Por Livia Gálvez Chiú
¿Cómo escribir sobre mi experiencia en Praga sin que me acusen de exageración? Podría decir cualquier cosa: impresionante, maravillosa, increíble…y no logro abarcar lo que sentí.
Un tour mañanero nos mostró una ciudad que solo había visto en libros de cuentos y fotos. El fabuloso Castillo de Praga, el Puente de Carlos con más de medio kilómetro de longitud adornado con preciosas estructuras barrocas, donde se encuentra la estatua de San Juan Nepomuceno. Por supuesto que no perdí la oportunidad de rezar por el pueblo cubano ante este santo checo. La Catedral de San Vito, el Museo Nacional, indescriptibles. Pero la Plaza San Wenceslao, espacio donde tuvieron lugar manifestaciones pacíficas contra el sistema comunista, el balcón desde donde Václav Hável pronunció su discurso, las calles recorridas por los estudiantes, el monumento a los dos jóvenes caídos, tuvieron una especial significación desde el punto de vista histórico y sentimental para los cubanos que allí estábamos. Imagino que todos sabemos por qué.
Pero todas estas joyas que nos muestra la ciudad, se hacen pequeñas ante las joyas humanas que conocimos. Sí, el mejor tesoro de Praga lo constituye su gente. Gente orgullosa de su país, de su historia, pero que no siente el orgullo vano que alardea y muestra lo que tiene, sino el orgullo que los hace trabajar duro por los demás, el orgullo que alienta al otro, que tiende la mano al necesitado, aun cuando ese necesitado esté al otro lado del mundo. El orgullo que les hace decir: “esto lo hicimos bien, pero en esto otro no nos tomen como ejemplo”. Eso es lo que necesita un pueblo para salvarse. En una mano la crítica seria y en la otra, trabajo y soluciones. Aprendizaje continuo. Amor del bueno. ¡Qué bueno sería contar desde Cuba una historia parecida después de algunos años!
¡Gracias, Praga, praguenses! Gracias, República Checa, por pensar en Cuba, por regalarnos a un grupo de personas sencillas, la oportunidad de compartir con ustedes nuestros sueños para la Patria y dejarnos alimentar de los suyos!
Livia Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1971).
Licenciada en Contabilidad y Finanzas.
Miembro del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.