Editorial 23: Las nuevas tecnologías de la información y la sociedad civil en Cuba

Seguir pensando el futuro de Cuba es “deber y agonía”, como decía Martí. Cumpliendo con esperanza ese deber, deseamos sugerir la necesidad de pensar cómo debía ser una sociedad de la información y el uso de los medios de comunicación en un país como el nuestro, y qué podemos hacer en el presente y el futuro para construir, desde ahora, este decisivo sector en una sociedad democrática en Cuba.
Las nuevas tecnologías de las comunicaciones y la información han cambiado el mundo. Han consagrado la globalización. Han capilarizado y socializado la libertad de expresión. Constituyen el más poderoso, inmediato y eficaz instrumento para expresar la soberanía ciudadana que debe ejercer toda persona cuya mente y formación hayan arribado al siglo XXI.
Se le llama nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones al uso de ordenadores, teléfonos móviles, y otros instrumentos portátiles con los que los ciudadanos pueden trabajar por cuenta propia en la internet, los blogs, las revistas, periódicos, audiovisuales y televisoras digitales, y al mismo tiempo asomarse a las redes sociales como facebook, twitter, youtube, y otros sitios de interrelación que prácticamente globalizan las relaciones humanas, la solidaridad, la información desde la base y la inmediatez de lo que acontece a la persona, su familia, su vecindario, su trabajo o escuela, su iglesia o asociación fraternal, su grupo de pertenencia o equipo de deportes.
Hacia una ética humanista de las nuevas tecnologías
Desde el punto de vista ético, el uso soberano, personal y social de estas herramientas al alcance de los ciudadanos es, como todos los inventos de la humanidad, ambivalente y objeto de la manipulación de cada persona según su propia concepción antropológica o su visión del mundo. En síntesis, puede ser un colosal poder democrático o puede convertirse en otra lacra social. Puede contribuir al empoderamiento de las personas y grupos, o a la desintegración moral cuando la libertad se ejerce irresponsablemente.
Creemos que un rasero para evaluar el uso de las nuevas tecnologías de la comunicación, es el respeto a la dignidad plena del hombre y la mujer. Todo lo que dañe, ataque, denigre a cualquier ser humano debe ser considerado éticamente inaceptable. Y debería ser desechado por los internautas de forma libre y consciente. Una sociedad adulta con ciudadanos maduros y bien formados puede recurrir a la conciencia personal para el discernimiento de estos medios. Todo en la vida humana posee una dimensión ética, es decir, una visión que salvaguarde el carácter inviolable de cada persona. ¿Por qué no las nuevas tecnologías?
Esto no significa necesariamente prohibirlas. Las prohibiciones sin discernimiento ni evaluación personales, pueden convertir a lo censurado en objeto morboso de la curiosidad y la transgresión. Solo la educación ética y cívica puede empoderar de herramientas de evaluación y discernimiento a las personas y grupos que adquieren y ejercen así una ética autónoma, es decir, unos valores libre e independientemente asumidos por la misma persona o grupo como virtudes a vivir y criterios para evaluar. Otra vez, el rasero pasa por la dimensión personalista y comunitaria para salvaguardar el bien personal y el bien común.
Al servicio de la reconstrucción del tejido de la sociedad civil
La sociedad civil, en su mismo concepto, no solo es constituida por el tejido social que hilvanan las redes cívicas. La apertura de espacios independientes y la creación de estados de opinión pública son dos columnas imprescindibles de la estructura de la sociedad civil. De modo que no se trata solo de aprender a organizarse para formar grupos o redes sociales, sino y también, de aprender a abrir espacios físicos e intangibles para la creación de la opinión pública. Sin estos dos pilares ninguna sociedad civil podrá existir ni desarrollarse.
Las nuevas tecnologías han contribuido y pueden seguir aportando una dimensión inmarcesible y capilar a los espacios independientes y a la formación de estados de opinión liberados de la censura de los grandes medios o de los estados pre-civiles o autoritarios. Un estado moderno, es aquel cuyas instituciones son participativas y totalmente al servicio de sus ciudadanos sin exclusión.
