Las elecciones del 26 de marzo

Martes de Dimas

Cuba acaba de ser testigo de dos hechos significativo: la mayor campaña electoral durante el último medio siglo y el resultado más controvertido de dicho proceso.

El lunes 27 de de marzo la Comisión Electoral Nacional (CEN) emitió los datos preliminares de las elecciones parlamentarias: de un padrón de 8 120 072 electores asistieron a las urnas 6 164 876 (75,92%) y no asistieron 1 955 196 (24,08%). De los que asistieron 562 236 anularon o depositaron las boletas en blanco (9,72%). Es decir, 2 517 432 cubanos (31%), casi uno de cada tres electores se abstuvieron o anularon sus boletas.

El día anterior, el domingo 26 de marzo a las 11:00 horas, según el segundo parte emitido por la CEN, habían asistido 3 382792 electores, el 41,66% del total; una cifra bajísima si se tiene en cuenta la inmensa propaganda desplegada, llamando a asistir a las urnas en horas tempranas en un día no laborable, y que tanto los partidarios del Gobierno como los que anulan su boletas, suelen hacerlo en las primeras horas del día. Después de esa hora, como se pudo ver en las redes sociales, los colegios permanecieron prácticamente vacíos, lo cual apuntaba a romper el record de baja asistencia. Sin embargo, seis horas después, el parte de las 17:00 horas, informó que ya habían asistido 5 711 608 (70,34%). Y al días siguiente, en el parte preliminar, esa cifra se elevó hasta 6 164 876 (75,92%) del padrón electoral.

Si a lo anterior se añade que los colegios permanecieron abiertos una hora más de lo previsto, sin que se conociera de ningún fenómeno atmosférico que lo justificara, que hubo acciones represivas denunciadas por las plataformas independientes: Observadores de Derechos Electorales, Comisión Cubana de Defensa Electoral y Ciudadanos Observadores de Procesos Electorales, las que calificaron los comicios parlamentarios de este domingo como los “más irregulares. Y por el Centro de Información legal (Cubalex), que a las 11:00 horas del 26 de marzo ya había reportado cuatro hechos de represión contra activistas; lo cual explica los cuestionamientos acerca de la transparencia y la veracidad de los datos ofrecidos por la CEN.

Según los datos oficiales ofrecidos por la CEN, la cifra de participación fue mayor a la ocurrida en los comicios municipales de noviembre de 2022, lo cual, por una razón elemental, dice muy poco de la credibilidad; pues de esa fecha al presente, las causas que movieron a los cubanos a abstenerse –en la capital fue de alrededor del 40% de los electores– en lugar de mejorar, han empeorado. Por tanto es inexplicable que algunos de los que se abstuvieron la vez pasada hayan optado por votar en esta oportunidad; algo que se pudo corroborar visualmente en las redes por los colegios desiertos de electores después de las primeras horas de la mañana, lo que confirmó lo ocurrido en los últimos comicios celebrados en Cuba: un aumento sostenido de las abstenciones reflejo de la inconformidad con los resultados de la acción gubernamental.

El resultado informado por la CEN era predecible. No hay sorpresas. Responde a la falta de voluntad política para buscar una verdadera salida al creciente distanciamiento entre pueblo y Gobierno; salida que pasa por la democratización.

Después de la más intensa campaña propagandística desarrollada en procesos similares las cifras oficiales, presentadas como una nueva victoria, tratan de ocultar el mayor fracaso electoral sufrido por el Gobierno en los últimos años.

El sistema está agotado, la salida de la crisis no está en aliarse con Rusia ni en anunciar nuevo paquetes de medidas, tampoco en seguir gastando recursos en los recorridos de los candidatos por todo el país; sino en la restitución de las libertades políticas y económicas.

Por lo anterior, resulta imposible conservar el poder sin cambiar. Ante tal encrucijada, en ausencia de la necesaria voluntad política, todo indica que el cambio será hacia el modelo oligárquico que existe en Rusia, una salida falsa y por tanto, condenada a un nuevo fracaso; pues resulta imposible salir de la crisis actual transfigurando al modelo que la generó.

El creciente número de cubanos que abstienen, en lugar de depositar la boleta en blanco u anularla, responde al fracaso del sistema totalitario cubano, que ha hundido a Cuba en la pobreza generalizada, y es incapaz de satisfacer las necesidades más elementales del pueblo. A ello se une el llamado del Presidente, el 11J de 2021, a los cubanos para enfrentarse unos a otros, lo que marcó un antes y un después y ahondó la distancia entre pueblo y Gobierno.

Tanto de las elecciones del 27 de noviembre, como las actuales parlamentarias del 26 de marzo, echa por tierra cualquier argumento para justificar la conservación del modelo totalitario y la existencia de un solo partido político: el comunista. Tan controvertido resultado podía servir para rectificar el rumbo: convocar nuevas elecciones con observadores nacionales e internacionales, algo impensable para los actuales gobernantes, pero que constituye una necesidad ineludible, para ellos o para sus sustitutos; algo pendiente desde aquel 8 de enero de 1959, cuando el líder revolucionario aseguró que se iba a convocar a elecciones en el más breve plazo de tiempo posible y que 64 años después, continúa pendiente de realización.

La Habana, 27 de marzo de 2023

 

 


  • Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
  • Reside en La Habana desde 1967.
  • Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
  • Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
  • Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
  • Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
  • Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).
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