¿Merece una película la historia del Partido Independientes de Color?

Foto tomada de Internet.

Por Julio Norberto Pernús Santiago ¦¦ No es usual que se les pida mediante un artículo a los directores de cine en nuestro país su sensibilización con un hecho determinado de la historia, para llevarlo a la gran pantalla. Pero, la matanza a mansalva de miles de negros en 1912, convierte al Movimiento de los Independientes de Color, en un hecho singular que bien mereciera un esfuerzo de Fernando Pérez, Carlos Lechuga o Alejandro Gil, por solo mencionar, algunos de mis preferidos directores cubanos de la actualidad. Solo espero que este texto sirva de nicho para seguir profundizando sobre un acontecimiento lleno de matices y afeamientos históricos que no creo poder llenar con estas breves palabras.

La historia del Partido Independientes de Color (PIC), puede retraernos a la llegada de los primeros esclavos a nuestra nación. Los negros eran vistos como una especie de cuerpo sin alma, hay quien llegó a identificarlos como meros animales de trabajo. Por supuesto, esto no puede alejarnos del contexto de una Cuba colonial, con grandes plantaciones azucareras que demandaban una gran cantidad de fuerza laboral.

La guerra de independencia cristalizó una especie de unión entre blancos y negros con el propósito de alcanzar la libertad en la Isla, pero varios historiadores han investigado y demostrado, “los conflictos de racialidad que se alojaban al interior del ejército mambí.”[1] Luego, durante la “naciente” República, muchos se preguntarán por qué los negros querían fundar su propio partido, un hecho que ha sido, con tristeza, silenciado por la historiografía cubana en no pocas ocasiones, por disímiles motivos, entre los que sobresale, la participación de José Francisco Martí Zayas Bazán, el Ismaelillo[2], dentro del cuerpo represor del alzamiento, aunque también pasa por la vergüenza de la propia comunidad afrocubana sobre el desenlace final de esta historia.

En la República, los negros y mulatos seguían sufriendo la situación social muy desventajosa en que los dejaron la esclavitud y el sistema colonialista, más la dura marca del racismo. En agosto de 1908 se fundó una agrupación política, convertida pronto en PIC, que se propuso organizar la lucha por igualdad efectiva y derechos específicos, utilizando las vías legales del sistema político y de la libertad de expresión. Sus dirigentes principales fueron el veterano Evaristo Estenoz, el coronel Pedro Ivonnet -un héroe mambí de la invasión y la campaña de Pinar del Río-, Gregorio Surín, Eugenio Lacoste y otros.[3]

No es menos cierto que también para algunos cubanos, lo que le sucedió al PIC, era algo merecido, sobre todo, porque eran personas que arrastraban rasgos trasnochados del mambisado, como resolver cualquier conflicto social con una guerra de manigua, sin apelar muchas veces a la civilidad. Dentro de las figuras históricas relacionadas con esta práctica, sobresale Quintín Banderas, muerto durante la llamada Guerrita de Agosto en 1906 y uno de los líderes de la lucha por la racialidad en Cuba. Cabe destacar que gracias al arrojo de un sacerdote local, su cuerpo fue rescatado de la fosa común en la que había sido sepultado y entregado a su familia para que le pudieran ofrecer una digna sepultura.

Entre las causas del alzamiento sobresale la no derogación de la Enmienda Morúa, una ley impulsada por el senador negro, Martín Morúa Delgado, uno de los principales dirigentes del Partido Liberal; un hombre que en su momento llegó incluso a ocupar una responsabilidad de ministro, durante el gobierno de José Miguel Gómez; la misma hacía referencia a la prohibición de: “crear partidos políticos integrados por personas de una sola raza, origen social o clase.”[4] Esto automáticamente invalida al PIC, porque ellos fundamentalmente eran un partido integrado por negros y mestizos. Y le asegura al Partido Liberal mantener el voto de este sector de la población sin fraccionarlo con otro movimiento político.

Morúa llegó a publicar en el periódico El Camagüeyano el 25 de febrero de 1910:

“Esa gente me combate porque envidian mi posición política que garantizo ningún negro en Cuba pude adquirir, incluso Juan Gualberto Gómez por más que él se esté metiendo bajo el ala del gobierno. Yo estoy comprometido a terminar con ese partido y lo acabaré, porque no me conviene que llegue hasta las próximas elecciones.”[5]

Para entrar en el contexto en que se produce el alzamiento, es oportuno conocer la negación de múltiples derechos sociales y políticos, a los que eran sometidos los negros en la Cuba de los primeros años del siglo XX. Los parques y otros sitios de esparcimiento social, tenían delimitada la zona de acceso según estrato social y raza, y me cuenta mi abuela, que en su pueblo en “Las Villas”, los negros no podían entrar al parque a sentarse; a ellos nada más les estaba permitido transitar por sus alrededores. Solo baste decir que resultaba una utopía ver personas de color dentro de algunos de los mejores colegios de la Isla, incluso aunque poseyeran los requisitos económicos de su matrícula. En esto, tristemente, muchos de las escuelas religiosas no fueron la excepción. En ocasiones, intentamos pensar la historia deseando que no hubiese sucedido, pero la realidad suele prevalecer y mostrarnos una prueba irrefrenable de la verdad. En los años subsiguientes a la masacre, se puede apreciar como un silencio cómplice de muchos de los protagonistas, las autoridades blancas lo hicieron con cierto grado de vergüenza por el genocidio cometido y los negros por el alzamiento que no debieron haber hecho.