Ese Estado moderno debe ser una estructura sostenible, abierta al cambio y subsidiaria, es decir, que solo asuma aquello que la ciudadanía y los grupos cívicos y políticos, económicos o culturales, no puedan protagonizar por sí mismos. Una de las principales medidas para evaluar la evolución y desarrollo de un Estado moderno sería el “cómo” ese Estado pone al servicio de sus ciudadanos las nuevas tecnologías y el acceso o el “tratamiento” que se les da en su marco jurídico y valoración social.
Mencionaremos solo algunos aportes decisivos de las nuevas tecnologías de las comunicaciones y la información al desarrollo y fortalecimiento de la sociedad civil:
  1. Son un instrumento de protección y seguridad para el ciudadano y los grupos independientes porque les da visibilidad y solidaridad mundial. Antes estas personas solo podían ser reconocidas y escuchadas cuando los grandes medios como la prensa, la televisión y la radio le prestaban algo de atención.
  2. Contribuyen significativamente a la articulación de personas, grupos y proyectos cívicos permitiéndoles conocerse, solidarizarse y cooperar entre sí, cuando tienen fines comunes.
  3. Son un canal de información fácil, inmediato, económico, testimonial, desde abajo, eficaz y globalizado al que pueden acceder millones de personas alrededor del mundo.
  4. Crean estados de opinión pública de forma participativa, ciudadana y con poder de convocatoria cuando se usan adecuadamente.
  5. Empoderan a los ciudadanos y grupos de la sociedad civil independientes, haciendo de cada persona un protagonista de su historia local y un informador universal de esos pequeños proyectos locales, conectándolos con otros y con el resto del mundo.
  6. Son una nueva herramienta para construir una democracia capilar y para la socialización de los Medios de Comunicación tradicionales, por su carácter abierto e inclusivo.
Hacia una sociedad de la información y las comunicaciones en un mundo interdependiente
No habrá sociedad democrática, ni Estado verdaderamente al servicio de sus ciudadanos, ni empoderamiento cívico, ni soberanía personal, si las nuevas tecnologías no se ponen al alcance de todos o de las mayorías. La UNESCO define la sociedad de la información como “una sociedad en la que la información se utiliza intensivamente como elemento de la vida económica, social, cultural y política” (Del Informe Mundial sobre Información de la UNESCO, p. 290).
Tres características de la sociedad de la información
  1. El uso de la información como recurso económico para la apertura de los mercados, una mayor eficacia y competitividad, para la estimulación de la innovación y la mejora de la calidad de bienes y servicios.
  2. El acceso a la información por parte del gran público debe ser cuantitativamente mayor, cualitativamente superior, elegir con criterio, conocer y ejercer sus derechos informáticos y de libertad de expresión unido al ejercicio de sus responsabilidades cívicas, y para acceder a la educación y a la cultura.
  3. El desarrollo de las infraestructuras de un sector de la información: redes de telecomunicaciones, centros de formación, consultorías, centros de acceso libres y públicos, ordenadores, modem, impresoras, scanner, empresas proveedoras de productos informáticos, etc.
Las cinco tareas en la sociedad de la información
Para que lo que acontece, que es la columna vertebral de la información, tenga un valor añadido y sea un verdadero aporte a una sociedad de la información, es preciso que las personas y grupos que sirven a este sector cumplan alguna de estas cinco tareas o todas ellas a las que llamaremos ASODA:
  • Adquisición de la información
  • Selección
  • Organización
  • Almacenamiento
  • Difusión
Cinco criterios éticos sobre la información:
Todo el proceso y la dinámica interna de una sociedad de la información y las comunicaciones se resumen en la tensión entre estos cinco pares dialécticos:
  1. Entre la transparencia y la seguridad.
  2. Entre la veracidad y el respeto a la dignidad.
  3. Entre la libertad y la responsabilidad.
  4. Entre la denuncia y la proposición. (información proactiva)
  5. Entre la justicia y la paz.
Límites negativos y positivos a la sociedad de la información
  1. La cultura del secretismo.
  2. Los obstáculos al acceso a la información: Surge nueva división de las sociedades: entre los que tienen acceso y son capaces de utilizarla y los que no tienen acceso y/o no están capacitados para utilizar la información.
