NO A LA VIOLENCIA

Foto de Yerandy Pérez Aguilar

Una vez más Cuba se coloca en el peligroso límite que puede desbordar la violencia. Las causas son conocidas y los protagonistas de esa incitación se enorgullecen de ello claramente.

Pareciera como si una acumulación intencionada de factores desencadenantes produjera una tormenta perfecta. La crisis económica galopante que nos sume en la pobreza. La escasez de medicamentos y alimentos. El deterioro moral y cívico de muchos cubanos. El miedo como mecanismo de parálisis y contención. Y ahora, para más incitación, salen en las redes sociales imágenes increíbles y ajenas a la idiosincrasia del pueblo cubano como son esas de los centros de trabajo alardeando públicamente de gestos, palabras y signos de violencia: palos, piedras y hasta armas. Esto, en cualquier país y en cualquier cultura es reprobable, censurable e ignominioso.

Me asombra cómo estas redes no reaccionan ante estas imágenes de violencia. Cada una de esas fotos repetidas en las redes sociales son mensajes inconfundibles de odio y terror.

Nadie medianamente educado en el civismo, la paz y el amor martiano y cristiano puede mirar inerte esta campaña de violencia. Otra vez vale recordar lo que Martí llamó “la fórmula del amor triunfante: con todos y para el bien de todos”.

No se corresponde con la ética martiana enfrentar a unos cubanos contra otros cubanos por pensar diferente, por querer lo mejor para nuestra Patria. Quienes reaccionan con incitaciones al combate y a la violencia ante gestos y acciones de paz, lo que logran es dividir al pueblo cubano, enconar la convivencia pacífica y poner en peligro la estabilidad y la seguridad ciudadana. Eso debe parar antes de que sea demasiado tarde.

La responsabilidad ciudadana debe oponerse a este discurso de confrontación entre cubanos. Es deber de las autoridades, en cualquier país, preservar la amistad social, fomentar lazos de fraternidad entre cubanos, educar para la paz y la libertad.

Es asombroso y preocupante ver cómo, en pleno siglo XXI se organizan y divulgan actos y signos de violencia por los medios de comunicación social. Esas imágenes de centros de trabajo, escuelas, calles, dominadas por el gesto amenazante, la mirada de odio, la palabra ofensiva, la descalificación grosera hacia hermanos cubanos, son verdaderamente lamentables y ajenos a nuestra cultura. Ese alarde de violencia debe cesar.

Cuba merece un presente de paz y un futuro de prosperidad y fraternidad.

Cuba merece que construyamos una sociedad basada en la verdad, la libertad, la justicia y el amor.

Cuba merece que todos sus hijos tengan un espacio de libertad y responsabilidad para expresarse, manifestarse, actuar pacíficamente según le dicte únicamente su conciencia y la preservación de la convivencia fraterna y la paz ciudadana.

Cuba merece que todas nuestras energías, recursos y proyectos se utilicen para salir de esta situación crítica en que vivimos en lugar de usarlos en enfrentarnos unos contra otros.

Cuba merece que los medios de comunicación social: prensa, radio, televisión y las redes sociales cesen el lenguaje descalificador y el discurso de combate y enfrentamiento entre cubanos, para convertirse en gestores de libertad, corresponsabilidad, participación ciudadana y democracia institucional.

Cuba merece la paz y el progreso.

Una vez más Cuba se coloca en el peligroso límite que puede desbordar la violencia. Las causas son conocidas y los protagonistas de esa incitación se enorgullecen de ello claramente.

Pareciera como si una acumulación intencionada de factores desencadenantes produjera una tormenta perfecta. La crisis económica galopante que nos sume en la pobreza. La escasez de medicamentos y alimentos. El deterioro moral y cívico de muchos cubanos. El miedo como mecanismo de parálisis y contención. Y ahora, para más incitación, salen en las redes sociales imágenes increíbles y ajenas a la idiosincrasia del pueblo cubano como son esas de los centros de trabajo alardeando públicamente de gestos, palabras y signos de violencia: palos, piedras y hasta armas. Esto, en cualquier país y en cualquier cultura es reprobable, censurable e ignominioso.

Me asombra cómo estas redes no reaccionan ante estas imágenes de violencia. Cada una de esas fotos repetidas en las redes sociales son mensajes inconfundibles de odio y terror.

Nadie medianamente educado en el civismo, la paz y el amor martiano y cristiano puede mirar inerte esta campaña de violencia. Otra vez vale recordar lo que Martí llamó “la fórmula del amor triunfante: con todos y para el bien de todos”.

No se corresponde con la ética martiana enfrentar a unos cubanos contra otros cubanos por pensar diferente, por querer lo mejor para nuestra Patria. Quienes reaccionan con incitaciones al combate y a la violencia ante gestos y acciones de paz, lo que logran es dividir al pueblo cubano, enconar la convivencia pacífica y poner en peligro la estabilidad y la seguridad ciudadana. Eso debe parar antes de que sea demasiado tarde.

La responsabilidad ciudadana debe oponerse a este discurso de confrontación entre cubanos. Es deber de las autoridades, en cualquier país, preservar la amistad social, fomentar lazos de fraternidad entre cubanos, educar para la paz y la libertad.

Es asombroso y preocupante ver cómo, en pleno siglo XXI se organizan y divulgan actos y signos de violencia por los medios de comunicación social. Esas imágenes de centros de trabajo, escuelas, calles, dominadas por el gesto amenazante, la mirada de odio, la palabra ofensiva, la descalificación grosera hacia hermanos cubanos, son verdaderamente lamentables y ajenos a nuestra cultura. Ese alarde de violencia debe cesar.

Cuba merece un presente de paz y un futuro de prosperidad y fraternidad.

Cuba merece que construyamos una sociedad basada en la verdad, la libertad, la justicia y el amor.

Cuba merece que todos sus hijos tengan un espacio de libertad y responsabilidad para expresarse, manifestarse, actuar pacíficamente según le dicte únicamente su conciencia y la preservación de la convivencia fraterna y la paz ciudadana.

Cuba merece que todas nuestras energías, recursos y proyectos se utilicen para salir de esta situación crítica en que vivimos en lugar de usarlos en enfrentarnos unos contra otros.

Cuba merece que los medios de comunicación social: prensa, radio, televisión y las redes sociales cesen el lenguaje descalificador y el discurso de combate y enfrentamiento entre cubanos, para convertirse en gestores de libertad, corresponsabilidad, participación ciudadana y democracia institucional.

Cuba merece la paz y el progreso.

 


  • Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
    Licenciado en Microbiología.
  • Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
  • Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
    Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
  • Responsable de Ediciones Convivencia.
  • Reside en Pinar del Río.

 

 

 

 

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