A mal tiempo, buena cara…

Viernes de Rosalia

Paciencia, tolerancia, serenidad, simpatía y amor, son algunas de las actitudes y sentimientos que nos ayudan en nuestra vida diaria a enfrentar dificultades y contratiempos, dejando ver la forma de ser de los individuos que las aplican y destacando el ámbito social en el que se mueven.

El día a día trae consigo innumerables sucesos buenos y también malos, es inevitable para el ser humano erradicar los malos, pero si puede tomar el control de las situaciones y hacer de ellas un espacio menos crispado y más sosegado. Cuando las personas tienen algún tipo de problema que las afectan ya sea personal, laboral o social, es inevitable el no sentirse angustiado, pero no hay razón para revertir esta angustia en otros seres, dado que esto solo causaría una problemática mayor.

Creo que todas las personas alguna vez hemos experimentado el tener algún problema y reflejarlo en nuestro rostro y, además, tratar mal a la persona que nos pase por delante en ese momento o desquitarte con lo que tengan delante. Pero, pasado este estado irracional te das cuenta que has hecho sentir mal a otros por tu actitud, o has roto la hermosa planta que sembraste en familia, o tienes que responder a un proceso por desorden público etc… El respeto hacia nosotros mismos y hacia el prójimo, siempre debe estar presente, sin exclusiones.

Un ejemplo importante está en el trato que se le da a la tercera edad, o como muchos conocen los llamados abuelitos. Esta etapa tan hermosa de la vida en la que se tiene cultivada una sabiduría, una experiencia, un camino y algunos resabios para compartirles a las nuevas generaciones, va acompañada de cambios descendentes a nivel físico, emocional y social. Por esto, es importante cultivar y dotarnos de virtudes como la paciencia, la tolerancia, la serenidad, cuando nuestros mayores no nos entienden, o cuando no saben cómo funciona el cajero automático, o cuando demoran más tiempo en pagar la compra, o cuando le enseñas como usar el móvil o Internet, o cuando le pides que vaya a un lugar que ya no recuerda bien, por citar algunos ejemplos. Acercarnos y tenderle la mano es la mejor solución, y si te encuentras con uno de esos abuelitos refunfuñones también haz lo mismo, pregúntate siempre como te gustaría ser tratado.

En el mundo laboral también es importante reflejar las mejores atenciones, hacer que el cliente se sienta bien atendido y comprendido, los problemas no desaparecen, pero tienen su momento de resolución. Claro que es vital el respeto y la comprensión mutua.

La realidad que viven algunos países es también un reflejo para el estado de ánimo de las personas, creando desánimo, malestar, incomprensión e inseguridad. Aun así, debemos pensar en los demás, no solo en uno mismo, hay que valorar las inquietudes y necesidades de cada ser y hay que involucrar al amor en todas ellas. Así, la vida será más placentera.


Rosalia Viñas Lazo (Pinar del Río, 1989).

Miembro del Consejo de Dirección del CEC.

 

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