Por Jorge Ignacio Guillén Martínez
Del 28 de junio al 4 de julio pasado, tuve el honor de ser invitado por la Fundación Konrad Adenauer Stiftung a participar en un encuentro de jóvenes cubanos en Berlín. Podría escribir mucho sobre el magnífico programa que nos prepararon o sobre las maravillas de una ciudad como Berlín. Sin embargo, me centraré solo en algunas de las impresiones que tuve al compartir una semana con un diverso grupo de jóvenes cubanos.
Partiendo de lo anterior, algunos de los principales desafíos para la oposición y la sociedad civil cubana en lo que respecta a los jóvenes, su papel dentro de nuestras organizaciones y la importancia de aprovechar al máximo todas las potencialidades que le pueden ofrecer a nuestros grupos y a nuestro país son:
1.Potenciar el trabajo, la preparación y la participación de los jóvenes
En Cuba se ha asumido, por una gran mayoría, el hecho de que la juventud representa el futuro, los continuadores de la obra que estamos tratando de construir. Sin embargo, en el momento que estamos viviendo y específicamente dentro de la oposición y las organizaciones de la sociedad civil independiente, a veces se percibe algo parecido a lo que pasa dentro de las filas del partido comunista: que también afirma que la juventud debe ser la protagonista del futuro, pero se escatima mucho a la hora de empoderarla en el presente.
Para que los jóvenes podamos ser continuadores de una obra, fortalecerla e impulsarla con la fuerza que solo nosotros tenemos, necesitamos hoy mucha más participación, información, capacitación, necesitamos interactuar con personas que dentro de la lucha por la democracia tienen una vasta experiencia, personas que están dentro de Cuba pero que muchas veces los jóvenes tenemos escaso acceso a ellas. Necesitamos de la convivencia con los demás jóvenes de otras organizaciones o partidos, realizar actividades políticas y culturales de conjunto, etc… de manera tal que nos vayamos conociendo, limando asperezas, buscando consensos, proyectando acciones de conjunto, y propiciando incluso un futuro sentido de entendimiento y cooperación entre organizaciones que quizás hoy no tienen las mejores relaciones en cuanto a su articulación y colaboración.
2.Que los jóvenes ofrezcan un mensaje coherente a los objetivos de sus organizaciones
Otro de los retos que debemos superar y que también está ligado estrechamente con el anterior es lograr que la juventud no sea subestimada, ni descuidada (por parte de sus organizaciones), para que pueda estar en sintonía y realizar aportes positivos, sin perder de vista o contradecir la identidad y los objetivos de cada organización. De modo que los jóvenes puedan estar al tanto y ser partícipes de las ideas que están defendiendo sus líderes y sus proyectos.
A modo de ejemplo: Una parte de la sociedad civil cubana ha consensuado cuatro puntos mínimos y se ha centrado en promover y poner sus esfuerzos en estos puntos, por tanto debemos esforzarnos para que las filas juveniles de cada uno de estos proyectos den un mensaje en concordancia con lo que sus organizaciones se han planteado como un objetivo fundamental. De lo contrario, los jóvenes sonaríamos como “fuera de bola”, y a la vez, cuando estemos frente a personas que buscan colaborar con nuestras organizaciones estaríamos dando una muestra de mala coordinación, falta de comunicación, etc. Al interior de nuestros grupos también debemos consensuar los puntos en los que centremos nuestro trabajo, para que así los resultados sean más efectivos.
3.Los jóvenes necesitamos incentivos
Los jóvenes cubanos podríamos aportar mucho más a cada una de nuestras organizaciones y en general a Cuba, si diéramos un poco más de importancia a los incentivos. ¿Qué incentivos?
– En primer lugar, los jóvenes necesitamos reconocimiento, sentir que somos tomados en cuenta, que somos escuchados, que se confía en nosotros para realizar determinados trabajos. Que podemos participar, representar a nuestras organizaciones en determinados espacios, asumir responsabilidades, etc.
– En segundo lugar, necesitamos un ambiente juvenil, trabajar con otros jóvenes, sean o no de nuestra organización, que en nuestras organizaciones se hagan esfuerzos por crear redes de jóvenes que trabajen y exijan por determinados asuntos que probablemente solo nos interesen a los jóvenes.
– En tercer lugar, los jóvenes necesitamos de actividades culturales, fiestas, excursiones, deportes, salidas al cine, al teatro, etc… este es un punto de vital importancia y que en ocasiones no es aprovechado para potenciar a nuestras organizaciones. Los jóvenes no solo podemos realizar actividades recreativas entre nosotros, sino que podemos invitar a amigos, compañeros de la escuela, o de otros ambientes con el fin de sensibilizarlos con el trabajo de nuestras organizaciones.
Los aspectos antes mencionados, son un indicador de que se debe potenciar en nuestras organizaciones el protagonismo de los jóvenes, que en su mayoría estamos ansiosos por trabajar, por prepararnos, por compartir con otros jóvenes que también luchan por la libertad y la democracia en Cuba, y que además estamos conscientes de que necesitamos de la asesoría, los consejos y el apoyo de los que llevan años trabajando en este camino que recién comenzamos.
Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Estudiante de Economía.