Las instituciones económicas juegan un importante papel en el ritmo económico de los países. En Cuba, no sucederá diferente. Solo que en el primer momento del cambio, estas instituciones tendrán un papel especial. Las instituciones garantizan la efectividad y la legitimidad de las relaciones económicas.
Por Karina Gálvez Chiu
El período de transición económica en Cuba pudiera producirse antes que el proceso político estructural de cambio.
Por eso es importante tener en cuenta algunas transformaciones estructurales que podrían garantizar que el cambio fuera hacia una situación mejor. Es difícil que no sintamos las consecuencias de 50 años de centralización casi total. Es posible que no sepamos qué hacer con las libertades que podríamos, de pronto, disfrutar. Es muy difícil para un estado que comience, en un país acostumbrado durante medio siglo al totalitarismo, actuar equilibradamente, garantizando el avance económico con el ejercicio de libertades, con eficiencia y apertura, velando, al mismo tiempo, por que esas libertades alcancen a todos, la eficiencia sea posible para todos y la apertura sea para incluir y no para aumentar las exclusiones.
La experiencia en otros países reafirma la necesidad de crear instituciones que respalden el nuevo sistema económico y social. Instituciones que se ganen el respeto de los cubanos de unas y otras ideologías, formas de pensar, credos filosóficos o religiosos; que constituyan verdaderas autoridades en sus materias respectivas; y que funcionen independientemente del Gobierno, dentro del Estado, en medio de un marco legal que surja como producto de un contrato social entre todos los ciudadanos.
¿Qué deben garantizar estas instituciones, como mínimo, en un primer momento de cambio?
1. Una justa distribución de propiedades.
2. Un código del trabajo y su cumplimiento.
3. Un código de comercio legítimo.
4. Una circulación del dinero fluida y hacia todos los rincones económicos.
Una justa distribución de propiedades.
Garantizar esto es muy importante en la primera etapa de un cambio en Cuba, pues una de las mayores preocupaciones de muchos cubanos es la posibilidad de perder sus propiedades actuales por reclamos de antiguos propietarios. El gobierno cubano actual se ha encargado de reforzar los acápites que hablan sobre este tema en la política norteamericana hacia Cuba. También hay algunos sectores del exilio cubano que consideran justa una devolución de propiedades que tenga como meta recrear la Cuba del 1 de enero de 1959 como se repara una fotografía vieja.
Es necesario crear una institución que se encargue del sistema de propiedad en Cuba en los primeros tiempos del cambio. Garantías de prioridad para propietarios actuales de inmuebles, indemnizaciones para antiguos propietarios y devolución de propiedades para propietarios de inmuebles que actualmente pertenezcan al Estado y sus organizaciones o estén inutilizados, debe ser en esencia la política justa para la distribución de propiedades en litigio. Cada caso debe ser tratado de forma específica, según sus propias características en tribunales o instituciones creadas al efecto.
Por otra parte, es necesario garantizar también la venta de propiedades estatales a privados (privatización), formación de cooperativas, sociedades, de manera que se combinen todos los tipos de propiedades en pos de una política que priorice el logro de eficiencia y la explotación máxima de todos los recursos. Cuba necesitará un impulso productivo que satisfaga las necesidades mínimas, hasta ahora sin satisfacer.
Esta responsabilidad siempre estará mejor en los hombros de una institución legítimamente elegida, que represente intereses comunes de los ciudadanos de diferentes ideologías y filosofías.
Una institución que garantice un código del trabajo y su aplicación.
Es necesario en Cuba retomar los, a lo mejor viejos, conceptos para algunos de la explotación del trabajo, o sea de la persona. Para muchos eso es letra vieja, pero el ansia de mejorar, de avanzar, de volver a ser una isla próspera, no puede llevarnos a hacerlo pasando por los caminos que también ya recorrimos. No a la explotación del hombre por el Estado pero también a la explotación del hombre por el trabajo. Cuando nos explotamos nosotros mismos podemos tener una sensación de libertad falsa.
