el intercambio comercial.
Al finalizar la guerra entre España e Inglaterra y rendirse La Habana a los ingleses (1762) se produjo una verdadera época de resurrección económica para La Habana, debido a la apertura del comercio en gran escala entre las colonias de América y Europa, entrada de capitales ingleses, despertar de la industria y el comercio, creación oportuna de aranceles que protegían a los productores habaneros contra las importaciones de productos procedentes de otras partes del continente americano y de Europa a Cuba…
Arango demuestra que con el aumento de la productividad y la producción era fundamental exportar los excedentes de la Isla. Hasta 1779 hubo crecimiento agrícola, para 1789 (al producirse la Revolución Francesa) el auge económico de La Habana tocó valores máximos. Se aumentaron las cosechas para dar respuesta al incremento del comercio transoceánico. Pero también llegaron los gravámenes del proteccionismo en Europa (productores ingleses, franceses y portugueses que afectaron las exportaciones de frutas y azúcar de La Habana). Y, en consecuencia, surgieron varios inconvenientes. El primero: la competencia, porque los utensilios y la presencia de negros les baja los costos de producción a los europeos. El segundo: porque con los negros gastan menos en mantenerlos y trabajan más. El tercero: por poseer más experiencia y mejor tecnología en el conocimiento y desarrollo de la agricultura. El cuarto: porque tienen mejor orden y economía en sus fábricas. El quinto: porque sus salidas son más libres y más protegidas. El sexto: porque sus aranceles en lugar de detener, alientan su aplicación. El séptimo y último: porque no están afligidos como los criollos del enorme peso de la usura.
La conclusión a la que llegó Arango y Parreño presentada al monarca español, fue en esencia la siguiente: “Si el nada se sobrepuja a la industria rival y en una escala de valores los europeos están en el máximo valor y los isleños en el mínimo ¿de qué manera se podrá sostener la concurrencia en el mercado?” Y esta crítica situación no solo se cumplía con las frutas y el azúcar, sino también con el tabaco, el café, el algodón y el añil, como pudo demostrar con solidez en los argumentos expuestos.
En consecuencia le propuso al rey un proyecto-respuesta económica; teniendo en cuenta cómo enfrentar cada uno de los inconvenientes por él considerados ¿En qué consistía este proyecto? Trasladar a Cuba las ventajas que le han proporcionado a los europeos sus mejores resultados en los cultivos de interés para nosotros. Sucintamente, contemplaba 26 aspectos que abarcaban tanto la fuerza de trabajo a emplear, como los medios técnicos, organización, eficiencia y productividad del trabajo en cada labor. En este ensayo expondremos los más significativos: 1ro. Enviar a dos personas que dominen los detalles de la empresa encomendada. Uno en representación de los hacendados más ricos, y el otro, un especialista sin recursos económicos. 2do. Deben visitar ambos las ciudades de Francia e Inglaterra donde se comercializa la trata de esclavos negros y se fabrican las máquinas y utensilios para los cultivos de interés. 3ro. Dominar todo el proceso productivo y de comercialización del azúcar, el café, el algodón, el añil,… y las maquinarias que emplean para estos fines. 4to. Los métodos empleados para la organización del trabajo, construcción de la infraestructura… 5to. Adquisición de la información general de los medios técnicos a emplear (…) Los aspectos del 6to. al 13ro. se refieren a su retorno a la Isla, las discusiones técnicas con hacendados, funcionarios coloniales y agricultores, la creación de estructuras para analizar el proyecto y su posible aplicación, enmiendas, etc. El título que asumirá el nuevo órgano asesor será el de “Real Junta Protectora de la Agricultura”, integrada por el presidente, vicepresidente, secretario, doce hacendados y doce vocales y el fiscal (también conocido este como “El Promotor de la Felicidad”) y la manera en ejercer las votaciones para validar los acuerdos a tomar. El 14to. y 15mo recogen las responsabilidades que ejercerá cada nuevo funcionario según el cargo a desempeñar. Examinará los demás obstáculos que queden por vencer para igualar nuestra agricultura a la del extranjero y elevar el desarrollo de los cultivos de la Isla, se ocupará de la creación de una Cátedra de Física Natural, una Escuela, un Laboratorio Químico y un Jardín Botánico u otros establecimientos idóneos que permitan mejorar los conocimientos agrícolas. Del 16to. al 19no. se ocuparán -por su orden- de adquirir las pesas fieles que se requieran para la compra-venta de productos, el aumento de la población blanca en toda la Isla, la aplicación de la justicia en casos de violaciones de lo establecido por la “Real Junta…” y hacerle llegar a Su Majestad el Rey de España este proyecto en su versión final, con sus conclusiones. El 20mo. y el 21ro. se refieren a funciones adicionales de la “Real Junta…” así como a las medidas que se deberán adoptar por este órgano y sus miembros en el caso de desastres naturales (huracanes, sequías, inundaciones…) u otras tragedias que afecten directamente a uno o varios productores. El 22do. tiene que ver con los fondos con que contará “La Junta…” y su empleo. Finalmente, los aspectos del 23ro. al 26to. se refieren a cuestiones colaterales que se deberán tener en cuenta (sueldos de los funcionarios de la “Real Junta…”, vestuario, organizar actos para premiar los buenos resultados) y finalmente recomendaciones en la forma que, operativamente, deberá actuar en sentido general, la “Real Junta…”.
Don Francisco de Arango y Parreño le brindó a este proyecto-oratoria dirigido al monarca español su talento, tiempo, estudios investigativos y los mejores años de su vida, confiado en que este granito de arena podría mejorar las condiciones de vida de sus paisanos criollos. De ahí que expresara poco después de haberlo concluido: “Por él -se refiere a este proyecto- han sido mis afanes, por él son todos mis votos y a él sacrificaré con gusto mi interés particular, siempre que Su Majestad o sus ilustrados ministros no me contemplen idóneo para la ejecución de mi plan”.
Se recoge en varias fuentes de consulta que le fue entregado oportunamente al rey de España, quien lo leyó o encargó a sus consejeros que lo estudiaran e informaran sus resultados. Se ignora cuál fue el final de tan ambicioso proyecto, si se llevó a cabo o no y hasta qué punto se cumplió, de haberse aplicado al menos en parte. No cabe duda que constituyó uno de los primeros planes conteniendo métodos científicos en la organización del trabajo para elevar la eficiencia y productividad de cualquier gestión económica y social. Su aplicación era posible y beneficiosa como proyecto agrícola para la economía de la Isla de Cuba. Lo que sí sabemos es que no mejoró la agricultura en “La siempre fiel Isla de Cuba”. Pero estamos seguros que a sus hijos, nietos, biznietos… sí contribuyó, en parte, a despertar las ideas de independizarse a la mayor brevedad del yugo colonial español que explotaba la aún débil economía de la que sería, en el año 1902, la República de Cuba, libre e independiente al menos hasta poco más de medio siglo de existencia.
1 Sus ensayos en las esferas económica, política y social están recogidos en: Obras de Francisco de Arango y Parreño. Tomo I, Dirección de Cultura, Ministerio de Educación, La Habana, 1952.
(Continuará)
Estos trabajos sobre los Pensadores cubanos han sido escritos para la publicación “Misceláneas de Cuba” en Suecia. El autor y el director de dicha publicación, el Sr. Osvaldo Alfonso, han autorizado para ser publicados dentro de Cuba en la revista Convivencia.
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Héctor Maseda Gutiérrez          
Uno de los 75 presos de conciencia del 2003
Agencia DECORO        
 
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