La economía es como una enfermedad que se expresa mediante síntomas, sin embargo, a la hora de entenderla, de corregir los problemas que genera, y de articular soluciones que garanticen el crecimiento y la estabilidad económica, no es a los síntomas sino a las causas profundas y originarias de los problemas a los que hay que atacar. El síntoma no hace más que dejarnos saber de la existencia de problemas más graves, deformaciones de fondo que han de ser corregidas. Este ha sido el caso de la vergonzosa experiencia de la reapertura del mercado de Cuatro Caminos en la Habana el pasado 16 de noviembre, un síntoma de que algo anda mal en nuestro modelo económico, y no una simple manifestación de indisciplina social -que la hay en cierta medida- como han señalado los medios oficiales en Cuba.
Una lectura rápida, poco razonada, impulsiva, o ciega de los acontecimientos ocurridos en el emblemático mercado, dejaría la responsabilidad únicamente en hombros de los ciudadanos, tal y como sucede con varios reportajes de la prensa oficial. Sin embargo, los ciudadanos que allí acudieron no son más que víctimas de un sistema económico incapaz de satisfacer necesidades básicas, incapaz de garantizar comida, productos de aseo y otros bienes vitales para la satisfacción de necesidades cada vez más crecientes. Una mirada razonada del asunto, sin dejar de llamar la atención sobre la necesidad de aumentar en grados de educación ciudadana y de responsabilidad hacia los bienes públicos y las personas, señalaría las causas verdaderas del problema, analizaría la realidad económica y propondría reformas que generen un modelo competente para satisfacer de mejor manera las necesidades ciudadanas.
En Cuba debemos aprender este ejercicio vital para valorar los problemas y comportamientos económicos y sociales, no resolvemos nada con las posturas maniqueas promovidas por los medios de comunicación, mediante las que todos los problemas de Cuba se explican por la existencia de “malos” que dificultan la vida y la tranquilidad de los “buenos”. De acuerdo con esta retórica, los problemas de Cuatro Caminos son responsabilidad de los acaparadores, los problemas de la represión son por culpa de los “mercenarios”, los problemas del mal estado de los parques o lugares públicos se deben a un grupo de “indisciplinados sociales”. Con este tipo de análisis y razonamientos, es imposible encontrar cura duradera a las enfermedades que nos aquejan, y lejos de ayudar a solucionar los conflictos y problemas sociales, estos se acrecientan en el mediano y largo plazo.
Volviendo al tema específico del hecho descrito en este artículo, lo ocurrido en Cuatro Caminos se justifica por la profunda crisis de oferta que sufre la economía, o por una inflación reprimida como ha indicado recientemente el economista Pedro Monreal en su cuenta de Twitter. Ese es el problema que hay que atacar, en torno a el deben girar las soluciones, en lugar de clamar por castigos o “sanciones ejemplarizantes” a los involucrados en los hechos -vergonzosos desde mi punto de vista- o de poner como únicos culpables a los ciudadanos y las posturas que asumieron. En este sentido, sería mucho más útil para el país que la prensa oficial se dedicara a proponer medidas para destrabar fuerzas productivas, y con ello, para potenciar productividad, generar mayores niveles de oferta, abastecer los mercados y evitar que la gente llegue al extremo de pelearse para acceder a productos básicos. 1. Potenciar, ampliar, y promover el sector privado, impulsar su crecimiento como sector importante para enfrentar la crisis económica actual y sentar bases para el desarrollo futuro de la economía, 2. Descentralizar empresas estatales y dotarlas de mayor autonomía para que mejoren sus indicadores de productividad y eficiencia, 3. Generar estabilidad monetaria y financiera, 4. Generar mayor seguridad jurídica y libertades para potenciar la inversión extranjera, 5. Dotar a las empresas estatales y privadas de libertades comerciales hacia lo interno y hacia el exterior del país.
Estas son solo algunas medidas en términos generales, de manera concreta existen propuestas muy bien argumentadas y con los niveles de especificidad necesarios, generadas por expertos cubanos de dentro y de fuera de la Isla, mediante las cuales sería posible evitar sucesos como los de Cuatro Caminos. Repito, no castigando y reprimiendo a los ciudadanos implicados, sino reformando la economía para que sea más productiva, eficiente, competitiva y capaz de generar soluciones a las necesidades ciudadanas. Este es el reto que deja el triste acontecimiento del pasado 16 de noviembre.
Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía.