Por Rafael Almanza
Un Estado que agrede a mujeres indefensas en plena calle y ante las cámaras por razones políticas, se erige en defensa de una femineidad ultrajada, en circunstancias incomprobables, por un pacífico escritor disidente.
Por Rafael Almanza Alonso
Un Estado que agrede a mujeres indefensas en plena calle y ante las cámaras por razones políticas, se erige en defensa de una femineidad ultrajada, en circunstancias incomprobables, por un pacífico escritor disidente.
Extraordinario.
Una mujer persigue durante años a su antiguo esposo y luego, sin pruebas, lleva a la cárcel al padre de su hijo, para crearle al muchacho un recuerdo imborrable.
De madre.
En la década del ochenta un editor de Letras Cubanas me dijo que una famosa poetisa habanera le había metido un tacón en la cabeza porque él se había negado a publicarle un libro.
Las escritoras y escritores, incluso los homosexuales que eran apaleados en público hasta hace poco, salen en defensa de la mujer y en contra de uno de sus más destacados colegas.
Gente delicada, enemiga de la violencia.
No se debe permitir el embellecimiento del delito, porque es como convidar a cometerlo.
Ayer, Viernes, hemos puesto al Hijo de Dios en el Sepulcro.
Primero lo hemos asesinado.
No le quebraron un hueso, había dicho la profecía. Cristo fue torturado hasta el salvajismo, pero mira, el esqueleto permaneció intacto.
Indestructible.
Ruego por este Ángel a San Esteban, primer mártir cristiano, muerto a pedradas por decirle a su gente que iba a haber un Domingo, porque Cristo ha resucitado.
Verdaderamente Ha Resucitado.
Santa María de la Merced, patrona de los presos, te ruego por Ángel Santiesteban Prats.
Cristo, óyenos.
Rafael Almanza Alonso.
Camagüey, Cuba, Sábado Santo AD MMXIII.
Rafael Almanza Alonso (Camagüey, 1957)
Licenciado en Economía.
Ensayista, poeta.