Para acercarse a la vida y a la obra de Manuel Moreno Fraginals hay que hacer una íntima reverencia de devoción y respeto en el umbral del intento. Si se le conoce, el sentimiento reverente es automático. Es lo que sucede a los cubanos agradecidos al recordar a su historiador más intenso, lúcido y laborioso; al que dejó, además de maduros y sabrosos frutos, fundamentos y surcos para postreras edificaciones y siembras.
Manuel Moreno Fraginals, nacido en La Habana, cumpliría este 9 de septiembre 97 años, pero solo vivió 81 de ellos. Desde el 9 de mayo de 2001 comenzó a vivir en el recuerdo imperecedero de los que se interesan por la historia. A esta distinción lo condujo la excelsitud de su obra como historiador, escritor, ensayista y profesor universitario.
Sus más importantes obras fueron publicadas, en Cuba y fuera de ella, entre 1948 y 1995. Entre las más prestigiosas se encuentran “Nación o Plantación”, de 1948; “José Antonio Saco, Estudio y Biografía”, de 1962; “La Historia como arma”, de 1984, y “Cuba a través de su moneda”, de 1985. Su obra cumbre es “El Ingenio…”, aunque hay quienes piensan que la más perfecta de sus creaciones es “Cuba-España/España-Cuba”, escrita durante su corta estancia como emigrado en Miami. La meticulosidad, elocuencia, lucidez y erudición con las que fue escrita esta obra son grandes, pero no superan la calidad y altura de las mismas exhibidas en “El Ingenio…”, obra esta que es preámbulo y cimiento de aquella. “El Ingenio…” fue para Fraginals el escenario donde llegó a dominar plenamente las categorías e interrelaciones dialécticas del método marxista que venía empleando, y fue también, el entrenamiento intelectual y físico para acometer obras de largo alcance y aliento como “Cuba-España/España-Cuba”.
Fraginals como historiador es la voluntad meticulosa y la reflexión sosegada puestas al servicio de la verdad, y es el genio laborioso; como ensayista es lo que es como historiador más el hombre lógico y polémico que duda, prueba y contrasta con total transparencia para el lector; como escritor es el hombre culto que busca y cuida el estilo al redactar sobre temas desobedientes a la imposición de cánones estéticos; como profesor es (aún lo es) rigor, claridad, exigencia y comprensión; es (aún lo es) un intelectual paradigmático.
Su gloria se asienta en una obra de moderada prolijidad pero de gran solidez. Pienso, no obstante, que “El Ingenio…” habría bastado para justificar su grandeza. Y lo dedicó, en primer lugar, a José Luciano Franco, su maestro y amigo a quien llamó “primer historiador cubano” y “a quien tanto le debo en formación e información”. Extendió la dedicatoria a Raúl Cepero Bonilla y especialmente a Ernesto Guevara de la Serna, entre otros.
““El Ingenio…” es el libro de la historia del azúcar como base de la economía de semiplantación establecida en Cuba durante casi dos siglos. El azúcar, en su desarrollo creciente, conformó una serie de fenómenos políticos, sociales, culturales, religiosos, etc., que generalmente han sido analizados como hechos autónomos, sin insertarlos en la estructura productora. Esta obra por el contrario, pretende seguir las huellas que arrancan del azúcar y se manifiestan en la instauración de una cátedra universitaria, o un decreto sobre diezmos, o en la forma característica del complejo arquitectónico urbano, o en los efectos terribles del arrasamiento de los bosques y la erosión de los suelos. Y hemos ido hacia esta investigación porque estamos plenamente convencidos de que sin un estudio exhaustivo de la economía cubana no hay posibilidad alguna de interpretar correctamente su historia”. En las anteriores palabras prologares Fraginals adelanta lo que con frescura y plasticidad habría de realizar en el texto, es decir, el esclarecimiento del vínculo entre las categorías marxistas de base y superestructura, y la ilustración fáctica de las relaciones entre las instituciones, la cultura, el derecho, etc., y la estructura económica de la sociedad. A mi juicio es el pensador cubano que con más oficio y naturalidad ha empleado el método dialéctico marxista en la interpretación de la realidad histórica. Iluminó sin cegar; simplificó sin alterar las esencias; eludió los esquemas y exorcizó los dogmas con eficaz incienso. Este desenfado creativo suyo le acarrearía desaguisados posteriores en su carrera.
Fraginals, además, sugiere tácitamente, como las necesidades y motivaciones de los productores de azúcar criollos se mueven en un proceso de mutaciones y se convierten sucesivamente en intereses, derechos, sentimientos patrios e ideales, yendo así desde el más burdo motivo filisteo hasta el más sublime ideal de independencia. La necesidad de producir azúcar constituye motivación suficiente para aceptar la trata negrera, que es un interés compartido por la emergente clase de criollos productores de azúcar, el interés es asumido como derecho y se aboga por su codificación legal y por su justificación ética. Sienten que es correcto pensar y actuar así y que deben ser libres e independientes para mover la economía de esa manera. No falta mucho para que de esta mezcla surja la patria como el más sublime de los conceptos. Un día los negros recibirán la libertad para luchar por esa patria y muchos patricios esclavistas serán generales de la independencia. Ese día el lodo y la sangre en los que fermentó la nación no serán evidentes. Se habrá operado una sublimación social.
