Los últimos días – Poesía de Anisley Miraz Lladosa

Foto de Yoandy Izquierdo Toledo.

Los últimos días

por la actuación de Patricio Wood y Jorge Martínez

  • Diego espera tatuado en una sábana.
  • Miguel acude a su mortuorio cada tarde,
  • a la misma hora,
  • para hacerlo tragar sus barbitúricos,
  • dolorosamente,
  • de la forma en que llegan las pesadillas.
  • Diego tuvo amores, muchos;
  • vivió cagándose en el tiempo,
  • la superficie del planeta,
  • los cimientos para el camino al Cosmos.
  • Miguel tiene la piel vacía,
  • los ojos al revés.
  • Piensa que el tiempo ya no existe:
  • solo repiquetea con triste voz de alarma
  • en un reloj cansado
  • el momento justo de recordarle a Diego
  • que se extingue.
  • Diego escucha el grito del reloj,
  • abre los ojos y comienza a morir.
  • Miguel no tiene lágrimas
  • (sus lágrimas se secaron en aquel viaje trunco:
  • la pleamar las enjugó por siempre,
  • el salitre apagó su último intento de arrojarlas
  • cuando lo regresaron más vacío que un náufrago).
  • Diego tampoco llora: de nada le sirve suspirar
  • a un tatuaje borroso,
  • a un arañazo de la reminiscencia.
  • Miguel cambia sus pequeñas puntillas de colores;
  • el mapa tiene marcas,
  • la vecina, respuestas de que aún
  • no llegan los correos.
  • Miguel juega a sumar kilómetros,
  • equilibra demográficamente las argucias:
  • Los Ángeles-New York- Washington-Illinois-
  • Kentucky-Tennessee…
  • En cualquier momento abandona la isla.
  • El tiempo ya no existe,
  • solo una persistencia asecha.
  • Diego ríe custodiado por aves de rapiña
  • que espanta Miguel con gestos teatrales.
  • Miguel fue el único que lo resguardó,
  • pero se irá, como soñó toda su vida,
  • a Los Ángeles-New York- Washington-Illinois-
  • Kentucky-Tennessee… no importa dónde.
  • Entonces, antes de que todo ocurra,
  • llenarán sus copas de agua fresca
  • y brindarán por el futuro,
  • por los años felices.

Alice´s project

  • Corrige ese error, Alice, dice la Reina Roja,
  • un holograma de ti misma en su fuente de control.
  • Inmuniza la culpa…
  • El antídoto para el Virus-T
  • yace bajo las calles de Raccoon City,
  • en la fosa más profunda del Panal Umbrella.
  • La Humanidad hoy cae de rodillas,
  • los zombies rigen,
  • el hambre del acero podrido rige,
  • el masacrado cuerpo muerde…
  • Te golpearán, te ultrajarán,
  • pero darás una excelente lucha.
  • Destruirás a los clones,
  • aunque no todos caigan:
  • siempre habrá un genotipo que gobierne.
  • Borra las manchas, Alice.
  • La niña roja se asegura
  • que esté al máximo el nivel de realidad.
  • La niña roja es una emisión proactiva
  • controlando El Panal… ¡Qué buena eres!
  • Siempre das una excelente lucha…
  • Te digo mientras pienso
  • una muchedumbre infecta por el terrible Virus-T,
  • mientras compruebo si el germen se extermina,
  • la Humanidad se impone, o todo acaba ahí.
  • Existe una elegía inconclusa (o nada existe)
  • y el mundo sigue siendo una ruinosa urbe
  • al mismo tiempo.
  • La atalaya no tiene intimidad,
  • solo dolor y un viso verde gris,
  • solo trampas en su perímetro exterior.
  • Matar zombies es fácil:
  • un disparo, otro más,
  • una ráfaga a sus estúpidas cabezas.
  • Las cabezas estallan, lo difícil
  • es no contaminarse.
  • Razor y Claire los hacen detonar,
  • cientos, millares cubren el país,
  • esta ciudad en ruinas que es la patria,
  • apocalipsis orquestado,
  • almacenaje criogénico,
  • solo un clon de otro clon…
  • Corrige ese error, Alice.
  • Dice Red Queen mientras se apaga.
  • Cauteriza la falta…
  • Odié cuando lapidaron a Christian,
  • hubiese dedicado algunos versos
  • a su elemental belleza.
  • No obstante, termino de escribir,
  • escribo sobre Alicia.
  • Edifica el desliz, querida Alicia,
  • eres una buena luchadora…
  • Levántate otra vez.
  • El vomitivo para la toxina cotidiana
  • yace entre las piedras de esta ciudad,
  • en lo más profundo de ti misma.
  • Sigue tu cisco, Alicia, continúa tu guerra.
  • Mañana irás a la bodega
  • a buscar sal o huevos, y quizás todo falta,
  • a buscar un placebo, alguna inspiración…
  • Hoy todavía vas,
  • jubilada que afronta pedir dádivas,
  • sin saber a qué horas
  • el mundo se desliza hacia los sueños
  • sin emprender de una buena vez,
  • al final de todo, al borde del abismo,
  • tu proyecto de vida.

Óttepel

  • Miro el tiempo escapar
  • en el deshielo de ese haier que nos “donó”
  • la campaña de superioridad del Gran Tinglado,
  • y pienso que la revolución pudo ser otra cosa.
  • Veo que el tiempo no hace arqueos de culpa
  • ni le importa un carajo el estoicismo, la bandera prohibida,
  • los refugiados al borde de la línea de fuego,
  • mientras otro cuerpo físico, otra atma, otra budhi,
  • desmonta los hielos poderosos,
  • y el tiempo se escabulle tan lejos como puede
  • con esa prontitud de escarcha desmembrándose
  • gota a gota en la nevera nacional,
  • heroína de la República,
  • hecha de acero como Iósif Stalin,
  • y pienso que la revolución puede ser otra cosa;
  • que el derretimiento puede ser conmemorable,
  • si el tiempo lo permite,
  • como la política de  d e s e s t a l i n i z a c i ó n,
  • la independencia de los presos de Gulag,
  • o la avenencia con los imperios occidentales;
  • que óttepel es más que un término soviético,
  • un tomo dedicado a Jrushchov por Ilyá Ehrenburg…
  • Dentro, el enervado pollo no habita en solitario:
  • está lleno de cruces, miserias y fluxiones,
  • simulacros de colas sin final.
  • Hígado, filetes perciformes, todavía identificables,
  • se reblandecen, muestran sus olores profundos
  • y el excedente de agualeche
  • puesta a fuego muy lento,
  • producida con polvo de bodega y memorias gastadas,
  • sigue allí, sigue burlándose de todos
  • como falacia a fin de cuentas,
  • como timo absoluto.
  • Descongelado el haier: agua por todas partes,
  • otra maldita circunstancia,
  • el tiempo que se escapa gota a gota.

 


  • Anisley Miraz Lladosa (Trinidad, 1981)
  • Graduada en Diseño Gráfico en la Academia de Artes Plásticas
  • “Óscar Fernández Morera” de Trinidad.
  • Ganadora de premios y menciones en varios eventos literarios
  • como la Bienal de Jarahueca (2000), Literatura Infantil “Mercedes Matamoros” (2002),
  • Premio de la Ciudad Fernandina de Jagua (2003), Gran Premio Vitral de Poesía (2003)
  • y Premio Poesía Vitral (compartido) (2004).
  • Reside en Trinidad.
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