  3. El analfabetismo informático y periodístico.
  4. El aislamiento informativo. Se cierran las avenidas de la información. Se censuran las informaciones, se niega el acceso a Internet.
  5. La manipulación de la información. Se dice sólo parte de la verdad. Se selecciona ideológicamente la información. Se destacan solo los aspectos que convienen y se soslayan los que no convienen.
  6. El monopolio estatal de los medios oficiales de la información y las comunicaciones.
  7. Dada la gran marea de información, una limitación puede ser: no tener asesoramiento para su búsqueda, procesamiento y aplicación.
  8. La necesidad de un servicio global y gratuito de información y asesoramiento: presenciales y virtuales. Falta de Consultorías informáticas.
Sin embargo, existen también límites positivos de la sociedad de la información, libre y conscientemente aceptados como expresión de la propia responsabilidad ciudadana:
  • El derecho a la intimidad y a la imagen.
  • Los instrumentos jurídicos justos para el uso y la evaluación ciudadana de los Medios de Comunicación Social.
  • Los requisitos mínimos y suficientes para la solicitud de información.
  • Los secretos de Estado.
  • Los derechos de autor.
  • El derecho de rectificación y la réplica.
  • El derecho a la crítica y censura previa en casos que la información o los medios dañen a la persona o sociedad.
  • En los debates electorales: el derecho de igual acceso a la información y a la difusión en tiempo, calidad y alcance.
  • Los derechos de los presos, detenidos y sus familiares a la información o a la protección de los Medios.
  • Requisitos para publicar anuncios, calcomanías, carteles y otras propagandas, físicas o digitales en lugares públicos.
  • La protección y evaluación de obras musicales, plásticas, teatrales y otras.
Todos estos criterios de juicio, valores determinantes, características específicas y tareas, pudieran servir como guías para que cualquier ciudadano que desee ejercer su soberanía social pueda evaluar, criticar, proponer y trabajar para que el país o la región donde vive, camine, verdadera y sólidamente, hacia una sociedad de la información y las comunicaciones.
Son solo herramientas para el discernimiento y la participación ciudadana, siempre que sean usadas con buena voluntad y deseos de servir a las personas y a la sociedad civil.
Por último, las nuevas tecnologías no conducen a la sociedad de la información y las comunicaciones de forma abrupta o automática. Es una tarea ardua, perseverante y gradual. A continuación, proponemos solo como sugerencia, un posible itinerario para pasar de una sociedad cerrada a una más globalizada; de una cultura del secretismo a la transparencia informativa; de la exclusión informativa a la plena participación y socialización de los Medios y las tecnologías:
 
  1. Comenzar desde la fuerza de lo pequeño (pequeñas redes de amigos) a la autogestión informática ciudadana (consultorías de la información).
  2. Proseguir, por la soberanía desde abajo (articulación de instituciones y grupos) a las “autopistas de la información”. (Al Gore, 1992).
  3. Hasta alcanzar, desde las plazas del pueblo o nuevos areópagos, senados o parlamentos virtuales, a la aldea global.
 
Todo esto debe ser pensado, y construido en el marco de un proceso global y holístico que transitará de la sociedad de la información a la sociedad del conocimiento y de ellas dos a la sociedad de la solidaridad y el Desarrollo Humano Integral (DHI).
Todos los que tengan acceso a este editorial y vivan en Cuba podrán formarse sus propios criterios, usar estas herramientas para evaluar nuestro analfabetismo informático, tecnológico y cívico en este campo. Ojalá que también nos demos cuenta de la necesidad urgente de una educación ética y tecnológica para vivir y formar una sana e intercomunicada sociedad civil capaz de asumir y protagonizar los retos y desafíos de los cambios que se avecinan en Cuba.
 
Pinar del Río, 8 de septiembre de 2011
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