El más austero y honrado presidente de Cuba

Martes de Dimas

En la escuela primaria en Bayamo, donde curse hasta el quinto grado, en la asignatura Moral y Cívica se hablaba de un bayamés con mucho respeto y orgullo, por patriota y por ser hijo ilustre de esa ciudad. Después, cuando trabajaba en una pequeña factoría donde se elaboraba picadura a partir de las hojas de tabaco, tenía que pasar diariamente por su casa natal, en la que me detenía una y otra vez a leer las palabras grabadas en la placa situada en la pared de su hogar natal. Por ese recuerdo y por lo que escuché de él en los debates entre tabaqueros, su figura siempre la tuve cerca.

Tomás Estrada Palma (1835-1908), maestro y político, durante la Guerra de los Diez Años ocupó los cargos de Secretario de Guerra, de Relaciones Exteriores y de Presidente de la República. Participó en la formación del Partido Revolucionario Cubano y sustituyó a José Martí como Delegado al caer éste en combate. Fue designado ministro plenipotenciario del gobierno provisional de la República de Cuba en la emigración. y en Honduras fue director del Servicio Postal, donde estableció las normas para la correspondencia interna y externa e incorporó a ese país a la Unión Postal Universal.

Aprobada la Constitución de 1901 y convocadas las primeras elecciones presidenciales, Estrada Palma, que trabajaba como maestro en Nueva York, fue nominado y resultó ganador. Regresó a Cuba por el puerto de Gibara y desde allí inició una gira por todo el país hasta arribar a la capital, el 11 de mayo de 1902, donde fue recibido por decenas de miles de habaneros. Al ser reconocido su gobierno por países como Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia y México -entre otros- a pesar de la Enmienda Platt, Cuba ingresó al concierto de naciones como República independiente.

En su administración hizo énfasis en un sistema tributario moderno; mejoró la enseñanza pública, a la que dedicó el 25% del presupuesto nacional; aumentó el número de escuelas a 3 712 y creó las aulas de Kindergarten. Con orgullo, decía que su gobierno tenía más maestros que soldados. Además desarrolló la ganadería, la industria azucarera, el tabaco y el café; pagó a los veteranos de forma vitalicia y prohibió los cargos públicos en los que se cobraba sin trabajar.

La honradez administrativa

Entre 1895 y 1898, durante sus labores al frente de la delegación cubana en Estados Unidos, Estrada Palma dio pruebas fehacientes de su honradez administrativa. Aunque abandonó las fuentes de sus holgura económica y el empleo como maestro, rechazó la regla de mantenerse con los fondos de la delegación. Hipotecó su casa, ubicada en el Central Valley, cerca de Nueva York y quedó en una situación económica desesperada. Negado a ser mantenido por el Partido Revolucionario Cubano, la ilustre Marta Abreu, quien puso su riqueza en función de la independencia, desde París, le envió un giro de 1 500 pesos para pagar la hipoteca, giro que Don Tomás no aceptó. De igual forma el propietario de The New York Herald le ofreció recaudar dinero en su nombre, mientras otros gestionaron para que Charles Magoon le ofreciera apoyo económico. La conducta de Estrada Palma fue invariable: la negación.

Durante su presidencia (1902-1906) implementó leyes económicas austeras, basadas en mayores ingresos y pocos gastos. El tesoro público, que contaba solo con medio millón de dólares, tres años después tenía un superávit de 26 millones. Como Presidente prefería tomar vehículos públicos en vez de usar autos privados. Por su conducta se popularizó la frase: “Don Tomás puede gobernarnos con tazas de café”. Por último, cuando debido al alzamiento contra su gobierno en agosto de 1906 renunció a la presidencia, en lugar de aceptar el retiro que le correspondía como maestro en Estados Unidos, decidió, de forma irrevocable, abandonar la vida pública y regresar con su familia a la vida en el campo. A la oferta del general interventor, William H. Taf, de trasladarlo en un acorazado, lo rechazó y partió en tren a Matanzas, para luego continuar hasta Bayamo, donde estaba ubicada la finca que heredó de su familia. Por todo ello, Estrada Palma ha sido hasta hoy el presidente cubano más austero en el manejo de los bienes públicos.

