ENTREVISTA DE DAGOBERTO VALDÉS A CARMEN VALLEJO Y REY FEBLES A LOS 20 AÑOS DEL PROYECTO DE NIÑOS CON CÁNCER.
Carmen y Rey en el hospital junto a dos de sus niños enfermos
1.Queridos Carmen y Rey, a 20 años de esta aventura de servicio a los niños con cáncer, ¿cuál es la sensación que se siente al mirar para atrás?
Respuesta: Agradecimiento a Dios por haber puesto en nuestro camino a la Madre Teresa de Calcuta cuando nos encomendó amar a este grupo especial de niños y jóvenes enfermos de cáncer. Dolor humano al recordarlos cuando fueron al encuentro definitivo del despertar con Dios. Ellos nos enseñaron que la muerte no existe, que morir es volver a casa junto al Padre. Recompensa cuando recibimos testimonios de fe de niños y jóvenes; cuando sabemos que muchos padres han empezado a buscar a Dios. Regocijo al ver que muchos de nuestros niños y jóvenes–años después del diagnóstico de esa “terrible enfermedad” llamada cáncer– ya no lo es más. Algunos han tenido operaciones, metástasis y dolorosos tratamientos en más de una ocasión pero hoy día llevan una vida normal estudiando y trabajando. Nos da satisfacción verlos felices después de todo lo que les ha tocado vivir. Diciéndole sí a Jesús que es el camino, la verdad y la vida.
2.Ustedes, optaron por permanecer en Cuba: ¿ha tenido este proyecto algo que ver con esa decisión difícil y permanentemente desafiante?
Respuesta: Sí, y aunque nuestro proyecto va más allá de toda agenda política, religiosa y racial en un país como Cuba esta ha sido y es una decisión difícil y permanentemente desafiante. Resulta imposible tener una organización caritativa en la Cuba actual ya que las leyes existentes tendrían que cambiar, pero donde hay mundo hay un camino y sólo tenemos que encontrarlo. Jesús nos muestra día a día el camino, el momento. La vida como sabiamente nos enseñan nuestros niños—para nosotros ellos son los mejores maestros— se compone de momentos. Ellos son nuestro ayer, nuestro ahora y nuestro siempre. Estamos aquí junto a ellos quienes nos permitieron encontrar nuestro lugar en el mundo y a la vez nos dan la fuerza para tomar decisiones difíciles, desafiantes por ellos y para ellos. Madre Teresa nos recuerda en su bello poema: “La vida es un reto, afróntalo. La vida es un combate, acéptalo. La vida es la vida, defiéndela.”
3.¿Cuáles han sido las características que han marcado la relación de ustedes dos con la familia de los niños?
Respuesta: Nuestra relación se basa en el amor de Dios y en nuestro agradecimiento por permitirnos conocer y amar a sus hijos. Niños y jóvenes que nos han llenado de amor, de un amor que nos acompaña día a día. Los padres, sus hijos (as) enfermos, Rey y yo formamos una gran familia espiritual a la que se unen familiares cuyos hijos fueron al encuentro definitivo del despertar con el Padre.
4.Ahora centremos nuestra atención en ellos, en los que sufren a veces sin saber a dónde van y cómo luchar. ¿Cómo ven los niños y niñas enfermos de cáncer a Carmen y a Rey? Y ustedes, ¿qué ven en esas criaturas por encima y por debajo de las desconcertantes huellas de su enfermedad?
Respuesta: Una vez que la familia conoce el diagnóstico de que su hijo (a) “tiene cáncer” o más suavemente “tiene un tumor” en la mayoría de los casos se produce la negación de la realidad y aflora el sentimiento de culpabilidad. Es una pesadilla y la familia tiene ante sí la amenaza de un enorme costo emocional, económico, familiar y social.
Nuestros encuentros semanales en La Biblioteca de la Parroquia del Vedado intentan llevar a los niños (as), jóvenes y familiares al encuentro con Dios aceptando así su realidad con una actitud positiva porque con Él siempre hay esperanza. Tratamos de que vivan el momento con responsabilidad porque “ayer ya pasó, mañana no ha llegado aún y solo tenemos el ahora.”Así nuestro grupo ha encontrado en Jesús la luz que les ilumina el camino, la común-unión con Dios, la oración que les fortalece encontrando paz en medio de su dolor. Ellos se aman los unos a los otros de manera concreta.
Los jóvenes pacientes cuyo cáncer está en remisión les sirven de modelo a los más pequeños contestando sus preguntas, leyéndoles libros de cuentos, jugando con ellos a pesar de la diferencia de edad. Recuerdo a Talía de sólo 8 años quien tuvo una recaída en el pulmón y se encuentra ingresada con tratamiento. Yaneisi, de 25 años, Damara de 23, Dulce de 21 y Dianet de 18 —todas pacientes de cáncer—la visitan cada semana, juegan con ella y otros pequeños de la sala. A su vez Talía anima a otros más pequeñitos. Como su amiguito Luisito– un alegre pequeñín de sólo 5 años quien tiene un tumor cerebral– siguiendo el ejemplo de las más adultas. También recuerdo a Irene—una hermosa muchacha de solo 15 años y cuyo brazo derecho le fue amputado por un cáncer de hueso. La primera vez que vino a una fiesta con el grupo en nuestra casa estaba retraída y callada. Me le acerqué para felicitarla por su turbante en la cabeza (lo tenía puesto para ocultar la calvicie como resultado de la quimioterapia) y se limitó a encogerse de hombros. Después de pasar un tiempo compartiendo con nuestro grupo, Irene empezó a sonreír por primera vez desde su operación, empezó a llenar su vida con la alegría compartida de nuestra familia espiritual dispuesta a enfrentar los desafíos de su enfermedad.
Aquí te transcribo algunas opiniones de nuestros niños y jóvenes.
Nelson, un niño de 6 años de edad y quien reza todos los días por sus amiguitos escribió sobre Carmen y Rey: “Que los quiero mucho y son buenos conmigo.”
Talía, una hermosa y valiente niña de 8 años que acaba de tener una recaída escribió:
“Para mí, Carmen y Rey son como mis padres porque me ayudan y me enseñan a creer en Dios. Son lindos y tienen una sonrisa para los niños.”
Stephanie, a quien conocimos con solo 13 meses en terapia intensiva, tiene hoy 8 años y nos emociona a todos por su amoroso comportamiento cristiano. Ella escribió: “Son muy especiales y buenos, amorosos. Si me pongo a contar me paso mil años enteros y para mí son mis padres.”
Dianet, quien recién acaba de cumplir sus 18 años: “Ellos forman parte de mi vida, son mis segundos padres, las mejores personas que he conocido, la luz al final del túnel.”
Jaciel, de 19 años a quien su pierna derecha le fue amputada y junto a Dianet hacen una bella historia de amor escribió: “Son un ejemplo de vida, amor cariño, honestidad, son mi apoyo, la mano hermana, amiga, madre y padre que cada hijo necesita.”
Para Dulce, una hermosa joven de 22 años, y que está con nuestro grupo desde los 15, escribió “unos padres, un modelo a seguir, con ellos aprendí a amar con dolor, a sentir el dolor ajeno como propio, sin su presencia en mi vida no sé qué hubiese sido de mí.”
Yaneisi, de 25 años y a quien le amputaron su pierna izquierda a los 15 para después tener una recaída a los 21, escribió: “Son los padres que enseñan a amar, vivir, crecer, tener fe por encima de todas las cosas. Diría que ellos son ángeles enviados por Dios para enriquecer nuestras vidas en todos los sentidos de la palabra.´´
En realidad somos Rey y yo los que los necesitamos y no ellos a nosotros. Simplemente somos un pequeño instrumento, un lapicito en manos de Dios. En ellos vemos lecciones de vida, valentía, fe y dignidad. La mayoría de nuestros niños y jóvenes son alegres a pesar de la dura realidad de su enfermedad. Es una alegría que nos enseña que si realmente creemos en Jesús no hay motivo para estar tristes. A veces, cuando los miramos y vemos sus cuerpos tan frágiles pensamos en la paradoja de su fragilidad física y la fortaleza de sus espíritus que se traduce en mutuo apoyo, en pasión por la vida y en una intensa vida espiritual.
La Madre Teresa de Calcuta con Carmen en 1988
5.Sabemos que en el origen y en la inspiración de este proyecto y de su proyecto de vida está la figura de la madre Teresa de Calcuta. A veinte años de aquella chispa del Espíritu Santo, ¿qué “fuerzas interiores” (motivaciones profundas-leitmotiv) les han acompañado como herencia de la santa que les encomendó esta obra?
Respuesta: Hace ya 20 años—el 16 de julio de 1988—la Madre Teresa nos encomendó a este grupo de niños y jóvenes enfermos con una sola palabra: “Ámenlos.”No existe mayor fuerza interior que ser un instrumento del Amor de Dios en la tierra. Madre Teresa nos dejó a todos este legado ser “un lapicito” que escribe una carta de amor dictada por el Padre.
6.Carmen y Rey no han tenido hijos naturales. La vida avanza rápido. A veces comienzan a asomarse balances del sentido de la vida. ¿Cómo han vivido la fecundidad en su vida cotidiana? ¿La ayuda caritativa puede llegar a tejer lazos de auténtica y sentida maternidad y paternidad? ¿Puede ser su testimonio una inspiración para parejas sin descendencia natural? ¿Qué propuestas le sugerirían a los matrimonios que se encuentran en esa situación sin proyecto de paternidad?
Respuesta: Años atrás con dolor solía decir que mi familia empezaba y terminaba con Rey. Es cierto que no tuvimos hijos propios. Ellos son una bendición para toda pareja unida por el amor pero también es cierto que Dios tenía un plan para nosotros dos. Creo firmemente que es mejor estar en el plan de Dios que en el plan nuestro.
Carmen y su madre junto a Rey
Mientras te contesto esta pregunta acuden a mi mente los “si hubiera pasado esto o aquello”. Si mi madre hubiera emigrado a otro país o si hubiera permanecido en Ucrania. Si mis padres hubieran aceptado las magníficas proposiciones de trabajo que recibieron en Estados Unidos terminada la guerra, pero no fue así. No estoy ni en Ucrania, ni en Estados Unidos ni en otro país. Estoy aquí en mi patria, amando a nuestros hijos espirituales que son nuestra razón de ser y de permanecer en Cuba.
Dios nos dio el privilegio de amar a este grupo de niños y jóvenes enfermos quienes se convirtieron en nuestros hijos dándonos ellos la fuerza para seguir viviendo, luchando y amando la vida a pesar de todo lo que nos ha tocado vivir. ¿Puede haber mejores frutos?
Dr. René C. Vallejo Ortiz, padre de Carmen
7.Hablando de esa relación de la raíz y los frutos. Me he enterado que Carmen Vallejo ha descubierto, al fin, sus raíces. ¿Te gustaría compartir con nuestros lectores esos orígenes, tu espíritu de entrega, tu vocación al acompañamiento de los que sufren, de dónde has recibido esa mística religiosa que no se queda en los rezos alienantes sino que acepta la fe como un compromiso con los que más sufren?
Respuesta: Todos partieron provisionalmente
Para nunca volverse a ver
Anna Akmatova
Cuando mi madre partió de Ucrania Occidental en la antigua Galitzia– que antes de ser soviética fue parte del Imperio Austrohúngaro primero y de Polonia después– partió provisionalmente para nunca más volver a ver a su familia. Corría el año 1941 cuando fue víctima de una redada nazi– mientras estudiaba en la Universidad del Lvov– fue deportada a un campo de trabajos forzados en Alemania.
Daria Charuk, mi madre, forma parte de la diáspora ucraniana. Fue forzada a abandonar su tierra natal al igual que miles de ucranianos. Las atrocidades cometidas por los invasores nazis y soviéticos, las crueldades de las botas nazi y soviética cobraron la vida de más 20,5 millones de ucranianos. Algunos torturados con hambruna, otros en cárceles, campos de concentración, muchos aniquilados por La Segunda Guerra Mundial y los hay fallecidos en la emigración.
Al finalizar la II Guerra Mundial miles de ucranianos—entre ellos mi madre—se vieron atrapados en los campos de refugiados entonces dirigidos por las tropas aliadas y divididos en 4 zonas: la zona norteamericana, inglesa, francesa y soviética.
En 1946 Daria Charuk—mi polaca-ucraniana madre—se encontraba en Bavaria, Alemania, perteneciente a la zona norteamericana. Allí conoció a mi padre, el médico cirujano Dr. René C. Vallejo Ortiz quien, tras haberse graduado en La Universidad de La Habana, se unió a las Tropas Aliadas trabajando para la UNRRA (Administración de Rehabilitación y Alivio de Naciones Unidas). Al año siguiente, 1947, se casaron por la Iglesia y por lo civil en Wildflecken, Alemania. Allí cambió su identidad por temor a ser devuelta a Ucrania bajo la dominación soviética y donde sufriría severas represalias. Así Daria Charuk se convirtió en Maria Witowska hasta el día de su muerte el 28 de noviembre de 1990 en La Habana , Cuba. Tenía 69 años. Nunca más volvió a ver a sus padres y hermanos.
Hace apenas un año supe el verdadero nombre de mi madre, el de mis abuelos Olga e Iván y el de sus 6 hijos, mis tíos: Sonia, Steftsia, Sasha (Siasia), el Reverendo Vladimir Charuk, Alexandra (Lesha) y Daria (mi madre). Aquí se impone narrar brevemente el destino de la Iglesia Católica Ucraniana durante y después de la II Guerra Mundial. La Iglesia Católica Ucraniana que data de 1596, fue suprimida por Stalin durante una parodia de sínodo en 1946 que la devastó con la supresión de obispos y sacerdotes. A partir de aquel último año hasta 1956, religiosos y laicos fueron obligados a abjurar de su fe para pasarse a la ortodoxia rusa. Los templos se cerraron y con ellos, escuelas y demás instituciones civiles. Los religiosos fueron a prisión, o a campos de concentración en Siberia y a otros se les destinó a campos de trabajos forzados en Kazajstán surgiendo así la Iglesia del Silencio.
Con el martirio de los obispos comenzaron los tiempos de La Iglesia del Silencio y de las catacumbas especialmente en Galitzia, región compartida con Polonia, de la que es capital la ciudad del Lvov, el área más castigada por los soviéticos, con un 95% de población católica.
Mi abuelo Iván Charuk era sacerdote de la Iglesia Greco-Católica quien falleció en 1939 en un hospital del Lvov. Tenía 60 años al morir. Era sabio y un gran educador. Abuela Olga (Olha) vivió 25 años más después de la muerte del abuelo y murió en febrero del año 1964. Ella era una persona bondadosa, equilibrada, sabia y trabajadora. Era hija de un sacerdote Greco-Católico. Durante 15 años pensó que su hija más pequeña, mí madre Daria, había fallecido hasta que un día recibió un pequeño papelito donde estaban escritas estas palabras:”Queridísima mamita, estoy viva…”
Mi tía Sonia enviudó en 1939. Su esposo fue asesinado por el Ejército Rojo. Era maestro.
Mi tía Steftsia nunca se casó y su novio también fue asesinado por las tropas soviéticas. Ella luchó por la independencia de Ucrania, primero contra la German Wehrmacht en 1941 y después, cuando los nazis fueron sacados de Ucrania por los soviéticos, ella continuó luchando contra el Ejército Rojo. Steftsia fue arrestada al final de los años 40 y enviada a un campo de concentración soviético en Kazajstán durante 20 años. Era Doctora en Farmacia.
Mi tío Vladimir era sacerdote de La Iglesia Greco-Católica Ucraniana. Ejerció su ministerio desde la clandestinidad, socorriendo a los afligidos, administrando sacramentos y celebrando misas en casas particulares muriendo a destiempo a finales de los años 70.
Mi tía Alexandra emigró a Estados Unidos donde vivió hasta su muerte a finales de los años 80.
Mi tía Sasha nunca se casó y vivió en su pueblo natal hasta su muerte. Era maestra.
A finales de los años 70 los hermanos Charuk: Sonia, Alexandra, Steftsia, Sasha y el Reverendo Vladimir se reunieron en su amada Ucrania. La hermana más pequeña Daria—mi madre—no pudo asistir al encuentro.
Mi madre emigró a Cuba en el año 1947 casada con el médico-cirujano, mi padre, Dr. René C. Vallejo Ortiz y nunca más volvió a ver a sus padres y hermanos. Pienso en la tormentosa ordalía que ella vivió al mantener silenciada su verdadera identidad y en su vida apartada de las raíces de su tierra fertilizada por el sufrimiento. Pienso en su amor por sus dos hijos al ocultarnos su pasado para protegernos. Pienso en su inmenso temor a ser devuelta a la antigua URSS. Pienso en la grandeza de Dios cuando la recuerdo en los años 60 domingo tras domingo, días de Cuaresma, Pascua de Resurrección, vísperas de Navidad arrodillada junto a dos viejitas en los bancos vacíos de La Parroquia del Vedado en La Habana. Pienso en su Salmo preferido: “El Señor es mi pastor nada me falta….” Pienso en lo orgullosa que me siento de mis dos padres quienes nunca negaron a Dios a pesar de las circunstancias históricas que les tocó vivir a ambos. Esta pequeña historia de la familia Charuk es vieja como un mundo que ha tratado y trata de destruir la religión porque ella nos recuerda nuestra dignidad humana y nuestra ansia de libertad.
8¿Cómo ha fortalecido y ampliado este descubrimiento de los orígenes el proyecto de vida que hace 20 años llena sus existencias de semillas de eternidad encarnadas y cultivadas en el alma de los más pequeños?
Respuesta: Mientras leo tu pregunta no puedo evitar acordarme de Madre Teresa. Un día, mientras le narraba brevemente quiénes eran mis padres, ella, con la sabiduría que la caracterizaba, me afirmó: “Por eso es que tú estás aquí amando y sirviendo a los que tanto sufren.” Hace poco cuando descubrí mis orígenes no me cupo ya la menor duda de que Dios, en su eterna Sabiduría, tiene un plan para todos y cada uno. Mi madre, quien vino desde la lejana Ucrania y me dio a luz en Manzanillo, Cuba. La abrupta y repentina muerte de mi padre, cuando yo solo tenía 16 años, y lo que esta muerte acarreó para nuestra familia. Luego terminé mis estudios universitarios conociendo a Rey con quien formo una bendita unión de 35 años. Cuando traté de quedarme en Suecia en el año 1981 durante un viaje a Moscú para un tratamiento ocular, fui devuelta a Cuba donde nuestra vida se convirtió en una ordalía. Mi esposo perdió su trabajo, mi madre fue forzada a retirarse con ciento cuatro pesos cubanos aunque dominaba perfectamente 6 idiomas. Mis amigos más cercanos y profesores me rechazaron. Supe lo que era “ser invisible,” “pintada en la pared,” una extraña en mi propia tierra. Empezamos entonces a orar a Dios en los bancos vacíos de la Iglesia para que transformara nuestro dolor en algo productivo. Siete años después—el 16 de julio de 1988–nuestras oraciones fueron contestadas de una manera asombrosa. Las Misioneras de la Caridad me pidieron que sirviera de intérprete a la Madre Teresa de Calcuta. Ella nos pidió que amaráramos a los niños y jóvenes enfermos de cáncer y ellos me ayudaron a encontrar mi lugar en el mundo. Con ellos aprendí una lección de alegría profunda.
