La Iglesia católica y la prensa oficial han anunciado que Su Santidad el Papa Benedicto XVI “está estudiando una visita a México y a Cuba en la primavera del año 2012”. Al mismo tiempo, el vocero de la Santa Sede ha declarado que la Secretaría de Estado del Soberano Pontífice ha indicado a los Nuncios Apostólicos en cada uno de estos países que informen a las respectivas autoridades eclesiásticas y civiles sobre esa visita. (Confirmada el 12 de diciembre en Roma.)
Esta noticia, publicada a principios de noviembre, ha suscitado numerosas expectativas y posibilidades. La visita del Supremo Pastor de la Iglesia católica, que tiene a más de la mitad de sus mil millones de miembros viviendo en América Latina, es siempre un acontecimiento trascendental y no deja indiferentes, ni a la Iglesia visitada, ni a las autoridades civiles, ni a gran parte del pueblo que se declara creyente de matriz cristiana.
Se trata al mismo tiempo, e inseparablemente mezcladas en una misma persona, de la visita del pastor de una Iglesia y el Jefe de un pequeño Estado que simboliza la soberanía de esa confesión religiosa para poder ejercer, sin intromisiones ni manipulaciones, su misión evangelizadora. Es por ello que, se quiera o no, toda visita de un Papa tiene una dimensión religiosa, y otra política y social. Y por lo mismo crea expectativas espirituales y políticas en sentido amplio, aunque su visita sea esencialmente religiosa.
Sin embargo, no debe compararse, ni equipararse, la visita de un Jefe de Estado con la visita del Papa. Sería un error de perspectiva, de apreciación y de expectativas.
Cuba ya tuvo una visita papal hace 14 años. Su Santidad, el Papa Juan Pablo II, ya hoy declarado beato y venerado como santo por millones de personas alrededor del mundo, realizó una inolvidable visita pastoral de cinco días a nuestra Isla, del 21 al 25 de enero de 1998. Es imposible no tenerlo en cuenta y es muy probable que algunos intenten establecer comparaciones con la anunciada peregrinación de Benedicto XVI. Aunque es natural que recordemos y evoquemos aquel acontecimiento histórico, lo mejor es que hagamos consciente que ninguna visita de este tipo es equiparable a otra. Porque son pontífices diferentes, porque son tiempos diferentes y porque la Cuba de 1998 difiere en muchos aspectos de la Cuba de 2012.
Los frutos de una visita pontificia dependen de los protagonistas
No obstante, deseamos participar en esta etapa de preparación para la posible visita del Papa recogiendo algunas expectativas y posibilidades que compartimos algunos cubanos y cubanas, no necesariamente católicos. Un viejo refrán latino, aunque no siempre exacto, dice que “de Roma viene, lo que a Roma va”. Esto, generalmente se refiere a lo importante que son las expectativas de la Iglesia, y del resto de la Nación que el Papa visitará; la visión de la realidad local que se le informa al Papa; y las características que, ambas partes desean, tenga su peregrinación pastoral.
Por eso es lógico y bueno que el Santo Padre escuche lo que la Iglesia y el pueblo desean con su visita. Pero también es lógico y bueno que el Papa desee transmitir su mensaje sin desfigurar su misión y sirviendo al Evangelio de Jesucristo, su único paradigma y fuente de inspiración. Los frutos de una visita pontificia dependen esencialmente de la comunicación fluida y la coherencia con la identidad y la misión de todos los protagonistas de tal evento: Iglesia, pueblo y autoridades.
El presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, Mons. Dionisio García, arzobispo de Santiago de Cuba, ha expresado que el Papa viene, principalmente, para participar como peregrino en las celebraciones por los 400 años del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, madre, reina y patrona de la República de Cuba. Por tanto, el centro de su presencia en Cuba será la visita y la Eucaristía que celebrará en el Santuario Nacional-Basílica de El Cobre. Y aunque el programa no ha sido aún anunciado y parece ser de poco tiempo, podemos esperar que también visite la Capital para tener otra celebración religiosa y presentar sus saludos a las autoridades del país. No se puede descartar tampoco que el Pontífice tenga encuentros con sectores más específicos de la Iglesia, por ejemplo, jóvenes, laicos, obispos, sacerdotes y religiosas.
