Los latidos del corazón de Cuba

Por Livia Gálvez Chiu
Ya hemos logrado que Cuba entre al salón de operaciones. Años y años tratando, y al fin, parece que su intervención (quirúrgica) está garantizada. Es necesario. Contamos con médicos, paramédicos, anestesistas, instrumental adecuado… y sobre todo, muchas esperanzas de que ahora, aunque su presión arterial suba, se tratará de solucionar el problema sin tener que posponer la operación, sin sacar a la Isla otra vez para la sala, a esperar el momento oportuno de operar. Eso no, porque entonces no tengo dudas de que hay que hacer cambios en el equipo médico.
Todos tenemos la deuda de sacarla viva. El corazón y sus órganos vitales todavía funcionan. No descansan, no mueren. Cuba quiere vivir y vivirá. Extirpar solo lo necesario, con lo que no se pueda hacer nada, como dicen los expertos.
Es una operación complicada, sobre todo, porque llevamos mucho tiempo esperando. Aquí y en las afueras. Nadie hubiera querido que el tratamiento fuera tan invasivo, pero no queda otro remedio. Ha perdido mucha sangre, ha donado mucha de ella tan voluntariamente…hay anemia de los que no están. Hay tejidos necrosados, tal vez se requiera de algún trasplante. Los que quieran salvarla y puedan formar parte del cuerpo de médicos, al salón; los que estén preocupados por su salud, a la sala de espera, unidos, preocupándonos, apoyando a los de adentro, a como dé lugar. Todos tenemos a Cuba en nuestras manos, pero no todos sabemos de cirugía. Ocupemos humildemente el lugar que nos toca, sin soberbia, sin cobardía, sin alardes, pero ocupémoslo.
Estoy segura de que los cardiólogos darán buenas noticias: los latidos del corazón de Cuba se oirán fuertes dentro y fuera del hospital, un corazón sano que impulsará con fuerza la sangre hirviente de la Nación hacia todas partes. ¿Los escuchan ya?
Livia Gálvez Chiu (P. del Río, 1971)
Lic. en Economía
Miembro del consejo de redacción de Convivencia
Reside en Pinar del Río
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