Por Lisandra Acosta
Soy una mujer cubana, formo parte de esta sociedad subdesarrollada y convulsa, de ese género que, entre voces, comienza a levantarse a pesar de un machismo criticado, mas no del todo erradicado, que inevitablemente está dentro de ese legado que nos hace ser cubanos.
A través de los tiempos la mujer cubana ha crecido, abriéndose caminos en una sociedad de hombres…
Por Lisandra Acosta
Soy una mujer cubana, formo parte de esta sociedad subdesarrollada y convulsa, de ese género que, entre voces, comienza a levantarse a pesar de un machismo criticado, mas no del todo erradicado, que inevitablemente está dentro de ese legado que nos hace ser cubanos.
A través de los tiempos la mujer cubana ha crecido, abriéndose caminos en una sociedad de hombres, pasando de ser simple ama de casa, a competente profesional, pero siempre chocando con el muro de todas las tareas que le corresponden por el simple hecho de ser mujer: las del hogar, la de ser madre, las laborales, la de ser esposas,… y muchísimas otras que a veces atentan contra nosotras mismas, abarcando todo nuestro ser y no dejando espacio para las aspiraciones que por circunstancias vamos posponiendo, o en el peor de los casos, olvidando.
Algunas personas, todavía ponen en duda la capacidad de la mujer, y es que gran parte de la sociedad, a pesar de divulgarlo, aún no la visualiza como figura representativa sin que antes existan críticas que traten de ridiculizar o desestimar su trabajo.
Si esto suele suceder con la empresaria o la economista, imaginemos lo que acontece con aquellas que trabajan por generar cambios necesarios en la sociedad civil cubana que es, en mi criterio, tan difícil como guiar una empresa, por el hecho de nadar contra la corriente, como algunos lo llaman, lo que incluye lidiar con el rechazo o la represalias del pueblo por el que trabajan.
En cada una de las etapas de la historia saltan a la vista los nombres de mujeres que marcaron de manera singular su momento histórico. Lucharon, según sus circunstancias, por una Cuba mejor, libre, lucharon porque lo creían y lo sentían necesario.
Me pregunto entonces: ¿No es lo que hacen algunas mujeres ahora, en nuestro momento?, ¿Por qué dejarlas luchar solas, si lo hacen por nosotros?
No es este un momento como aquel, en que enviaban hijos a la guerra o curaban heridos. Es momento de educar el sentir del pueblo cubano, ese del que somos hijas, madres y esposas.
Es, en este momento, en el que urge llevar consigo la verdadera libertad, la de pensamiento, palabra y acción. Utilicemos nuestra presencia en cada espacio que tenemos, utilicemos el poder que nos da ese sexto sentido femenino que nos hace únicas y que no explotamos, para plantar otra vez la esperanza y la ilusión que gradualmente se nos arrebató, para mostrar esa libertad que una parte del pueblo cubano desconoce.
Creo que no habrá nada mejor que escuchar esa libertad proclamada en voz de las mujeres cubanas.
Lisandra Acosta Reina
Técnico Medio en Informática
Miembro del proyecto La Isleña.