Algunas expectativas y posibilidades
Es una responsabilidad y un deber para cada ciudadano no permanecer indiferente ante el acontecer nacional. La preparación de una visita papal no es exclusiva de la Iglesia, es una tarea cívica y religiosa. Todos deberíamos opinar, sugerir, sacar la procesión que llevamos dentro, mostrar el alma, ya que se trata, sobre todo, de la visita de un líder espiritual. Y alma tenemos todos y todos compartimos el alma de la Nación. He aquí algunas de nuestras expectativas y opiniones:
1. La caridad nos une. La unidad es inclusión
“La caridad nos une”, este es el lema que sintetiza el espíritu de las celebraciones por los 400 años del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad, que es al mismo tiempo, el fin y el centro de la visita papal. Entonces, si la caridad, que es el nombre cristiano del amor de entrega por los demás, nos debe unir a todos los cubanos, nuestra expectativa en este sentido es que esa unidad no sea uniformidad en el pensar, el sentir, en el creer ni en el optar y actuar. Creemos que esa unidad no debe ser excluyendo a los diferentes o a los que sean molestos al gobierno, a la oposición o a la Iglesia. Creemos que esa unidad no es unanimidad o unidad alrededor de una sola opción. En fin, en una sola frase, que es al mismo tiempo nuestra expectativa central con relación a este tema: Unidad es inclusión. Por tanto la visita del Papa debe ser inclusiva de todos los representantes de la nación cubana, hijos todos de la Caridad: creyentes, no-creyentes, gobierno, oposición y sociedad civil, los que vivimos en la Isla y los que viven en la Diáspora. Si alguno de estos grupos quedara fuera de la visita papal, y de la vida de Cuba, la unidad en la caridad no sería posible. El grado de inclusión que esté presente antes, durante y después de la visita, puede ser una de las expectativas y oportunidades para prepararla, vivirla y evaluarla.
2. El espíritu que promueva los cambios estructurales, pacíficos y graduales
Los cambios estructurales, pacíficos y graduales, en los ámbitos políticos, económicos, sociales, culturales y antropológicos no son el objetivo de la visita del Papa pero sí son una necesidad urgente del pueblo que el Papa visita y de la Iglesia que lo recibe. Estos cambios no son tarea del Papa, o de la Iglesia en Cuba exclusivamente, pero cada reforma sustancial tiene su base en el alma de los pueblos y en el espíritu de los ciudadanos. Por tanto, todo lo que fortalezca el espíritu de los cubanos y cubanas, todo lo que alimente el alma de la Nación, todo lo que la abra a las mejores mociones del Espíritu de la Verdad, del Bien y de la Belleza, será como un dinamizador de los cambios larga y pacientemente esperados. El cultivo de la espiritualidad del pueblo cubano contribuirá significativamente a que nadie quede excluido, no se fomente la violencia, no se busque la venganza y que la vida de todos esté segura y plena, en el presente y en el futuro. El grado de profundidad espiritual como base y fuente para los cambios graduales y pacíficos, que esté presente antes, durante y después de esta visita, puede ser una de las expectativas y oportunidades para prepararla, vivirla y evaluarla.
3. La promoción de la soberanía ciudadana y de un diálogo nacional incluyente y acerca de temas esenciales
El pueblo que el Papa va a visitar e incluso la Iglesia católica que prepara su visita, que forma parte de ese pueblo, han tenido un déficit de educación ciudadana y formación ética para vivir en libertad, responsabilidad, democracia participativa y fraternidad, durante más de medio siglo. Este analfabetismo cívico y moral es una de las más grandes necesidades del pueblo y de la Iglesia a los que el Papa vendrá en peregrinación. Es un deber pastoral y evangelizador de la Iglesia, contribuir con su misión educadora a la formación de la soberanía ciudadana, la participación cívica responsable y la inseparable coherencia entre la ética y la política, sin optar por ninguna ideología ni opción política partidista. El esfuerzo de una educación ética y cívica, que conduzcan a un auténtico diálogo nacional, sin exclusiones, y para tratar todos los temas esenciales, que esté presente antes, durante y después de esta visita puede ser una de las expectativas y oportunidades para prepararla, vivirla y evaluarla.
4. La reconstrucción del tejido soberano de la sociedad civil
La reconstrucción del tejido soberano de la sociedad civil es una tarea a largo plazo y una consecuencia de la formación de cada persona como ciudadano, de la responsabilidad ética y de una mística espiritual para que el desánimo, las miserias humanas y los intereses materialistas y hedonistas, no derrumben esta tarea para el presente y el futuro de Cuba. La visita del Papa, el estilo de vida y trabajo de la propia Iglesia, como paradigma de una de las comunidades de la sociedad civil, podría ser una visión, una moción y una posibilidad de trabajo con ocasión de la visita del Pontífice. La preparación, la realización y el estilo eclesial que deje la visita del Papa a Cuba, pueden ser una escuela testimonial y profética para la reconstrucción de una sociedad civil sana. Al mismo tiempo, esa escuela de vida para la sociedad civil, antes, durante y después de la visita, puede ser una expectativa y una oportunidad para prepararla, vivirla y evaluarla.
