En la vida real, todos somos diversos y el mundo está lleno de matices. Cada ser humano es único e irrepetible. Todos tenemos nuestras características y opciones propias.
Lo más rico y normal de este mundo es la diversidad. De lo contrario, la vida sería muy aburrida. En el mundo físico, inanimado, mineral, vegetal, animal y en la ecología humana, todo es diverso. Y esa diversidad es la mayor riqueza.
Teniendo esta diversidad, connatural con la persona humana y el mundo que nos rodea, solamente aceptando esa diversidad, y conviviendo con ella, podremos los cubanos edificar una verdadera unidad.
Es necesario, en primer lugar, identificar y denunciar las falsas unidades. Una falsa unidad es la unanimidad enmascarada. Todos sabemos que desde que el Padre Félix Varela escribió su artículo “Máscaras politicas” en el periódico El Habanero, han existido en Cuba esas actitudes camaleónicas con las que se intentan disimular las diferencias y alcanzar una unidad que no respeta las diferentes formas de pensar, creer y actuar.
Otra forma de unidad falsa es la que se intenta construir aplastando, silenciando, amordazando al diferente. Penalizando, encarcelando y matando al discrepante no se alcanza la unidad verdadera, sino la paz de los sepulcros.
La única forma de construir una auténtica unidad es respetando la plena dignidad y todos los derechos de la persona humana, junto con la búsqueda del bien común de la nación y del mundo.
La única forma de edificar una unidad verdadera es buscando, entre todos, unos “mínimos comunes denominadores” sobre los cuales construir la unidad nacional. Esa unidad se hace efectiva y eficaz cuando esos mínimos comunes se elevan a la categoría de Pacto Social. Ese pacto se concreta y se hace regla suprema en una Asamblea Constituyente que redacte una Constitución de la República que finalmente sería aprobada en un referéndum constitucional.
La Carta Magna o Ley de Leyes debe ser la garantía suprema e inviolable de la unidad y la convivencia de la comunidad nacional. La Constitución es el acuerdo sagrado en que toda diversidad religiosa, política, ideológica, de preferencias filosóficas o sexuales, encuentran la coherencia y la cohesión para que sobre estos cimientos inamovibles se levante la cúpula de la unidad en la diversidad.
Cuba merece que esta unidad, respetuosa de las diferencias en un ambiente democrático, favorezca un Estado de Derecho y una prosperidad económica que pongan el talento, los aportes y las esperanzas de todos los cubanos rumbo a una nueva etapa de nuestra historia caracterizada por la libertad, la justicia, la verdad y el Amor.
- Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
- Licenciado en Microbiología.
- Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
- Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
- Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
- Responsable de Ediciones Convivencia.
- Reside en Pinar del Río