María Cristina Herrera, pionera del diálogo entre cubanos

Por Carmelo Mesa-Lago
María Cristina con Gerardo Martínez Solanas y Rafael Rojas.

María Cristina con Gerardo Martínez Solanas y Rafael Rojas.
María Cristina Herrera dedicó su vida a fomentar el diálogo civilizado, primero entre los emigrados cubanos y después con la gente de la Isla. Parapléjica, tenía una extraordinaria energía y puso todos sus recursos humanos y materiales en servicio de esa causa.
María Cristina Herrera dedicó su vida a fomentar el diálogo civilizado, primero entre los emigrados cubanos y después con la gente de la Isla. Parapléjica, tenía una extraordinaria energía y puso todos sus recursos humanos y materiales en servicio de esa causa. Falleció el pasado viernes en Miami.
No cejó ante el ataque despiadado de los intolerantes de ambas orillas. En Miami pusieron una bomba en su casa, donde vivía con su madre muy anciana; en una reunión en la Universidad de Harvard un energúmeno le espetó “¡roja coja!”.
Después de varios viajes a Cuba, donde siempre fomentó un diálogo respetuoso, franco, serio y crítico, le negaron la entrada por dos decenios. Una gestión de última hora hecha por un prelado católico para que, simbólicamente, le fuese permitido el regreso a la Isla que tanto quería (ella llevaba meses entrando y saliendo del hospital y no podía viajar), fue rechazada por un burócrata mezquino.
CONTRA LA INTOLERANCIA
Hablé con ella después de mi regreso de La Habana después de 20 años de ausencia involuntaria. Le conté que en la Semana Social Católica, Jorge Domínguez le había rendido homenaje por su labor pionera en el diálogo; ella tenía ganado un puesto de honor entre nosotros. También que un programa del evento había sido dedicado a ella con amor y firmado por los asistentes. Ya casi no podía hablar y se alegró mucho, “ya estoy lista” me dijo. El día que iba a entregarle el programa entró por última vez en el hospital.
No descansará en paz hasta que vea la reconciliación entre todos los cubanos y una Cuba con equidad social, soberanía nacional, prosperidad económica y respeto a los derechos humanos y políticos. Hay quienes creen que eso es una quimera, pero vale la pena dedicar la vida a ella, en vez de al odio, el fanatismo y la destrucción.
Te prometo que los que por 40 años luchamos contigo, seguiremos tu camino de sacrificio y dedicación frente a las intransigencias de los dos extremos.
Publicado en El País el 05/07/2010 y enviado por su autor para este dossier.
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