Nuestra mayor alegría viene de los niños y jóvenes enfermos. No son los niños quienes nos necesitan. Somos nosotros quienes los necesitamos a ellos. Ellos nos dan su fuerza. Son “lecciones de vida”. De Yaneisi, una joven de 25 años-con cáncer de hueso, cuya pierna izquierda le fue amputada a los 15 años—aprendimos a estar alegres en medio del dolor. Mientras tomábamos un taxi, Yaneisi alegremente comentó: “¡Qué suerte! Hoy me levanté con el pie derecho, aunque yo siempre me levanto con el pie derecho porque es el único que tengo.”De Nelson, un niño de 7 años– paciente de un tumor non Hodgkin– aprendimos a ser más sabios cuando un día, mientras lo visitábamos en su casa, le pidió a su papá que le leyera la Biblia, a lo que el padre respondió: ¿No ves que estoy trabajando? Entonces se dirigió a la madre y ella argumentó que estaba cocinando. Nelson sabiamente respondió: “Mamá no solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de Dios.¨”
Rey y yo tenemos muchos ahijados en el cielo. Ellos nos ayudaron a tocar la esencia de la vida enseñándonos que la muerte no existe.
Carta de Dulce a Carmen y Rey
9.Hablemos de los colaboradores, de las personas, grupos e instituciones que han respondido no sólo a sus solicitudes concretas sino que, rebasando todo trámite o asistencialismo, se han enamorado y comprometido efectiva y eficazmente con el proyecto en el transcurso de estas dos décadas de tantas maneras. Me gustaría que fueran paneando ese amplio horizonte de solidaridades para que puedan servir de inspiración y llamado a otros que no lo conocen.
Respuesta: Aquí quisiéramos hacer extensivo nuestro reconocimiento y gratitud hacia todas las personas e instituciones que a lo largo de estos 20 años han llevado alegría y bienestar a nuestros niños, jóvenes y familiares. Lo que ellos hacen nosotros no podemos y lo que Rey y yo hacemos por nuestros niños y jóvenes enfermos de cáncer ellos no pueden, pero juntos estamos haciendo algo hermoso y útil por un grupo sufriente de familias haciendo así de Cuba un lugar mejor donde poder vivir.
El amor de Dios en acción hacia nuestros niños y jóvenes enfermos se ha manifestado a lo largo de estos 20 años a través de numerosas personas e instituciones que de una forma u otra los han ayudado y los ayudan poniendo en práctica que “el amor es una bella palabra carente de significado si no va acompañada de acción.” Hoy por hoy nuestros niños y jóvenes cuentan con entrañables amigos quienes son parte importante de nuestra gran familia espiritual. Esto hace toda la diferencia en nuestro quehacer diario. Ellos pueden contar contigo, Dagoberto, y con tu equipo de la revista digital Convivencia y en el pasado con tu revista escrita Vitral. También tienen el amoroso apoyo de su amiga Yoani Sánchez y su revista digital “Con todos”.
Nuestro grupo tiene amigos que lo conocen y lo aman. Pues resulta difícil amar lo que no se conoce. Puedo decirte que este amor se traduce en acciones concretas, en la urgencia de amarlos aquí y ahora rebasando todo trámite. Este compromiso se vierte en acciones eficaces para ellos. Pues los niños y jóvenes enfermos necesitan colchones, ventiladores, dinero, ropas y miles de cosas más pero por sobre todas las cosas necesitan amigos que los entiendan y que los amen. Al sentirse amados e importantes en la vida de otras personas encuentran alegría y fortaleza en medio de su dolor.
Entre este grupo de amigos se encuentran miembros del Cuerpo Diplomático. Amigos de la Embajada del Reino Unido, Holanda, La Santa Sede, Alemania, Ucrania, Jamaica, Estados Unidos y Argelia. Así el amor y la compasión por los que sufren trascienden fronteras. Nuestros niños y jóvenes enfermos de cáncer tienen amigos en España y Estados Unidos. Amigos que comparten con ellos ayudando así también a sus familiares a enfrentar esta dolorosa enfermedad. A lo largo de estos 20 años los Padres Dominicos han apoyado y entendido nuestra misión de amor así como también La Comunidad Dominica del Perpetuo Socorro y la Comunidad de Las Madres Carmelitas Descalzas. Ellos forman parte de nuestra gran familia espiritual.