El 4 de noviembre de 1906, en Santiago de Cuba, murió pobre, rodeado del amor de su esposa, Genoveva Guardiola Arbizú y de sus hijos. Su deseo expreso fue que lo inhumaran en el cementerio Santa Ifigenia, cerca de la tumba de José Martí

La reelección

Antes de concluir su mandato, personas de su confianza lo convencieron de presentarse a la reelección. Aunque antes había rehusado afiliarse a ninguna agrupación política de las existentes, Don Tomás aceptó inscribirse en el Partido Moderado.

El artículo 96 de la Constitución de 1901 definía la duración del mandato presidencial en dos períodos consecutivos de cuatro años. Es decir, el conflicto surgido alrededor de la reelección no radicaba en la ilegalidad. Sin embargo, para obtener la mayoría en el Congreso y asegurar la victoria, creó el Gabinete de Combate para depurar las oficinas gubernamentales, alcaldías y otras instituciones en perjuicio de sus oponentes. En ese conflictivo contexto, con la abstención del Partido Liberal y la oposición de figuras históricas como Juan Gualberto Gómez y el General Máximo Gómez, Don Tomás resultó “electo” y asumió el segundo mandato presidencial el 20 de mayo de 1906.

La respuesta de los liberales, encabezados por el General José Miguel Gómez, fue el alzamiento armado de agosto de 1906, que ocasionó cuantiosos daños materiales y pérdidas de vidas humanas; entre ellas los asesinatos del coronel Enrique Villuendas y del General Quintín Banderas.

En un manifiesto fechado el 1 de septiembre los alzados propusieron una negociación que contenía, entre otras propuestas, cesar las hostilidades, liberar a los condenados por actividades relacionadas con las elecciones, declarar vacantes los cargos de presidente y vicepresidente de la república, gobernador civil y consejero provincial. Estrada Palma, por su parte, exigía la deposición de las armas como condición para negociar.                      

La intransigencia desembocó en la suspensión de las garantías, la solicitud de la intervención norteamericana y la decisión irrevocable de su renuncia.

Según Hortensia Pichardo, el presidente Teodoro Roossevelt, evitando por todos los medios la intervención, remitió una carta a Estrada Palma, en la que prácticamente le imploró que no renunciara y le advirtió, que si bien era cierto que su gobierno no podía sobrevivir ante semejantes circunstancias, su tozudez terminaría por hundir al país.[1]

El 28 de septiembre, junto al Vicepresidente y los secretarios de despacho, Estrada Palma presentó su renuncia al Congreso y el país quedó bajo un Gobierno Provisional, encabezado por el Secretario de Guerra de los Estados Unidos, William H. Taft.

Su conducta

En la conducta de Estrada Palma hay dos factores que no pueden obviarse: El primero, su valoración de Estados Unidos, país en el que residió durante 24 años y al que admiraba profundamente. 2- El segundo, por sus vivencias durante las luchas por la independencia, consideraba que el pueblo cubano carecía de formación para vivir en libertad: Cuba -decía- es una República sin ciudadanos.

Acerca del primer factor, para juzgar a Estrada Palma como anexionista, si es que fuera el caso, no se puede obviar que Norteamérica era un modelo a imitar en democracia, eficiencia y desarrollo. Eso explica que, para muchos patriotas, el ideario de independencia no estaba reñido con la posibilidad de la anexión, como ocurrió en un momento determinado con Carlos Manuel de Céspedes e Ignacio Agramonte[2] y como ocurre hoy, que por el desastre económico y la falta de libertad una parte considerable de los cubanos hayan huido hacia ese país y otros muchos desean hacerlo.

Acerca del segundo factor, los hechos ocurridos posteriormente lo confirmaron. En las elecciones de 1909 se impuso el General José Miguel Gómez, uno de los presidentes más corruptos que hubo en Cuba y ocurrieron varias guerras y guerritas entre caudillos después de su administración en la República de Generales y Doctores, que Carlos Loveira retrató en su famosa novela. Lo peor, es que después de 1959 se institucionalizó la ausencia de libertades ciudadanas, lo que explica la ausencia del ciudadano en la Cuba de hoy.

La Habana, 10 de abril de 2020

  • [1] Pichardo, Hortensia. “Documentos para la historia de Cuba”, tomo II, pp.284-285
  • [2] Aparicio Raúl. Sondeos. Habana, Ediciones Unión, 1983, ´pág. 237-244

 


  • Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
  • Reside en La Habana desde 1967.
  • Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
  • Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
  • Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
  • Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
  • Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).
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