Entre mayo y julio de 1912, sobre esto se manejan varias fechas, estalla el alzamiento del PIC, 26 años después de que se hubiera aplicado la abolición de la esclavitud en Cuba. Sus actores principales, conocían muy bien a lo que se estaban enfrentando, al iniciar una especie de guerra de razas en el oriente del país. Es bastante injusto, reducir todo el PIC, a la derogación de la Enmienda Morúa, porque sus propuestas eran mucho más abarcadoras y hablaban de lograr una justicia social que beneficiara a toda la nación. Aunque considero que era un movimiento con un marcado perfil racial, en los últimos tiempos se han hecho estudios demostrando la participación de algunos blancos en las luchas promovidas por el Partido, pero ciertamente el grueso eran personas negros.

Siempre me ha parecido interesante que el órgano oficial del partido, el periódico Rebelión, tenía en una esquina a Maceo y en la otra a Martí, un hecho que dice bastante de las aspiraciones del mismo. Cuando intentemos comprender el contexto que provocó la masacre del PIC en 1912, no podemos dejar de analizar la figura de José Miguel Gómez, uno de esos generales y doctores que ocuparon la presidencia de nuestra nación en las primeras décadas del siglo XX. Un hombre con pensamientos contradictorios, como cualquier ser humano, capaz de lo mejor y lo peor, diría un buen amigo historiador; para muchos estudiosos de esa época, es esa figura que llega al poder y mira hacia lo cubano, e incluso impulsa una serie de medidas sociales favorables como la jornada laboral de ocho horas, pero también se le atribuyen una serie de lacras políticas durante su mandato que siempre llevará a cuestas el asesinato de miles de negros.

Durante el centenario de la matanza de los Independientes de Color, algunos activistas de la sociedad civil del movimiento afrocubano, propusieron y llevaron a cabo una campaña para sabotear e incluso tumbar, el monumento dedicado a José Miguel Gómez en la Avenida de los Presidentes. Aunque no estemos de acuerdo con algunas de sus actuaciones presidenciales, me parece que una estatua de un héroe de la guerra de independencia no debe ser descuartizada por decisiones políticas.

Algo que a no pocos intelectuales y estudiosos del sector afrocubano le ha llamado la atención en esa época, es la postura de Juan Gualberto Gómez, que nunca se sumó a la causa de movimiento, e incluso lo miraba con cierta reticencia; esto viniendo de un intelectual negro de su calibre, puede ser al menos revisable, en pos de comprender mejor el triste desenlace del movimiento.

Al intelectual cubano Fernando Martínez Heredia, una de las personas que impulsó con fuerza el llegar a la verdad de los hechos ocurridos en 1912, le causaba mucha alegría recordar que la “Clave a Maceo,” de Sindo Garay, era dedicada a todos los muertos del PIC. Esta composición musical, tiene un desarrollado contenido patriótico y político en su interior, en ella, Sindo va recorriendo desde la música una variedad significativa de hechos históricos.

Evaristo Estenoz y Pedro Ivonnet son los dos principales líderes del PIC, sus nombres aún son visibles en algunos poblados del campo oriental que es donde estalla con mayor fuerza la rebelión en 1912. “El joven Evaristo Estenoz fue uno de los que respondió al llamado de José Martí y participó el 24 de febrero de 1895 en el alzamiento de Ibarra, provincia de Matanzas, junto con Juan Gualberto Gómez y el estudiante Juan Tranquilino Latapier; eran hombres, como se decía entonces, “de color”.”[6]

Un gran debate en torno al alzamiento tiene que ver con el hecho de su consideración como una guerra de razas. Algunas de las posturas arguyen que dada la amplitud de las demandas del movimiento, no debe ser visto solo como un conflicto racial, ya que sus aspiraciones beneficiarían a todos los cubanos. Pero, no es menos cierto que hablamos de una rebelión encabezada en más de un 90% por negros, y esto también es un factor a considerar. El número de muertos tras la insurrección también varía en dependencia de los lentes con que se observe la historia, para sus detractores fueron 1000 y para sus partidarios llegaron hasta 6000, sea cual sea, la cantidad es brutal, teniendo en cuenta la población cubana de aquella época que no era muy amplia.

La satanización de este movimiento político se ha construido posteriormente en la historia de distintas maneras, para Machado la peor alianza que hubiera podido existir en la Historia de Cuba, era la alianza entre el PIC, los ñáñigos y los abakuá. Es importante recordar que hablamos del primer partido en América Latina con una identidad racial, compuesto en su mayoría por mambises, herederos de la estirpe de Maceo y que luego fueron excluidos de los beneficios sociales de la “nueva República”, incluyendo el formar parte de ese movido mundo que animaba el complexus político de aquellos primeros años del siglo XX.”[7] Para ese entonces en los estratos más pobres de la nación existía el saber popular, de que gobierne quien gobierne, esa persona no va a resolver su problema. También creo necesario aclarar que al movimiento no se sumaron todos los negros de Cuba, pero sí, una parte importante de la población afrocubano del país.