Existen Instituciones que los ayudan como Caritas Habana, Fundación “Amistad” y el grupo “Acceso”. Estos dos últimos en los Estados Unidos.
10.Hace tres años aquel proyecto editorial que se llamó Ediciones Vitral honró sus modestas páginas con un magazín totalmente dedicado a este proyecto. Llamamos a aquella publicación “Una oportunidad para amar”. Fue lo más tierno que hicimos y lo más entrañable y cercano que pudimos. Recuerdo el estremecimiento de tantas personalidades culturales y diplomáticas en la memorable presentación en la residencia del Embajador alemán. ¿Qué acogida han tenido aquellas páginas y qué cosecharon al transcurrir el tiempo que necesita toda siembra de virtud y buenos sentimientos?
Respuesta: “Una Oportunidad para Amar” como bien tú señalas fue una tierna y entrañable publicación que dio cuantiosos frutos. Recuerdo muchas personas que se inspiraron y se fortalecieron al leer testimonios escritos por algunos de los niños y jóvenes enfermos de cáncer. Algunos hasta quizás cambiaron su perspectiva de vida al valorar los regalos que nos da Dios. A veces sobrevaloramos tantas cosas innecesarias cuando: “Lo esencial es invisible a los ojos.”
Recuerdo con cariño la presentación de la revista en la Residencia del Embajador alemán en el 2006. Fue una noche de amor, de amistad. Amor que hemos descubierto hace ya 20 años y en el que creemos. Muchos amigos han hecho y hacen tangible su amor hacia este grupo. Ellos han compartido y comparten lo que está más allá de la riqueza material: su amor, su compasión y su tiempo.
A raíz de esta publicación los niños y jóvenes tuvieron una mayor visibilidad lo que posibilitó el crecimiento de nuestra familia de amigos. Hoy día ellos cuentan con personas amorosas. Son amigos que los pequeños, los jóvenes y sus padres sienten como algo propio, como parte de nuestra familia. Ello hace toda la diferencia en sus vidas pues como nos dice San Pablo: “El amor todo lo puede, todo lo espera.”
Se impone recalcar que nuestra unión está basada en el legado de amor de Madre Teresa pues no constituimos una organización.
Carmen y Rey celebrando con sus niños enfermos
11.Todo balance de 20 años lleva en sí mismo un barboteante “ojo de agua viva”: fuente de inspiración y de imparable energía para nuevos desafíos y proyecciones. Lo exige la vida misma por la que luchan los niños, sus familias y los colaboradores del Proyecto. ¿Cómo ven Carmen y Rey el futuro próximo y mediato de esta obra? ¿Cuáles serían las posibilidades y nuevas líneas de trabajo que les gustaría comenzar el día después del vigésimo cumpleaños?
Respuesta: Para el futuro próximo y mediato apremia un mayor apoyo material a estas familias que están entre las más vulnerables de la sociedad.
Los niños y jóvenes enfermos de cáncer así como sus padres nos ofrecen su sufrimiento y esperan de nosotros una sonrisa, un gesto de amor que les brinde nuevas esperanzas, que los saquen del grito ancestral “¿Por qué a mí?”
Cuando esta enfermedad invade a un pequeño o a un joven, invariablemente se produce un descalabro familiar que provoca lágrimas, angustias, confusión y temor.
Muchos jóvenes sobrevivientes de una infancia con cáncer deben vencer aun numerosos obstáculos. Deben aprender a enfrentarse a los problemas, a la gente y a la vida como todos los demás.
Es necesario aumentar, a pesar de la carencia del transporte el número de encuentros entre los jóvenes pacientes a través de excursiones, celebraciones de cumpleaños, visitas a los museos, visitas a las casas, proyecciones de películas educativas y de entretenimiento, bautizos y primeras comuniones así como el incremento de talleres de pintura, cerámica, teatro y computación entre otros.
