MENSAJE de la CONCUR

Foto tomada de internet

 

  • “Tengo fe en el mejoramiento humano, en la utilidad de la virtud y en ti…”
  • La Habana, 19 de marzo de 2020
  • Fiesta de San José, Patrono de la Iglesia Universal.

En el día de la Solemnidad de San José, Patrono Universal de la Iglesia, a quien Dios encargó la delicada misión de custodiar a dos de sus más grandes tesoros: Jesús y María y que, junto a ellos, pasaría por momentos difíciles y enfrentaría serias dificultades, a las que pudo asumir apoyado en la confianza en un Dios providente, que jamás abandona a su Hijo amado ni tampoco a la mujer humilde de Nazaret, es que queremos poner bajo su fiel custodia a todo nuestro pueblo.

De igual forma, en nuestra historia nacional, tenemos a otro José -José Martí- quien también, en tiempos tan distantes y diferentes, soñó con el bien y un “bien con todos y para el bien de todos”. En este día esperamos que la santidad de San José y el sueño de nuestro Apóstol nos mueva a todos a ser mejores, a vivir la virtud, a empeñarnos por hacer de Cuba una casa en la que todos los que la habitamos nos sintamos responsables y, de esa forma, seamos capaces de afrontar los desafíos que la misma vida nos presenta.

Este sentido de responsabilidad por el bien común es lo que nos cuestiona, como religiosos y religiosas insertados en la vida de nuestro pueblo, cuál es el aporte que podemos brindar y compartir, especialmente cuando, en la vida diaria, así como a través de los numerosos comentarios en las redes, sentimos y hacemos nuestras las preocupaciones por todo lo que estamos viviendo con la pandemia del Covid-19. Este sentimiento es el que nos mueve a hacer llegar a todos, desde el que se siente más pequeño que, tal vez piense que su aporte es mínimo, hasta las autoridades, quienes tienen la responsabilidad de proteger la nación y velar por el cuidado y el bienestar de todos. Lo hacemos con la seguridad de que todos valoramos la magnitud de la situación a causa de la virulencia y rapidez de su propagación.

Por este motivo, pedimos a las autoridades del Gobierno y, en específico, del Ministerio de Salud Pública, a quienes corresponde “el deber de decidir y tomar las medidas necesarias por el bien del pueblo” 1, que tengan en cuenta que, como seres humanos, todos somos frágiles y, por tanto, cuando expresen sus orientaciones o normativas -sea a través de la televisión, los informativos o los periodistas que presentan los análisis de la pandemia-, que el tono de las mismas permita que las recibamos de tal forma que evite incrementar la incertidumbre que propicia una mayor tensión e, incluso pánico, en la población.

Valoramos la formación profesional de nuestros médicos, enfermeras, enfermeros, y personal del ámbito de la salud2 y, a su vez, sabemos de su calidad humana al estar siempre disponibles para responder a las necesidades de cuantos los necesiten. No dudamos del deseo de bien y de solidaridad que siempre nos ha caracterizado como pueblo, no queremos ni debemos renunciar a ser solidarios.

Por ello, para ser consecuentes en la custodia de nuestras vidas, la de nuestros ancianos, la de nuestros jóvenes y niños, consideramos necesario y pedimos: el cierre de las fronteras marítimas y aéreas, que se detenga la entrada de turismo al país, que se decrete el aislamiento social: la suspensión temporal de los centros educativos, la reducción de los horarios laborales (al menos un 50%, así como la propuesta de trabajo desde las casas, que se continúe trabajando por proveer al pueblo de los recursos de alimentación y aseo indispensables para vivir este momento, así como ofrecer información actualizada y veraz de la evolución de la situación epidemiológica. En muchas ocasiones custodiar la vida implica decisiones que no nos gustan3, pero que son necesarias; pensemos cuántas veces en nuestra vida tenemos que hacer opciones que implican renuncias por un bien mayor, como hizo San José al salir de noche, junto con María porque peligraba la vida del Niño. Por ello, queremos unirnos a otras instancias que han solicitado estas medidas para evitar, cuanto antes, que aumente el sentimiento de desprotección presente en un buen número de personas y, de esa forma, mantenernos en nuestras respectivas casas, como una medida de disciplina ciudadana que contribuya al bien de todos.

