Lo que parece un anuncio apocalíptico pudiera ser la mejor noticia para los cubanos. Mientras más oscura es la noche más cerca está el amanecer. Llega el momento en que la única solución es el cambio esencial de las relaciones económicas en Cuba. Solución verdadera desde hace mucho tiempo, pero a lo mejor, única, solo ahora.
Por Karina Gálvez Chiu.
Parece que al fin los cubanos tenemos una buena noticia económica: Colapso del “sistema” económico nacional.
Está pronosticado por importantes economistas y analistas interesados en el caso Cuba, un colapso de la economía, un toque de fondo en los próximos meses. Algunos periodistas de medios de prensa oficiales en Cuba (hasta el momento, nadie del gobierno o del nivel central, ni del PCC se ha pronunciado) han expresado con alarma y con verdadera preocupación, la situación que vivimos y viviremos. No se puede decir que es solo una alerta o un llamado cuando se ha hablado de “ahorro o muerte”. Es un anuncio de la muerte como única alternativa. La alternativa del ahorro suficiente para no morir, ya sabemos que no es real. El ahorro no es una alternativa: es solo una manera de hacernos creer que la solución está en nuestras manos, no hay nada que ahorrar en Cuba.
Durante un tiempo hemos creído haber pasado del período especial a la recuperación y al crecimiento, por lo que comenzábamos a comportarnos de manera distinta a la del período especial (entiéndase: usar jabón de mediana calidad vendidos en las “shoping” o papel higiénico para el baño). De pronto han aparecido cifras que indican nuestro “derroche” de recursos que ha provocado, junto con la crisis económica mundial, que estemos en una situación de ahorro o muerte.
Lo más importante es de quién es la muerte anunciada en caso de que no se logren los niveles de ahorro necesarios: ¿de personas o de un sistema? Si se está anunciando la muerte de personas en un sistema económico, eso implica la muerte del sistema. Si lo que se anuncia es la muerte del sistema antes de que mueran las personas, estamos los cubanos ante una buena noticia económica.
¿Por qué buena noticia? ¿Cómo pensar en positivo cuando todo anuncia una situación de máxima pobreza, de escasez de productos primarios, de apagones? No es por la costumbre de los cubanos de hacer risa del llanto así como lloramos de la risa, o de reírnos de nuestras propias desgracias. No. Incluso la práctica de esta costumbre ha disminuido en los últimos tiempos, (si no, fijémonos en el ritmo de salida de chistes basados en la actualidad). Podemos pensar en positivo por aquella sentencia que repetían nuestros padres y abuelos: “Mientras más oscura es la noche, más cerca está el amanecer.”
No obstante convencernos de que esta sentencia es cierta y se puede aplicar de forma general a todas las situaciones, necesitamos signos o evidencias que la fundamenten. Y lo principal en la situación económica de Cuba hoy es que ya no hay muchas alternativas sin aplicar. Si en algo estoy de acuerdo con el ex presidente del Banco Central de Cuba es que la única alternativa que queda, cuando no podamos ahorrar, es la muerte. Pero la muerte de la inercia, del inmovilismo, del sistema injusto de centralización económica que prefiere la muerte de las personas antes que su empoderamiento. Y la muerte de este sistema significa para los cubanos, el cambio. El cambio esencial de un sistema de muerte hacia un sistema de vida. Esa es la alternativa verdadera al ahorro y a la muerte. Ni ahorro ni muerte: cambio.
De los noventa al 2009
Lo cierto es que el trabajo por cuenta propia, las remesas, la inversión extranjera o el saneamiento de las finanzas, la dolarización, fueron medidas tomadas para paliar los efectos de la crisis de los noventa. Ahora ha disminuido el trabajo por cuenta propia, han disminuido las remesas, cada vez es menos atractiva la inversión extranjera en Cuba (cuentas de empresas congeladas por más de 6 meses), no puede hablarse de exceso de liquidez o de su concentración en pocas manos (hasta se han perdido de vista los “macetas”*). Se acaba todo lo que nos ayudó a sobrevivir en el mal llamado período especial y lo que permitió que el sistema se mantuviera.