Establecer ciertas normas de jornada laboral, de varios trabajos a la vez, de salarios mínimos. Los cubanos estamos ansiosos por elevar el nivel de vida. En un primer momento de cambio puede haber un desenfreno hacia el trabajo por encima de las capacidades personales tal como sucede cuando un cubano llega a otro país. Como que esto beneficia a la economía devastada de Cuba, pudiera ser una tentación hacer la vista gorda y dejar pasar. El trabajo debe garantizar los medios de vida y de superación constante de su nivel sin afectar la salud y la convivencia familiar. Muchos quieren trabajar como si se pudiera acumular la vida. Trabajar ahora para vivir después. Creo que es responsabilidad de la política en sentido amplio, especialmente del sistema económico, garantizar que cada vez menos, sea necesario y posible trabajar todas las horas del día y todos los días para obtener un nivel de vida digno.
Los ciudadanos confiarán en una institución legítima que, caminando en la cuerda floja entre la libertad personal y la responsabilidad social de cuidar la vida humana, establezca normas para el trabajo.
Una institución que garantice la realización de un comercio eficiente y legítimo.
La falta de libertad para el comercio, el tener que sobrevivir con el comercio subterráneo ha creado en la mentalidad cubana actual la idea de que es más cómodo y moral, comerciar por la izquierda. Económicamente hablando creo que siempre hace falta el comercio informal, que funcione a pesar de los frenos del burocratismo. Pero no podemos continuar viviendo en la ilegalidad por costumbre. Tal y como hemos pasado estos últimos 50 años cualquier disposición comercial puede parecer un freno a la libertad. Y muchos de los que ahora se conforman con el bloqueo total al comercio, se mostrarán recelosos y protestarán ante cada disposición legal que, después del cambio, tenga que cumplir.
La disciplina en el cumplimiento de contratos es determinante para la eficiencia en las relaciones comerciales hasta el punto de marcar el ritmo de la economía. Por otra parte, su ausencia, crea conflictos difíciles de solucionar y al mismo tiempo, constituye fuente de violencia ciudadana.
Una institución que garantice la circulación del dinero fluida y hacia todos los rincones económicos.
El dinero es para la economía como la sangre para el cuerpo humano. Sin sistema circulatorio sano no hay cuerpo sano. Hipertensión, trombolismos, gangrena, suelen ser consecuencias de una mala circulación. Sin un sistema financiero eficiente y abierto que facilite la circulación del dinero desde los ahorradores hasta los inversionistas que minimice el riesgo de hipertensión, trombolismos o gangrenas económicas, en los primeros momentos del cambio en Cuba, será muy difícil el avance económico.
Hay algunas instituciones financieras creadas en Cuba desde los años noventa. Me refiero a las estructuras. Banca Central, bancos comerciales, y algunas entidades no bancarias. Claro que habría que adecuar su funcionamiento a las nuevas condiciones. El problema es que especialmente en los primeros momentos del cambio, es muy importante que el dinero circule y que sean cubiertas las necesidades de crédito de los inversionistas. El impulso a la inversión en la pequeña y mediana empresa mediante microcréditos es primordial para la economía cubana. Y resulta más difícil teniendo en cuenta que los ahorradores que más podrían inyectar dinero a la economía cubana son los cubanos que se encuentran fuera de Cuba y también estos tendrán las mayores posibilidades de invertir. Garantizar la eficiencia en la circulación monetaria, intentando que la igualdad de oportunidades sea real y esté al máximo posible, es una misión titánica para cualquier institución económica.
Esta tarea será como nueva para las instituciones financieras cubanas actuales.
En el futuro mediato
Estas instituciones, lógicamente no pueden crearse solo para los primeros momentos. Su función debe ser fortalecida durante este tiempo de prueba. Después cambiarán en cuanto a actividades, pero no en esencia si se conciben con cierta idea de futuro.
En poco tiempo debemos tener en Cuba:
1. Un Banco Central competente y eficiente.
2. Una Bolsa de valores prestigiosa e influyente.
3. Una Cámara de Comercio abierta y exigente.
4. Un Tribunal de Cuentas que evite la corrupción económica.
Y todas aquellas instituciones que garanticen un clima de prosperidad dentro de la institucionalidad necesaria para volver a ser un país democrático.
Karina Gálvez Chiu (Pinar del Río, 1968)
Licenciada en Economía. Profesora de Finanzas
Fue Responsable del Grupo de economistas del Centro Cívico
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia.
Vive y trabaja en Pinar del Río.