No todo lo que aparenta un valor lo tiene en realidad. Muchas cosas poseen existencias virtuales o representativas. Son, en esencia, alucinógenas. El dinero es la encarnación de los valores y la riqueza en general.
Por Jesuhadín Pérez Valdés
“Por cada pregunta (…) sal y busca una respuesta”
E. Saldaña
No todo lo que aparenta un valor lo tiene en realidad. Muchas cosas poseen existencias virtuales o representativas. Son, en esencia, alucinógenas.
El dinero es la encarnación de los valores y la riqueza en general. Una forma de hacer contable y equiparar en unidades las posesiones humanas. Las cifras que reflejan estimados monetarios generan muchas expectativas en los seres humanos normales. No cabe duda que el dinero, de alguna manera ha asumido la condición de icono; y, sin embargo, ¿cuánto vale realmente el dinero?
La respuesta cabe en unas pocas palabras: casi nada. Los gastos para la impresión de papel moneda son despreciables, lo que hace que un billete de cualquier denominación y sobrada importancia a los ojos de la mayoría, carezca de valor propio.
En sí mismo el dinero no vale nada. Es un simple papel con inscripciones bancarias o histórico ideológicas que podrían tener cierta trascendencia cultural, sentimental o política, pero que en sí mismo adolece de un valor real. Entonces, ¿por qué es tan importante?… Sencillo: el dinero es el signo de la riqueza.
A diferencia del oro, que sí posee un valor taxativo, el papel moneda adquiere su valor “representativo” en el proceso de circulación, lo que lo hace inestable, variable y especialmente vulnerable bajo determinadas condiciones.
El dinero no es un valor como tal, sino más bien un símbolo. Los símbolos pueden ser manipulados o manejados, esto los convierte en instrumentos útiles y al mismo tiempo poco confiables o de dudosa representatividad. ¿Cómo? El Estado puede determinar arbitrariamente el valor nominal de la moneda para otorgarle una distinta significación social, al menos dentro de los límites del país. Esto convierte al dinero en un “Dios Falso”.
También podrían imprimirse cantidades indeterminadas de billetes para cubrir presupuestos deficitarios, pero… el Estado pierde su poder sobre el dinero una vez que este entra en circulación. El dinero se subordina a las leyes inherentes del proceso y aunque existen mecanismos para eliminar el exceso de circulante, la complejidad del fenómeno y sus consecuencias pueden generar efectos indeseables.
El dinero al carecer de poder propio, no refleja siempre con justa exactitud el valor real de las riquezas. Su variabilidad nos pone ante la incertidumbre de comprobar el “metro” con una cinta de medir elástica o calcular el “litro” con una probeta de fino látex.
El dinero es mero representante de un valor ajeno, por lo que está sujeto constantemente a cambio. De ahí su naturaleza precaria. Muchas veces incluso no está respaldado siquiera con el valor que él mismo representa en un momento dado, convirtiéndose de hecho en una mercancía de oropel.
Seamos cuidadosos con el dinero. No lo sobrevaloremos. Los $20.00 que lleva en su cartera es muy probable que no valgan lo que imagina.
Las apariencias engañan.
Jesuhadín Pérez Valdés (1973)
Miembro del Consejo de Redacción
de la revista Convivencia.
Reside en Pinar del Río. Cuba.