Es muy probable que vayamos directo a las mismas condiciones de los noventa pero con un detalle nuevo: han transcurrido casi 20 años.
En estos años hay cambios en el mundo, hay cambios en los cubanos y hay cambios en Cuba: cambio en el sistema electroenergético nacional, cambio del combustible usado en los hogares para cocinar, por electricidad, años de un discurso vacío de ideas que nos hacen rechazar cualquier discurso, cambios en el gobierno cubano como estructura, vacío de liderazgo político, fracaso o eliminación de las medidas aplicadas en el año 93.
Además de los cambios de circunstancias, es necesario tener en cuenta que es la segunda vez, por lo que todo está asociado a un gran cansancio existencial de las personas, que les impide esperar soluciones verdaderas a la situación de penuria y de escasez que se vive en Cuba.
¿Qué alternativas, a las que se recurrió en el 93, ya no son aplicables dentro de los límites del sistema actual de Cuba?
1. Saneamiento de las finanzas internas con medidas superficiales y cuyos efectos son efímeros.
Cuando comenzó el llamado período especial, sanear las finanzas consistió en subir el precio de algunos productos y servicios que se habían mantenido durante mucho tiempo con precios casi congelados: transporte público, cigarros, bebidas alcohólicas. Pero también se estableció el “plan maceta” (expropiación de bienes a aquellos sospechosos de haberlos adquirido por vías no legales). Registros sorpresivos a viviendas, ocupación de todos los bienes de algún valor cuya procedencia no podía justificarse por escrito, considerados así arbitrariamente y la detención de la persona responsable, se convirtieron en actos más frecuentes de lo deseado por cualquier sociedad ética. Según las cifras oficiales estas medidas disminuyeron los excesos de liquidez y la concentración del ingreso.
Estas no son medidas aplicables ahora, sin perder totalmente el prestigio y sin estar expuestos a una reacción popular. La inflación actual es muy difícil de medir correctamente por el uso de dos monedas pero, todos sentimos el aumento continuo de los precios de productos de primera necesidad. Desde el pan hasta los medicamentos. Por otra parte, el poder adquisitivo está plenamente justificado con el recibo de remesas familiares, las cuales no tienen límites, ni se reciben necesariamente a través de trámites legalmente instituidos. En las tiendas por divisas se venden productos que antes solo podían adquirirse en el mercado negro. Es más difícil hablar ahora de precios muy bajos que hay que subir o de plan maceta para hacer justicia.
La alternativa viable y fructífera sería la implantación de un sistema financiero y de crédito público eficiente, con énfasis en los microcréditos, que haga circular el dinero con fluidez, abierto a las ayudas internacionales y que tenga como principal objetivo estimular la inversión de capital de los cubanos.
2. Dolarización de la economía:
La dolarización de la economía fue un proceso espontáneo. En realidad, en los años noventa el gobierno cubano legalizó la tenencia de dólares como respuesta a un fenómeno que ya existía y se abría camino. Y esto le trajo buenas consecuencias, a pesar del discurso de “…comprender las diferencias sociales que se generarían como un mal necesario…”. Pero ya no hay nada que hacer. O sí: Intentar a través del sistema financiero y del sector productivo obtener mayores niveles de eficiencia que permitan recuperar gradualmente el valor de la moneda nacional. Y, antes que eso, a más corto plazo, disminuir el gravamen impuesto al dólar con el fin de que se incremente el ingreso por remesas familiares y la población pueda cubrir mejor sus necesidades al mismo tiempo que el país recibe ingresos considerables.