Así mismo, al agradecerles a nuestros obispos que nos han invitado a la calma y a la paciencia, también les pedimos que continúen protegiéndonos como ovejas del rebaño. Para ello, nos permitimos proponerles (al igual que a las otras denominaciones cristianas) que suspendan todas las celebraciones públicas, que nos ayuden a valorar la oración más allá de los templos o lugares de culto, a orar en familia, como Iglesia doméstica, ya que “familia que reza unida, permanece unida”. Este es un momento para rescatar algunos valores que quizás se han ido diluyendo en un mundo donde prevalece el activismo, por ejemplo: la unión familiar y entre las generaciones en un mismo hogar, las muestras de cariño, la comunicación, entre otros. Dios permita que no perdamos esta oportunidad. Queridos obispos, sacerdotes y diáconos, impúlsennos, por favor, a volver nuestra mirada a Dios, a sosegarnos en su Palabra, a recordar y poner en práctica la comunión espiritual, como hoy el Papa ha exhortado en la Misa diaria que celebra con sus cercanos colaboradores en la Casa Santa Marta, donde reside.

Finalmente, como parte del pueblo, queremos compartir con nuestras comunidades y con nuestra gente, sus temores, preocupaciones, inseguridades y, también, sus cuestionamientos. Es necesario auscultar lo que las personas experimentan en el silencio de sus corazones. Una pregunta que hacen, de una u otra forma, es: ¿cómo sabernos cuidados, cómo sentirnos seguros, qué posibilidades reales tendremos para enfrentar la pandemia, tanto desde el punto de vista médico como para el sustento diario, mientras dure esta triste experiencia?

También, como vida religiosa, nos permitirnos calificar como gesto bueno y solidario4 haberle posibilitado a las personas que pidieron ayuda como parte de quienes viajaban en el crucero, que la nave atracara en un muelle cubano y, en el día de hoy, pudieran viajar por avión hacia Londres. Con estos mismos sentimientos de reconocimiento, y como ya lo hemos expresado, también nos preocupa que las fronteras permanezcan abiertas, cuando hasta el momento la llegada del virus ha sido a través de este flujo de personas que han procedido de países donde hay alto nivel de contagio. Humildemente pedimos que se considere la posibilidad de cerrar el acceso a nuestro país.

Queridos hermanos, reciban este llamado como una invitación a volvernos a Dios, clamemos a Él que Él seguirá siendo nuestro pastor, nos seguirá conduciendo por buenos pastos y, aunque hoy caminemos por cañadas oscuras, no temamos porque Él está con nosotros (cf. Ps. 23,4).

“Vivimos un momento de confiar, adorar y estar. Queremos, como vida religiosa, ser e invitar a ser, contemplativos en la acción: tener manos que trabajen y cuiden, pies fuertes en la verdad, y corazones que vivan de rodillas en ese templo sagrado que es la vida del hermano, de nuestro país y de la humanidad.”

Que la Virgen de la Caridad, nuestra buena Madre, nos proteja. Ella, que sabe estar a la altura de cada momento, nos ayude a encontrar en su corazón maternal el refugio verdaderamente seguro: su corazón tierno que nos deja serenos, que nos devuelve la paz y nos susurra allí en lo más hondo: “¿No estoy yo aquí que soy tu madre?”5

Con profundo cariño, unidos en la oración,

Junta Directiva de la CONCUR.

Referencias

  • 1 Homilía del Papa Francisco, Casa Santa Marta, 12 de marzo de 2020.
  • 2 Un buen número de religiosos y religiosas miembros de la CONCUR ejercen su servicio vocacional y profesional en centros asistenciales y de salud en varias diócesis de Cuba.
  • 3 Homilía del Papa Francisco, Casa Santa Marta 12 de marzo de 2020.
  • 4 Cf. Lc. 10, 25-37.
  • 5 Palabras dirigidas por la Virgen de Guadalupe a San Juan Diego en el Cerro del Tepeyac, México.

 

 

 

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