Las tendencias globales, al aterrizar en América Latina, adoptan rasgos propios. En este texto voy a identificar cinco tendencias globales que corresponden con dimensiones de “lo social” -entendido esto en sentido amplio- que se manifiestan en nuestra región. Como ningún proceso es lineal, de hecho las cinco tendencias incluyen un proceso de resistencia a sus dinámicas principales.
La primera tendencia global, en términos políticos, es la autocratización contestada que vive en América Latina. De manera inexplicable se sigue repitiendo los circuitos diplomáticos y académicos que existe un pleno consenso democrático latinoamericano cuando en efecto subsiste una mayoría de gobiernos republicanos pero hay una incapacidad para detener el ascenso de regímenes abiertamente autoritarios y establecer cordones sanitarios o revertir la autocratización en curso. Este consenso democrático interamericano alguna vez se aproximó a hacer una realidad pero nunca fue pleno, pues siempre subsistieron autocracias -como la cubana- unidas a democracias de baja calidad con enclaves territoriales y sociales autoritarios.
Hoy existe un ecosistema autocrático en el continente -con los gobiernos de izquierda como Cuba, Nicaragua y Venezuela- pero parece asentarse también la posibilidad de gobiernos iliberales de derecha con personajes como Nayib Bukele. Pero dichos procesos encuentran la desigual pero sostenida resistencia de diversos actores sociales y políticos, que pugnan por preservar o conquistar su derecho a tener derechos. En ese sentido, fortalecer la gobernabilidad y ciudadanía democráticas implica voltear a mirar, en lo analítico y en lo práctico, a aquellos actores que resisten estos procesos en el ámbito latinoamericano.
En la segunda dimensión, económica, el afianzamiento del capitalismo en tanto modo de producción o sistema económico: aparece como una realidad incontestable. Ello no quiere decir que no pueda acompañar al fin de la especie humana por el agotamiento del planeta; pero hoy no hay modos de producción distribución y consumo alternativo al capitalismo. Lo cual en América Latina nos pone en la discusión acerca de qué variantes de capitalismo o, más en concreto, que modos de regulación del capitalismo utilizamos dentro de nuestros países. Y nos lleva a revisar críticamente aquellos referentes a ratos imprecisos -el neoliberalismo y el progresismo- que se expresan en tanto conjuntos de políticas económicas, políticas públicas y también debates ideológicos.
La tercera dimensión se materializa cómo un proceso acelerado de desglobalización geopolítica, con potencias que disputan la hegemonía global y regional, que configuran bloques de poder en torno suyo y contra otras alianzas. Para América Latina esto supone desafiar la idea de la región como una zona de paz, vendida desde instancias como la CELAC. Es cierto en el continente no hemos tenido hace décadas grandes disputas interestatales -salvo conflictos como los de Perú Ecuador en 1997 o en los 80s Las Malvinas y los choques en Centroamérica- y que no tenemos una dislocación de armas nucleares. Pero la competencia de grandes potencias y sus modelos de desarrollo, así como la influencia de regímenes políticos extracontinentales -ante todo China y en menor medida Rusia- y de actores no estatales -mafias, redes terroristas, etc- con capacidad de incidir en las dinámicas nacionales, desafía la noción de paz en un sentido fuerte, amplio, multidimensional.
En ese sentido, hay que recordar que Latinoamérica es una región es la región que se ha constituido históricamente como un continente de repúblicas. Siempre combinando rasgos democráticos y oligárquicos, populares y elitistas; pero fuimos la primera región del orbe compuesta por Estados Nación donde la forma republicana de gobierno -con sus Constituciones y elecciones- fue predominante. Con excepciones como la monarquía brasileña y antes que en Europa desaparecieran los Imperios al final de la 1ra Guerra Mundial. De manera que hay una serie de elementos identitarios de nuestra historia y organización políticas en tanto comunidades nacionales que se diferencian con otros estados y sociedades como, por ejemplo, la china, la rusa o la iraní.
Una cuarta dimensión es la globalización sociocultural. Si bien la globalización ha tenido revisiones en el plano de los bloques políticos y económicos, parece inevitable entender que hay una globalización de identidades, valores y consumos que hace, por ejemplo, que los jóvenes latinoamericanos se parezcan mucho más a los jóvenes asiáticos que a sus padres. Entonces, esa globalización representa un desafío para América Latina, pues se potencia hay una diversidad social que pugna por ser reconocida. Apelando a una profusión del ejercicio de derechos -lo cual está ocurriendo hoy con juventudes en el Medio Oriente, África y Asia- que impacta la capacidad de las instituciones establecidas para incluir y responder a esas crecientes demandas de la diversidad social. Con Estados con capacidades limitadas, economías estancadas y sociedades más heterogéneas y vocales, hay tensiones para responder a esas demandas sociales en clave de políticas públicas y de reconocimiento y construcción de ciudadanía.
La última dimensión -pero no la menos importante, sino incluso la decisiva- es el deterioro ambiental que nos anuncia un cambio climático con posible no retorno. En una Latinoamérica megadiversa, con países destacados cómo Brasil y Colombia, seguimos sin responder -e incluso sin plantearnos- cómo alcanzar un desarrollo inclusivo con protección del medio ambiente. En este rubro y en los anteriores, los grandes desafíos -epistémicos, científicos y políticos- combinan tanto en la complejidad intrínseca del problema cómo en la limitada capacidad de los Estados latinoamericanos para enfrentarlos hoy de modo eficaz.
[i]Versión de una intervención en el Seminario internacional “Colombia y América Latina en un mundo cambiante: Relaciones Internacionales, Ética y Democracia”, organizado por el Programa de Estudios de la Alianza del Pacífico (PEAP) y el Laboratorio de Política y Relaciones Internacionales (PoInt) de la Universidad Icesi , Cali, el 12 de agosto de 2022.
Armando Chaguaceda Noriega.
Politólogo e historiador.
Especializado en procesos de democratización en latinoamérica y Rusia.
Reside en México.