Coincidí en un auto con un señor que vive en el campo. Una de esas personas que a muchos nos inspira simpatía por sus modales y su manera de decir, bonachona, típico, por lo menos en Cuba, de quienes viven en zonas campestres. Todos disfrutábamos de las historias que aquel hombre sencillo contaba con desenfado como si nos conociera de antes.
Por un momento calló al pasar por frente a una patrulla de carretera. Se les quedó mirando y dijo: “yo no sé qué pasa que se están metiendo con todo el mundo”. Todos callamos y respetamos el ambiente de silencio que duró unos minutos. Al parecer el campesino se sintió en la obligación de explicarnos el porqué de su expresión.
Yo tengo unos caballitos que uso para alquilar-comenzó diciendo- y pago todos mis impuestos. En mi vida me he metido en política. Todo lo que hecho en la vida es trabajar, nunca he “robao” y he tratado de “ir derecho pa´lante”. Pues el otro día hicieron un “operativo” en la zona donde trabajo y me querían llevar “esposao” en la patrulla porque protesté. El agente me dijo que era una denuncia. Mira eso, yo que en mi vida he “pisao” una jefatura, pasar por esa vergüenza. Yo no me he metido nunca en política… pero si ella se mete conmigo, claro que salto y me defiendo. Al final no me esposó, pero hacía mucho tiempo que no pasaba un mal rato como este.
Bajó del auto y nadie emitió criterio alguno. No hacía falta. La historia nos era familiar a muchos, supongo. Yo me pregunto: ¿a qué sociedad le hace bien la ocurrencia de cosas como estas? No creo que hagan falta más palabras.
Livia Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1971).
Licenciada en Contabilidad y Finanzas.
Miembro del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.