Por Pedro Argüelles Morán
En horas de la mañana del pasado sábado 10 de julio fui conducido hasta la oficina del jefe de la prisión. Allí me pusieron al habla vía telefónica con el Cardenal Jaime Ortega, Arzobispo de La Habana, quien me informó que yo estaba en la lista de los que podían partir para España si yo aceptara irme. A ello respondí que no aceptaba porque no deseo irme de mi Patria.
Cuba es mi patria. Nací aquí, también nacieron mis hermanas, mis padres y demás familiares. Aquí están enterrados mis padres, mis abuelos y otros seres queridos y aquí van a enterrarme. No deseo irme de Cuba porque aquí está mi lugar. Aquí es donde tengo que estar y no hago otra cosa que cumplir con una máxima de nuestro Apóstol de la Independencia, José Martí: “El deber de un hombre está allí donde es más útil”. Aquí continuaré con un sagrado compromiso que tengo conmigo mismo y es que lo que me queda por vivir lo haré enfrascado en la noble y digna lucha civilista por el respeto a los derechos y libertades inherentes a la dignidad de la persona humana que están reflejados en la Declaración Universal de Derechos Humanos y que, de manera contumaz, el régimen totalitario cubano viola.
A mis entrañables hermanos de causa, de ideas y de lucha civilista, que han partido, o que van a partir, les deseo de todo corazón que gocen de muy buena salud, que tengan muy buena suerte y que cosechen muchos éxitos, tanto en el seno familiar como social y laboral. Ellos parten porque es su soberano derecho y su legítima libertad decidir sobre sus vidas y destinos, y para eso luchamos.
A la altura de mis 62 años de vida, físicamente no estoy muy bien: mis piernas se hinchan, debido a los trastornos circulatorios; la artrosis generalizada me golpea a cada rato y ya casi no veo de mi ojo izquierdo por la avanzada catarata que padezco; pero espiritualmente estoy como nunca, más convencido y comprometido con nuestra enaltecedora lucha cívica, por alcanzar la tan anhelada y sufrida transición democrática hacia el Estado de Derecho, donde impere el ideario martiano de una nueva Cuba en que la Patria “sea de todos”, “con todos y para el bien de todos” y donde impere “el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”- como dice Martí.
Amén
Pedro Argüelles Morán
Grupo de los 75 prisioneros de conciencia de la Primavera de 2003.
Prisión provincial de Canaleta, Ciego de Ávila