Por Juan Carlos Fernández
Ante la carencia de libertad. Caminar es ser libre, cercanía y amor. Es restañar heridas, es ser llave de celda, estrella para contemplar, es carta que alivia, es familia que lleva ternura, es respeto que se hace patente en vivir respetando y no en hacerse respetar. La caminata es cambio que se produce al tiempo que se camina. La caminata es camino, en fin, que conduce a la gloria no entendida para los sabios de este mundo, una gloria coronada por el “loco” más grande que ha habitado entre nosotros y del que Laura estaba enamorada: Jesús.
Cuando el 14 de Octubre me comunicaron que Laura Pollan había partido a la casa del Padre me asome de nuevo al gran misterio de la muerte, ante el cual el hombre, siempre se acerca desgarrado.
Ante este hecho solo me queda rememorar el legado que Laura nos dejó. No fue mujer de grandes cosas, la aparente pequeñez de la caminata, es, a mi modo de ver, lo que la engrandece. Optar por caminar en silencio por las calles de La Habana, o de cualquier lugar de la Isla que necesitara de su presencia fue premonición de lo que serian su vida y la de sus hermanas por más de 8 años, exigiendo, de forma pacífica la libertad de su esposo y de todos los que como él fueron a prisión en 2003 por tener propuestas distintas a las del gobierno cubano.
Caminar, es un ejercicio que permite estar junto a las personas de a pie, que en definitiva son los destinatarios de las peticiones de estas valientes damas. Los derechos de los que están presos por portar proyectos y propuestas alternativas, son los derechos de muchos en Cuba y Laura junto a sus hermanas lo exigían con mucho amor, sin ofender o descalificar; casi en silencio pero de manera decidida, con la mirada alta pero sin altivez.
Laura logró conciliar en este maravilloso grupo, ejemplo de civismo, a mujeres de todos los rincones del país, sin grandes estrategias, solo ofreciendo su hogar como sede, capilla, hostal y tertulia para todo el que llegaba a la capital y no tenía dónde quedarse. Aunque pensándolo bien utilizaba una muy buena estrategia: la bondad.
Laura nos mostró que en todo grupo surgen diferencias, y es bueno que las haya, que no son razón para desmontar una obra. Ojalá que esto sirva para muchos proyectos que surgen y se diluyen al menor viento. Lo logró poniendo en práctica la inclusión, lo que en muchas ocasiones significó poner a un lado sus opiniones, maneras de percibir situaciones y cómo darles respuestas. Todo esto lo hizo sin traicionarse en lo más mínimo, razón por lo que estas actitudes la engrandecieron, sin que por ello perdiera la perspectiva y los objetivos para lo que se había creado el grupo.
Pero sobre todo, Laura nos mostró con su vida que una persona puede estar sometida a las más crueles ofensas y estar siendo permanentemente reprimida y nunca responder del mismo modo. La moderación y la decencia eran la constante en ella.
Mujer de profunda fe, descansaba en la presencia de Aquel en el que confió. Ayudó con su paciencia a curar las innumerables heridas sicológicas, emocionales y existenciales de muchos que acudían a ella buscando consuelo o una palabra de apoyo. Opto por el compromiso que se establece en la escucha, el acompañamiento, el perdón, la autoestima, tendiendo puentes y abriendo posibilidades y compartiendo su vida toda.
Con estas cualidades les hizo ver a muchos cubanos y a medio mundo que caminar es también recordar esa realidad, para muchos olvidada, que es la libertad. Realidad que vivió como don divino. Libertad que fue conquista diaria en cada jornada. Libertad que fue apuesta por la utopía pero con los pies en la realidad. Libertad que evocó para dibujar el futuro como un espacio sin fronteras, para personas que, como ella, transforman en Paraíso la realidad que le tocó vivir. Libertad que vio, sintió y vivió como regalo de Dios.
La realidad de nuestro país tiene ya, desde hace tiempo, un antes y un después de Las Damas de Blanco, y de este trascendental hecho histórico Laura es parte fundacional, esta historia no hubiera sido igual sin el aporte de ella. Y ya desde el 14 de Octubre está en el altar de la patria intercediendo por Cuba. Desde allí continuara velando por cada uno de los que peregrinamos en esta isla. Para que no predomine el odio y la revancha, la intolerancia y la descalificación, sino para que el respeto, la gradualidad, el diálogo, la conciliación y la responsabilidad sean los valores y los métodos que todos en Cuba, inspirados por la vida de Laura, seamos capaces de llevar a buen término para el porvenir de toda la nación en todas sus orillas.
¿Quién dijo que la perdimos? La ganó Dios para todos. Aquí permanecerá en nuestros corazones, en el día a día, convencidos que en cualquier momento nos llegará la noticia: “Las Damas están caminando”. Allí estará Laura, calmada, sobria, elegante, caminando junto a sus hermanas con la única arma que han portado siempre: el gladiolo. Símbolo de los tiempos que ya se están abriendo paso en la sociedad cubana, pero sobre todo, en el corazón de los cubanos.
Juan Carlos Fernández Hernández.
Pinar del Río. (1965)
Fue co-responsable de la Hermandad de Ayuda al Preso Y sus Familiares
de la Pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Pinar del Río.
Miembro del equipo de trabajo de Convivencia.