Por José A. Quintana de la Cruz
“Estigmas” es la muestra de cuadros que la galería “Arturo Regueiro” ofreció al público pinareño durante agosto. Una exposición de Juan Suárez Blanco, uno de los cinco mejores artistas plásticos de Pinar del Río, y uno, también, de los veinte de más calidad y originalidad en el país. Alguien que no es famoso ni muy exitoso en términos de mercado. Pero un artista fino e inspirado en constante renovación. Ninguna de sus propuestas ha sido redundante con las precedentes. Lo único invariable en su obra es la búsqueda esforzada de lo mejor.
Por José A. Quintana de la Cruz
“Estigmas” es la muestra de cuadros que la galería “Arturo Regueiro” ofreció al público pinareño durante agosto. Una exposición de Juan Suárez Blanco, uno de los cinco mejores artistas plásticos de Pinar del Río, y uno, también, de los veinte de más calidad y originalidad en el país. Alguien que no es famoso ni muy exitoso en términos de mercado. Pero un artista fino e inspirado en constante renovación. Ninguna de sus propuestas ha sido redundante con las precedentes. Lo único invariable en su obra es la búsqueda esforzada de lo mejor.
Suárez Blanco no ha estado adscrito a ninguna escuela ni tendencia artística permanentemente. Ha usado los recursos y posibilidades que le han ofrecido los conocidos “ismos” sin maridarse con ninguno. Ahora trae las heridas y afrentas de la raza humana, del cristianismo que profesa, debajo de envolturas abstractas. Las curvas y figuraciones de sus anteriores propuestas se han hecho a un lado para dar paso a cuadrados, rectángulos y trazos de significados diversos y contingentes. Significados encriptados en formas y colores de belleza desnuda, cuya única pista para entenderlos es el título de la exposición. El observador, posiblemente contrariado por el esfuerzo comprensivo, podría sentirse aliviado por la elegancia y el gesto amistoso de las formas.
Suárez Blanco tiene, bajo la piel del pintor, un escultor reprimido que puja por salir y hacer valer lo suyo. Hace tiempo que en sus cuadros la perspectiva no es solo una ilusión de dos dimensiones y comenzó a corporeizarse en relieves volumétricos que enriquecen el lenguaje pictórico y modifican el concepto clásico de cuadro. En la actual muestra hay algunos de estos que parecen maquetas y otros que semejan pequeñas instalaciones. Conectores eléctricos y cuchillos sacados de sus contextos lógicos se recolocan en el cuadro con un nuevo significado. La significación de utilidad práctica se cambia por la de símbolo o metáfora en el lenguaje plástico y una poética trágica se apodera de la obra. El “Homenaje a Mondrian” es una prueba de ello: los estigmas erupcionan y, a través de los cráteres abiertos por los cuchillos lanzan sangre al rostro del espectador. El sosiego estético de la obra del neerlandés queda roto. Si yo fuera coleccionista no dudaría en comprar ese cuadro. Si fuera marchante, ya lo habría adquirido.
Pregunté a un gran artista su criterio acerca de la exposición. “Es muy buena técnicamente”, me respondió. Entonces recordé que estigma también es un órgano donde se acopia el polen de la vida. Concluí que “Estigmas” es mucho más que buena técnica.
José A. Quintana de la Cruz (Pinar del Río, 1944).
Economista jubilado.
Médico Veterinario.
Reside en Pinar del Río.