5. La despenalización de la discrepancia
Cuba necesita, sobre todo, aprender a vivir en el respeto y la concertación de la diversidad que es natural y deseable en una sociedad sana. Cuba necesita despenalizar la discrepancia, como ha expresado un destacado periodista camagüeyano. La misión del cristianismo es, según el Evangelio de San Lucas en su capítulo 4, 18-21: “Traer buenas noticias para los pobres, anunciar a los cautivos su libertad, y a los ciegos que pronto van a ver. A despedir libres a los oprimidos y a proclamar un año de Gracia del Señor.” Por eso, podemos esperar con motivo de la visita del Pastor de la Iglesia: una amnistía para todos los presos políticos o de conciencia, más que indulto; el cese de toda represión; y el cambio hacia una atmósfera de confianza y fraternidad de ese clima mediático y callejero de crispación, guerra, conspiración y espionaje que va contra el alma de la Nación y el espíritu de la cubanía. Estas buenas noticias, avaladas y consolidadas por la completa despenalización de la discrepancia, antes, durante y después de la Visita pontificia, puede ser una de las expectativas y oportunidades para prepararla, vivirla y evaluarla.
6. Hacia una verdadera libertad religiosa
La verdadera libertad religiosa en un Estado laico moderno no es “el permiso” para cada acción u obra de las Iglesias, ni es tener una oficina especial para controlar sus actividades, ni excluir de la Iglesia obras, personas y grupos, para conseguir “la normalización” de las relaciones entre la Iglesia y el Estado. Estas relaciones solo serán normales cuando las Iglesias gocen de una verdadera libertad religiosa, garantizada por ley o Concordato, por la renovación de la mentalidad y por un ambiente social de libertad y respeto para todos los creyentes. La libertad religiosa no es un privilegio para las instituciones eclesiásticas sino un derecho de cada ciudadano y de cada comunidad de creyentes. Cuidar ese derecho es una responsabilidad tanto de la Jerarquía de la Iglesia como de la Autoridad civil. No puede haber libertad religiosa si uno solo de los creyentes está perseguido, discriminado, excluido o reprimido por su fe y por las consecuencias que su fe tiene en sus opciones políticas, económicas y sociales. Los fines que busca el Evangelio no son exclusivamente las buenas relaciones entre la Iglesia y el Estado, sino, y sobre todo, las buenas relaciones entre todos los ciudadanos y el Estado. Promover este concepto más integral de la libertad religiosa puede ser apoyo y fuente, inspiración y complemento de todas las demás libertades, derechos humanos y expectativas con relación a la vida de las Iglesias y a la visita del Papa. El grado de verdadera libertad religiosa que se alcance antes, durante y después de esta visita, y para cada cubano, puede ser una de las expectativas y oportunidades para prepararla, vivirla y evaluarla.
7. La reconciliación nacional: verdad, justicia, amnistía y magnanimidad
Otra de las expectativas acerca de la visita papal es que debe contribuir al largo y necesario proceso de reconciliación nacional. Durante más de cinco décadas se ha sembrado la confrontación entre cubanos que piensan y actúan diferente. Se les ha llamado injustamente gusanos, mercenarios, vendepatrias, traidores y toda clase de descalificaciones denigrantes a personas que aman y trabajan pacíficamente por Cuba. Delatores y represores han hecho mucho daño físico y psicológico. La visita pontificia debería poner una fuerte motivación espiritual y ética para que cese esta manía de descalificar a la persona en lugar de discrepar serenamente acerca de sus ideas. Débiles deben ser los argumentos contra las ideas, cuando se recurre a la descalificación de las personas que las ostentan. El pueblo que el Papa va a visitar necesita un profundo proceso de reconciliación nacional que destierre para siempre la violencia, que descarte el odio y la revancha. Este proceso de reconciliación debe incluir estos cuatro pasos: una comisión de la verdad; unos procesos judiciales con todas las garantías, sin venganzas ni penas de muerte; una amnistía sin amnesia para nunca más caer en el mismo hueco; y un espíritu de magnanimidad que es la mezcla del perdón y la fraternidad. El grado en que la preparación, la visita papal y lo que venga después de ella, contribuyan a este proceso de reconciliación nacional, puede ser una de las expectativas y oportunidades para prepararla, vivirla y evaluarla.