Es oportuno comprender que el alzamiento de los Independientes, sobre todo, fue un hecho que tuvo una sonada resonancia en el sur del oriente cubano. Algunos se pueden preguntar por qué realizar la sublevación en 1912, además de conmemorarse diez años de la nueva República, resulta ser, que al año siguiente había elecciones en el país. En esa época, no había una polémica fratricida entre los partidos liberales y conservadores en Cuba, porque los dos tenían la misma raíz y mover ese tablero de ajedrez, por supuesto que generaba cambios en el diseño de la estrategia por alcanzar el poder.

Dentro del movimiento había muchos ex-oficiales de Calixto García, pero sería muy absoluto, testificar que todos sus exponentes eran ex-combatientes, también hubo mucha gente que había crecido en los primeros años del siglo XX, y se afiliaron a la organización por su programa de reformas sociales. El PIC en Cuba, plantea un peligro para todos los partidos que se movían en la época, porque podía alterar el curso habitual de la gesta política por alcanzar el poder con un discurso renovador. “Algunos líderes negros del momento como Margarito Iglesias, Sandalio Junco, les interesaba más la revolución mexicana que el PIC. El ciudadano medio cubano, por lo general piensa que será más de lo mismo.”[8] Los dos núcleos fuertes del alzamiento son La Maya y Alto Songo, en una región donde estaban desmovilizadas algunas tropas mambisas y se produce un choque en esas zonas con las grandes empresas norteamericanas. Ese enfrentamiento capitaliza el movimiento de lucha por los derechos de los negros en el país y su partido. El nivel de represión fue por todo el país, el PIC, se había extendido por toda la Isla, pero su núcleo duro era el corazón de Oriente.

En el año 2012 con motivo del centenario de esta masacre se hicieron algunos encuentros para sondear la temática; la idea era poder comprender este alzamiento como una clave necesaria, en pos de comprender la integración entre blancos y negros. Aún faltan muchas voces por expresarse sobre lo que ocurrió con los afrocubanos en aquel fatídico 1912. Este tema debe seguirse profundizando, conociendo que su trágica historia moviliza la sensibilidad de no pocas personas. De ahí que en 2019 se decidiera realizar una misa en homenaje a todos los negros caídos durante la represión. Por su espíritu guerrero y el desconocimiento de las nuevas generaciones sobre su genocidio, sin lugar a dudas, merecen una película los integrantes del PIC.

 

Referencias

1Idea resumida por el autor de la intervención de varios historiadores en el documental, 1912: Voces para un silencio, dirigido por Gloria Rolando.

2Joel James Figueroa, el gran historiador santiaguero, nunca quiso compartir este hecho para no desconfigurar la imagen del hijo de Martí. Nota tomada por el autor durante la conferencia impartida en el fórum Loyola, por Gloria Rolando, directora de una serie de tres documentales sobre el Partido Independientes de Color.

3Heredia Martínez Fernando; Los Independientes de Color, cien años después; http: //www.lajiribilla.cu, revisado por el autor, el 8 de junio de 2019.

4Rosa María García Vargas; Los Independientes de Color, una lección para no olvidar; http://www.tiempo21.cu, revisado por el autor el 8 de junio de 2019.

5Nota extraída del capítulo 2 del documental Voces del Silencio, dirigido por Gloria Rolando. Este documental ha tenido un gran reconocimiento por parte de la crítica especializada en el alzamiento y la comunidad afrocubana.

6“…me impresionó la coincidencia, pero sobre todo que los implicados fueran participantes de la Revolución del 95. Aquella experiencia había formado la conciencia política y las actitudes cívicas de los más jóvenes, y definido el lugar histórico que alcanzó el más maduro, Juan Gualberto Gómez.” Ibídem 3. Consultada por el autor el 8 de junio de 2019.

7Frase descriptiva de la sociedad cubana de aquellos años de la República, utilizada por el historiador y profesor del Instituto superior de Arte (ISA) Mario Castillo, que ha sido promotor de volver a llevar a la historiografía cubana el tema del Partido Independiente de Color y ver su vigencia en nuestra actualidad.

8Nota tomada por el autor de la intervención del historiador y profesor del Instituto superior de Arte (ISA), Mario Castillo en el Fórum Loyola Reina cuando se debatió sobre los pormenores del Partido Independientes de Color.

 


  • Julio Norberto Pernús Santiago (Cienfuegos, 1989).
  • Licenciado en Comunicación Social.
  • Máster en Historia Contemporánea con mención en Relaciones Internacionales.
  • Redactor de la publicación católica Vida Cristiana.
  • Coordinador de la Comisión de Estudios de la Historia de la Iglesia en América Latina (CEHILA) sección Cuba.
  • Miembro de SIGNIS Cuba.
  • Reside en La Habana.
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