Las ideas ni se matan, ni se mutilan

Por Williams I. Rodríguez Torres
 
 
Parecía que todo acababa, la única felicidad aparente estaba a noventa millas rumbo al norte después de cruzar el muro del malecón y adentrarse en el mar. Junto a la felicidad, los sueños, los proyectos, los anhelos y las esperanzas. Por lo menos para los más jóvenes, los que no lograban divisar un futuro cierto, un horizonte claro, los que solo tenían muchas ganas de salir adelante con unos bolsillos vacíos, unos zapatos rotos y una chismosa hecha con un pomo de boca ancha, un tubo de pasta perla y papel plomado para alumbrarse.


 

 
 
Por Williams I. Rodríguez Torres
 
 
Algunos participantes en el lanzamiento del número cero del boletín Nuevo Horizonte. Foto cortesía del autor.
 
 
Parecía que todo acababa, la única felicidad aparente estaba a noventa millas rumbo al norte después de cruzar el muro del malecón y adentrarse en el mar. Junto a la felicidad, los sueños, los proyectos, los anhelos y las esperanzas. Por lo menos para los más jóvenes, los que no lograban divisar un futuro cierto, un horizonte claro, los que solo tenían muchas ganas de salir adelante con unos bolsillos vacíos, unos zapatos rotos y una chismosa hecha con un pomo de boca ancha, un tubo de pasta perla y papel plomado para alumbrarse.
 
En septiembre de 1994, tras una serie de eventos conmocionantes en la nación y con motivo de la novena a Nuestra Señora de La Caridad de El Cobre, un grupo de cinco jóvenes de la Parroquia La Caridad en Pinar del Río redactaron un mensaje dirigido a otros jóvenes de esta Diócesis, inspirados en la triste realidad y con el fin de animar a la juventud a romper con la apatía y el inmovilismo. Titularon dicho mensaje con la frase bíblica: “A ti te lo digo, Levántate” (Jn11, 33).
 
A partir de ese momento estos cinco muchachos comenzaron a soñar con la creación de un boletín que aunque no fuera diocesano, llegara a todo el territorio, en el cual los jóvenes pudieran plantear sus inquietudes, plasmar sus ideas y anhelos, dar su opinión y ver la de muchos otros. Soñarlo era fácil, materializarlo no. No obstante, este pequeño grupo de jóvenes comprometidos con la Iglesia y la sociedad, en un momento extremadamente convulso, comenzó a reunirse y planificar formatos, estilos, definir nombre y recopilar recursos para más tarde dar el paso, a mi entender, más difícil: pedir la autorización al Párroco y al Obispo.
 
A fines de octubre del mismo año, la primera propuesta estaba confeccionada. Eran dos hojas horizontales mecanografiadas en una antigua maquinita de escribir americana que alguien aportó. Las imágenes se pegaban al texto con precinta en el dorso y luego se fotocopiaba aquel original. Es decir, era conformado casi artesanal, con la técnica más arcaica existente, pero con una pasión y un amor sin igual.
 
La primera puerta en tocarse fue la del Centro de Formación Cívica y Religiosa y la revista Vitral, en la persona de Dagoberto Valdés, quien no dudó un instante para dar todo el apoyo posible tanto material, como moral y espiritual, a pesar de las carencias propias de tan duro momento.
 
Una vez lista la primera propuesta, le fue presentada a quien se convertiría en fiel padrino de dicha iniciativa, nuestro Padre Manolo, como muchos le dicen en esta ciudad, párroco entonces de la Ermita de La Caridad, hoy Monseñor Manuel de Céspedes, Obispo de Matanzas. Este fue el primer crítico y consejero de aquellos a los que amaba como hijos y que emprendían el hermoso y difícil camino de unir criterios desde la diversidad, poniendo en práctica lo aprendido a lo largo de los años de formación dentro de la Iglesia como hombres de bien. Luego de esto, y del mismo modo, Monseñor José Siro, Obispo de Pinar del Río, amante celoso de esta Patria, de la Iglesia y defensor a ultranza del protagonismo laical, vio la propuesta y le dio el visto bueno haciendo algunas recomendaciones.
 
De esta manera, en la tarde del 17 de diciembre de 1994, ve la luz el número cero del boletín juvenil parroquial Nuevo Horizonte. La presentación fue hecha en la Biblioteca Diocesana “Padre Jaime Manich”, por su primer consejo de redacción conformado por Dayra Díaz Puentes, Ibrahim Miranda Olivera, Yaxis D. Cires Dib, Ernesto Morales y un servidor. La frecuencia de salida sería mensual en un inicio, para más tarde ser cada dos meses. En el mismo se podían encontrar temas de opinión pública, poesía, reflexiones de la realidad, debates, noticias y al final una tira de humorismo gráfico. Este boletín circuló en el territorio provincial y un poco más allá durante casi cinco años. Sus realizadores se movían por toda la Diócesis en busca de noticias, fiestas patronales y eventos eclesiales para así compartirlo con todos los jóvenes de las diferentes parroquias a las que se enviaba. Más de doscientos suscriptores llegaron a recibir dicho boletín a lo largo del territorio.
 
De esta modesta, pero importante manera, comenzaría a escucharse la voz de los jóvenes de la Iglesia de entonces, tan necesitados de un espacio donde exponer sus criterios, pero siempre como jóvenes, con pensamientos frescos y reconciliadores, deseosos de tener una patria justa y plural, donde fueran tenidos en cuenta todos los criterios, incluso, aquellos con los que no estábamos de acuerdo.
 
Quiera el buen Dios que la mentalidad de los hombres que rigen el destino de nuestro país se abra. Que en el futuro cercano surjan y se permitan miles de iniciativas como estas, donde los jóvenes, y las personas en general, puedan expresar sus ideas para lograr el bien común y proponer sin temores y sin tener que responder a un interés determinado; sin miedo a que sus ideas sean mutiladas o censuradas, sin que sean confundidas o tomadas a mal, sin tener el temor de ser vistos o tratados como enemigos.
 
Que en esta Navidad Dios nos siga regalando pastores que no solo huelan a ovejas, sino que las defiendan de los lobos hasta con sus vidas, manteniéndolas unidas, aun cuando cada una es diferente.
 
En el vigésimo aniversario del lanzamiento del mensaje “A ti te lo digo, Levántate” y del boletín Nuevo Horizonte llegue nuestro homenaje a aquellos que han alzado la voz de manera respetuosa y tolerante a lo largo de toda esta tierra bendita; nuestro agradecimiento eterno al Centro de Formación Cívica y Religiosa, lugar donde cada número de este boletín cobraba vida; a todos los que colaboraron en la realización de aquel pequeño espacio de libertad para los jóvenes y a los que han puesto sus vidas al servicio de la Iglesia y la sociedad civil venciendo los miedos, sus propios miedos, con la convicción de estar cimentando el largo camino de la inclusión y la pluralidad, pero sobre todo creyendo en los sueños y en la fuerza de las más nobles ideas.
 
Williams Iván Rodríguez Torres (Pinar del Río, 1976).
Técnico en Ortopedia y Traumatología.
Artesano
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