El mayor desafío de nuestra familia espiritual es encontrar una subvención regular para estas actividades que son la clave para la supervivencia ya que les permite aceptar y superar incluso con alegría las limitaciones de esta dura enfermedad.
Nuestro proyecto aun no tiene una visibilidad. Este hecho dificulta un mayor apoyo a los pequeños porque no se puede amar lo que no se conoce. Quizás cuando las leyes lo permitan esta obra de amor deje de ser pequeña para así poder ofrecer una mayor ayuda a los niños y jóvenes enfermos así como a sus familiares.
Nuestra familia espiritual encara con fe y esperanza un futuro cercano donde podamos tener nuestra organización para niños y jóvenes cubanos enfermos de cáncer.
12. Por último, tengo la convicción personal de que Cuba, toda ella, y no solo los niños y sus familiares, ha mejorado un poco con estos 20 años de servicio de ustedes dos. Su cubanía toma cuerpo, más allá de palabras, en el acompañamiento incansable y creativo de los que sufren por la enfermedad o la soledad. Eso les da cierta autoridad moral para ver claro y poder soñar y rezar con fe. ¿Cómo ven la actual situación de la Nación y qué soñarían para el futuro de la amada tierra cubana?
Respuesta: Mientras leo tu pregunta, querido Dago, recuerdo mi primer viaje a Estados Unidos en 1996 cuando se acercaba la visita de Su Santidad Juan Pablo II a Cuba. Durante 15 años las autoridades cubanas me negaron el permiso de viajar, desde 1981 hasta 1996. Mientras estaba en el aeropuerto de Miami esperando abordar el avión que me traería de regreso a Cuba, vi una ancianita despidiéndose de su hijo y de su nieto. Para vergüenza mía empecé a llorar sin poderme controlar. Era como si mis lágrimas hubiesen estado comprimidas durante años en una botella. ¿Por qué lloraba? Por el destino de nuestra patria obligando a todos a emigrar—jóvenes y viejos, personas buenas, todo tipo de personas—todos partiendo de Cuba. Y cada uno de ellos tiene razón desde su punto de vista, pues a todos sólo se nos da una sola vida. A veces tengo la impresión de que nuestra Isla en vez de estar rodeada por el mar Caribe está rodeada por un mar de lágrimas. Y sentí pena por Cuba.
Mis padres me enseñaron a valorar la libertad por sobre todas las cosas—la libertad de vivir, la libertad de movimiento, la libertad de pensar por mí misma—y por esa misma razón, regresé. Para que entre todos los cubanos, los que vivimos en la Isla y fuera de ella, trabajemos y oremos para que venga el Reino de Dios a nuestra patria. Su Reino de justicia, de amor, de paz y de esperanza. Su espera en el amor es una luz en una isla que ha sido cortada en pedacitos solo que hay que buscar la forma de volverla a pegar. El hombre sabe que todo acaba bien para quien ama.
13. ¿Algún mensaje final para los lectores de Convivencia?
A todos los lectores de Convivencia y a ti, Dagoberto, les damos gracias por esta oportunidad que es un homenaje para todos nuestros niños y jóvenes que sucumbieron víctimas de esta terrible enfermedad y se unieron a los ángeles en el cielo así como para todos los que reciben tratamiento, los que están en remisión o libres del cáncer. Que Dios y sus ángeles los protejan y los mantengan a salvo. Nosotros los amamos. Que Dios los bendiga.
Testimonio de Nelson, un muchacho del proyecto
Carmen y Rey
Dagoberto Valdés Hernández (Pinar del Río, 1955)
Ingeniero agrónomo. Premios “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004 y “Tolerancia Plus”2007.
Ha publicado “Somos trabajadores” y “Reconstruir la sociedad civil: un proyecto para Cuba”. Caracas 1995.
“Cuba, libertad y responsabilidad”. USA, 2005 y “La libertad de la luz”. Varsovia, 2007. Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años. Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia. Reside en P. del Río.