Fraginals cita con maestría y generosidad. Sabe que debe probar las aseveraciones no solo con deducciones. Conoce que debe reforzar la elocuencia de lo que sugiere. Y coloca en los lugares necesitados de apuntalamiento externo eficaces citas cortas que aclaran, precisan o subrayan, y otras citas extensas al pie de página, destinadas a saciar curiosidades o eliminar dudas de incrédulos o eruditos. Esto lo hacen muchos escritores, pero Moreno Fraginals lo hace muy bien. Detrás de este quehacer se adivina un tremendo esfuerzo bibliográfico y mucho tiempo dedicado a profundas reflexiones.
“El Ingenio…” no es solo la historia críticamente fundamentada de la economía de plantación azucarera. También es la de sus dirigentes y la de sus víctimas. La historia de los grandes pensadores y prósperos negociantes al estilo de Arango y Parreño, y la de los miles de esclavos que conocieron los dantescos horrores del infierno. El que lea “El Ingenio…” conocerá el infierno.
Moreno Fraginals elogia la capacidad de Arango y Parreño como dirigente de la emergente clase burguesa criolla, valora su visión de futuro y la osadía de sus proposiciones. Reconoce la lucidez y el coraje con que enfrenta el problema de la exportación de azúcar sin refinar. Todo el azúcar se refinaba en Francia e Inglaterra y por tanto quedaban en estos países las mayores ganancias. Arango expresó con firmeza que si tuviese el poder para impedirlo no saldría de Cuba una sola libra de azúcar sin refinar. Si hubiesen habido estadistas con la firmeza y claridad de Parreño doscientos años después Cuba habría obtenido cuantiosas riquezas procesando industrialmente el cobre y el níquel. Lo alaba y admira, pero no oculta su pobreza ética ni sus procederes corruptos. Lo pinta como fue: inteligente, osado, previsor, inmoral e hipócrita. Un cuadro de mando maquiavélico. Arango fue un enemigo acérrimo de los monopolios mientras estos fueron propiedad de españoles, pero cuando los criollos crearon el monopolio de la harina en La Habana se instaló en la silla presidencial sin el menor sonrojo. Olió dinero y se dispuso a apropiárselo no importaba cómo. Desde la butaca de mando de aquel monopolio organizó el sistema de especulación más inmoral y rentable de que he tenido noticia. Veámoslo. En Estados Unidos se vendía el barril de harina a 1,50 dólares, pero los tratantes norteamericanos se los facturaban al señor Iznardi, un socio secreto de Arango, a 6 dólares. Obviamente dividían la diferencia a partes alícuotas. El honrado señor Iznardi le re-facturaba al honesto señor Arango a 9 dólares el barril y este se los vendía a los comerciantes minoristas a 16 dólares, los que a su turno se los ofrecían al pueblo habanero a 24 dólares. ¡Filisteos!
Arango, además, era copropietario de uno de los tres más grandes ingenios azucareros de la época, “La Ninfa”, el cual construyó con dinero público que el Intendente de Hacienda desvió generosamente hacia sus bolsillos. Y no es que Moreno Fraginals haya sido un iconoclasta o un investigador morboso, no, solamente fue un hombre serio apegado a la verdad histórica.
Fraginals vivió desde 1995 en la ciudad de Miami y allí murió. A muchas personas les parece raro o contradictorio que se haya radicado en Miami el hombre que en la dedicatoria de su libro cumbre escribiera: “Comandante Ernesto Che Guevara, para siempre presente. Además del compromiso que todos los hombres de América tenemos contraído con usted y que solo puede cumplirse con el trabajo sin límites y por vida, yo tenía una deuda personal: entregar esta obra. Gracias”. Esta declaración no pudo haber sido un acto de adulonería porque Guevara había muerto siete años antes y Moreno Fraginals era un hombre de carácter. Creo que se profesaban simpatía. Sostenían largas conversaciones sobre temas de interés común. Ambos, con respecto al marxismo, eran protestantes y heterodoxos, rebeldes inteligentes, de esos que se buscan problemas… y se los buscaron.
Pienso, o mejor, especulo, que el exilio de Fraginals se debe a un conjunto de causas entre las cuales identifico como principales las tres que siguen, todas de igual importancia y con idéntica influencia en su decisión:
1. Se marchó de Cuba en 1995, cuando ya tenía 75 años. En aquel momento el país atravesaba el año más duro del denominado período especial, que no era otro que un estado de precariedad el cual no ofrecía condiciones para la creación intelectual esforzada.
2. El urgente y reiterado reclamo de su familia en Estados Unidos.
3. Desacuerdos, desavenencias, decepciones y entuertos ocurridos en el mundo académico al que pertenecía, causados, sobre todo, por su franqueza, rebeldía y heterodoxia naturales.
Gloria a su obra imperecedera.
José Antonio Quintana (Pinar del Río, 1944).
Economista jubilado.
Médico Veterinario.
Reside en Pinar del Río.