3. Culpar a alguien o de algo externo de nuestros problemas: ahora es la crisis internacional.
La bendita crisis económica internacional ha venido a salvar el discurso económico cubano. Siempre hay alguien de fuera a quien culpar: los EEUU, la caída del campo socialista, los bancos suizos, la Unión Europea. En los pocos casos en que la culpa es nuestra, siempre es del obrero o del dirigente de nivel bajo o medio, nunca del sistema centralizado que quiere ahogar cualquier iniciativa privada o manifestación de libertad. Pero el mundo ha ido cambiando, los países han cambiado, las mentalidades han cambiado. No es tan fácil convencerlo cuando no sea con gestos, con acciones, no con discursos vacíos o aparentemente apasionados. También a los cubanos, cada vez es más difícil convencerlos de que durante 50 años hemos dado no más que tropezones y ahora es cuando vamos a empezar a luchar o de que la culpa de todo la tiene el mundo, dígase EEUU y todo el que exprese una opinión contraria. El nivel de credibilidad de los medios oficiales de información es cada día menor. No es posible que Cuba esté tan bien y que no lo sintamos en nuestra mesa, en nuestro bolsillo o en nuestras condiciones de vida.
Ya no será suficiente hablar de los factores externos que inciden en nuestra situación, será necesario, cada día más, por exigencia de los ciudadanos, reconocer lo que no ha hecho bien el gobierno. Y no hace falta esperar a que se diga verbalmente para reconocer esta señal de cambio. Basta con señales como la salida de escena de los trabajadores sociales tal y como estaban concebidos o la interrupción de la entrega de artículos electrodomésticos de forma masiva y sin opciones; o el cierre de la matrícula en la escuela de Instructores de arte; cada día irán desapareciendo de escena o no apareciendo al mismo ritmo de antes, ideas, instituciones, campañas. Espero que también desaparezcan la discriminación económica, el bloqueo interno a la iniciativa privada y todo lo que entorpece el desarrollo y corresponde a la responsabilidad del gobierno cubano, no al mundo.
4. Apertura al trabajo por cuenta propia.
Ya se hizo una vez, con muchos límites y requisitos. Con un sistema de impuestos que nunca dejó de ser improvisado, diseñado paradójicamente, para que se necesite hacer trampas al fisco, si quieres cumplir con él.
Esta es una alternativa seria a la muerte económica. Pero no podrá funcionar como antes. No se producirá el mismo efecto que en el año 93. No porque los cubanos se dejen llevar por la desidia y el desánimo, pero sí porque ya hay muchos que han pasado a la ilegalidad y aunque quisieran volver a la legalidad, no confían en el sistema.
El gobierno cubano, si quiere abrir a la iniciativa y a la creatividad personal o familiar, para salir de lo que ellos pueden suponer una crisis más y que en realidad es la crisis antes del fin, debe hacerlo en condiciones más concretas, más abiertas. Como por ejemplo: reconocer el derecho a la propiedad privada individual como las viviendas o los automóviles, o proceder al alquiler o venta de pequeños locales comerciales, o la venta de productos primarios con un margen comercial para los cuentapropistas. Es necesario que sea evidente un cambio cualitativamente distinto y sostenible.
Cualquier medida que se tome para enfrentar el colapso económico que se nos viene encima, para que sea efectiva, debe considerar cambios esenciales y concretos en el sistema económico cubano. Lo contrario (medidas superficiales o el inmovilismo) también conducirá inevitablemente a un cambio en Cuba, aunque sea por una vía menos conveniente para todos.
Por eso el colapso no es una noticia solo para alarmarse y prepararse sino también para alegrarse y coger fuerzas para llegar a la otra orilla.
La principal alternativa es el trabajo de los cubanos, desde ahora. Es increíble que desde el gobierno no se vea.
* macetas: Término que se usó en los 90 para referirse a personas con una fuerte posición económica y un gran poder adquisitivo, en muchos casos, como producto de las ventajas de la crisis.
Karina Gálvez Chiú
Pinar del Río, 1968
Lic. en Economía. Profesora de finanzas en IPE Rafael Ferro, P. del Río.
Fue miembro del Consejo de Redacción de Vitral hasta 2007
Fundadora de la Revista Convivencia.