8. La apertura al mundo fortalece la identidad cultural y la soberanía nacional
“Que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba”, fue uno de los mensajes más impactantes de la visita de Juan Pablo II a Cuba hace 14 años. Rápidamente muchos cubanos agregamos que, junto y como consecuencia de estas dos aperturas, el gobierno debería abrirse, principalmente, a los propios cubanos, para que podamos gozar de todos los derechos para todos. Desgraciadamente, las tres aperturas están aún pendientes, algunas de iniciar y otras de completar. El mundo ha cambiado desde hace 14 años: es más interdependiente, más solidario, más consciente y sensible a las violaciones de los Derechos Humanos y al uso de la violencia en cualquier forma y lugar. La apertura y la interdependencia no rebajan, ni dañan, sino que fortalecen la identidad cultural y la soberanía nacional si los ciudadanos están formados ética y cívicamente para entrar en diálogo con otras culturas y con otras naciones. El paternalismo cree que encerrando a sus hijos en su casa como niños y dándoles una versión simplificada del mundo, logrará su fidelidad y pureza. La vida misma desmiente la eficacia de esta cerrazón informativa, mediática, interpersonal, de viajes e intercambios entre países. El grado de apertura al mundo, a los cubanos y a todos los derechos humanos para todos, que se alcance antes, durante y después esta visita, puede ser una de las expectativas y oportunidades para prepararla, vivirla y evaluarla.
9. La transición del miedo a la esperanza y de la esperanza a la reconstrucción del País
Cuba necesita una profunda transición. Pero no solo una transición política y económica. Necesita pasar del odio hacia la tolerancia y la inclusión. Pero sobre todo y primero que todo, Cuba necesita transitar del miedo a la esperanza. En efecto, todos podemos medir este indicador de la situación de nuestro país y de la calidad con que vivimos en esta Isla: Cuba no habrá cambiado de verdad si usted encuentra miedo a su alrededor. Si la televisión amenaza y ataca. Si los periódicos son libelos denigrantes de los diferentes. Si su barrio es un nido de desconfianza y delatores. Si su trabajo es una jauría de envidias y corrupciones, algo anda mal en Cuba y debe cambiar. Donde hay miedo no hay calidad de vida. Donde no hay esperanza, el futuro se aleja de cada uno y del país. Un país donde la esperanza se ubica en la posibilidad de viajar a cualquier otro para mejorar, tiene que cambiar sustancialmente. La visita del Papa, su preparación y su continuidad, pueden ser evaluadas por los pasos concretos en este itinerario urgente de transición del miedo a la esperanza y de la esperanza a la reconstrucción del País con libertad y responsabilidad.
10. Los cubanos y cubanas somos y debemos ser los protagonistas de nuestra propia historia personal y nacional
Otro legado inacabado de la visita de Juan Pablo II es aquel mensaje, tres veces repetido por el venerado pontífice: “Ustedes son y deben ser los protagonistas de su propia historia personal y nacional”. Esta es, quizás, la base, la clave y la garantía de todas las expectativas y las posibilidades relacionadas con la visita del papa Benedicto XVI: Solo si los cubanos y cubanas asumimos nuestra responsabilidad personal y cívica, los cambios en Cuba se podrán realizar en profundidad y con paz. El Papa no convertirá todas nuestras expectativas en realidades. Pero el protagonismo y la responsabilidad de los cubanos sí lo podrán hacer. Y lo podremos y debemos hacer contando con ese suplemento de alma que sí pueden dar las religiones con su mística, su espiritualidad, su ética y su visión liberadora y holística de la realidad.
La visita de todo líder religioso es siempre un llamado y un estímulo espiritual para todos los que deseen escucharlo y aceptar sus sabias sugerencias y consejos. Por eso la visita de Su Santidad el papa Benedicto XVI puede ser un magnífico catalizador de este proceso gradual, pero irreversible, en que cada cubano y cubana debemos asumir nuestra responsabilidad, nuestro protagonismo social e histórico para realizar entre todos, sin exclusión, ni violencia, los cambios que solo los cubanos debemos hacer para los cubanos.
Los frutos de esta visita dependerán de cada uno de nosoros, pero muy especialmente de las autoridades y fieles de la Iglesia católica y también de las autoridades y seguidores del gobierno del País. Dependerá también del aporte de aquellos cubanos y cubanas que han decidido ejercer su soberanía ciudadana en el acontecer de la vida nacional.
Es la hora de que cada cual aporte lo que piensa, lo que espera, lo que decida hacer, con motivo de la visita del Papa en la próxima primavera de Cuba.
Pinar del Río, 20 de noviembre de 2011
223er. Aniversario del Nacimiento del Padre Félix Varela