Por Leonel Antonio de la Cuesta
Con motivo del deceso de María Cristina se han publicado en Miami algunos datos errados referentes a su formación académica. Como coedité con ella varios libros, tengo en mi poder su hoja de vida. Con vista a la misma transcribiré los datos correctos y después pergeñaré un manojo de vivencias e impresiones personales fruto de los largos años de amistad que compartimos.
María Cristina nació el 7 de agosto de 1934 en la vieja ciudad de Santiago de Cuba. Cursó allí los estudios primarios y secundarios en el colegio del Sagrado Corazón y en 1951, obtenido el bachillerato, se matriculó en la Facultad de Filosofía y Letras de la entonces joven Universidad de Oriente, cuyo lema “Ciencia y Conciencia” personificó como pocos. Se especializó en estudios filosóficos-sociales y deseosa de enseñar Lógica, se inscribió tras obtener la licenciatura correspondiente en cursos de posgrado en Columbia University en Nueva York. Más adelante volvió a Santiago donde, como quería enseñó lógica en su Alma Mater.
Los avatares de la vida política cubana la forzaron a exiliarse y ya en Miami obtuvo una maestría en educación por Barry College, hoy Barry University. Pasó luego a realizar estudios doctorales en Catholic University of America, Washington D. C. Allí colacionó un Ph.D. en educación internacional. Su tesis doctoral versó sobre la educación en Chile, por la cual recibió la felicitación de Eduardo Frei, entonces presidente de ese país.
Desde 1970 hasta su retiro hace pocos años enseñó en Miami Dade Comunity College, hoy Miami Dade College, donde alcanzó los más altos rangos académicos. En los años 80 decidió seguir los cursos necesarios para obtener un certificado en traducción en Florida International University. Casi de inmediato aprobó el examen profesional de American Translators Association (ATA) que la certificó como traductora profesional en inglés y español. En los últimos años de su vida, especialmente después de su jubilación, ejerció con buen éxito esta profesión.
Como autora, editora o traductora, publicó varios libros, pero su más destacada labor intelectual fue la fundación en 1969 del Instituto de Estudios Cubanos (IEC). Antes de seguir adelante, quiero destacar que conocí a Maria Cristina en 1955 en ocasión de una reunión de Pax Romana, un movimiento de estudiantes e intelectuales católicos, que hubo de celebrarse en la Universidad Católica de Santo Tomás de Villanueva en La Habana, donde yo estudiaba el primer año en la Facultad de Derecho. Aunque después perdimos el contacto, a partir de la década de los 70 reiniciamos nuestra amistad que perduró hasta su muerte. En este lapso me incorporé al IEC. Esta institución es de las pocas agrupaciones del exilio donde se respetan todas las convicciones y creencias a condición de que cada una sea respetuosa de las demás. En el registro de socios han estado asentados en algún momento los nombres de personas representativas tan diversas como Mons. Eduardo Boza Masvidal, Lourdes Casal, Carlos Alberto Montaner o Nelson P. Valdés. Por desgracia el Instituto no ha llegado a desarrollarse al nivel institucional que merece, a pesar de contar entre sus socios con destacadísimos cubanólogos, como Jorge I. Domínguez y Carmelo Mesa Lago, por citar solo dos.
En el orden personal María Cristina fue una mujer de una generosidad extraordinaria. Su casona de Coral Gables siempre estuvo abierta para cualquiera de sus amigos que la necesitara. Fue una incansable organizadora de actos de naturaleza intelectual y social siempre en relación con la gran pasión de su vida: Cuba.
María Cristina siempre vivirá en nuestro recuerdo y en el de las generaciones que nos sucedan. Fue una excelente compatriota, hija, amiga y colega.
Requiescat in Pace!