Editorial 29: La Virgen de la Caridad: pan, justicia y libertad para Cuba

Hace 400 años, tres representantes de lo más criollo de la Isla de Cuba, recogían del mar, después de la tormenta, una imagen, pequeña y morena, de María, la madre de Jesús de Nazaret.
Era el símbolo de nuestro doméstico encuentro entre tres culturas: dos indios, un negro esclavo y un icono de la religión cristiana, matriz religiosa de nuestra identidad. La tormenta era la prueba de que ninguna transculturación ocurre sobre las aguas del mar en calma. El ajiaco cubano, del que habla Fernando Ortiz, hierve en la olla nacional desde esos albores, unas veces con menos presión y otras con válvulas de escape.
A cuatro siglos de aquel comienzo, siempre mezclado, siempre en gestación, la pequeña y mulata “Cachita” ha devenido, con la madurez de nuestra cultura, en uno de los símbolos patrios.
Es por ello que celebramos con todos los cubanos y cubanas, de la Isla y de la Diáspora, este magno aniversario. No es solo la fiesta de una imagen religiosa, lo que sería reductivo y empobrecedor. Festejamos porque la Nación de hoy comenzó a dar los primeros signos de gestación: Sobre la barca de los tres juanes, el semen de la fe, venida del Medio Oriente por caminos europeos, fecundó las culturas indígena y africana en la matriz caribeña de un cristianismo latinoamericano.
La celebración de los 400 años del hallazgo y la presencia de la imagen mestiza de la Virgen de la Caridad que está en El Cobre y en la memoria histórica de toda Cuba, no es solo una fiesta religiosa sino un agasajo de los orígenes, un guateque de juntera y mestizaje, una feria de universal vocación de apertura, una verbena de identidad, una romería de valores y virtudes, una retreta del alma nacional.
Desde entonces, Cuba y Cachita, bailan un son montuno desde las lomas de El Cobre. Cuba y Caridad, así con nuestras dos más entrañables C, disfrutan del danzón cubano y se abanican con el penacho de la palma real, con una mariposa en el pecho materno de ambas, para que ningún cubano se sienta excluido de su seno, tricolor como el tocororo.
Mucho se ha sentido, otro tanto se ha hablado, mucho más se ha orado en la entrañable intimidad de los corazones de los cubanos, donde quiera que anhelan que la tormenta pase, que el mar que nos une desde entonces se serene, que el doble muro de los dos tramos del Malecón, el flamante de la Ermita y el original del litoral habanero, se abran al libre flujo de los hijos e hijas de Cachita: Los que, mirando desde aquel Malecón, espantan al gorrión de la nostalgia contemplando a la Isla, y los que, sentados sobre el verde caimán, alimentan su esperanza de reunir bajo el tierno y acogedor manto de la Caridad, a la otra parte de la única Nación cubana. Así se celebra, se reza, se añora, se trabaja, se espera amando, se lucha queriendo, se cree incluyendo, se cambia respetando, se vive tejiendo convivencia. Es la mejor forma de celebrar a la Madre, Reina y Patrona de Cuba en su cumpleaños 400 en tierras de la Perla de las Antillas.
La Caridad, que ayer fuera “La Reina” de los primeros esclavos libertos de Cuba, hoy es Madre de liberación para todos los cubanos. Es la Reina de la Libertad.
La Caridad, que ayer fuera “La Medida” (1) en el pecho de las mambisas, hoy es la Imagen de la lucha pacífica de todas las mujeres cubanas. Es nuestra Medida de la Paz.
La Caridad, que ayer fuera “La Patrona” de los veteranos que solicitaron al Papa su proclamación, hoy es la Protectora de cuantos trabajan por el cambio hacia una Patria mejor. Es la Patrona de nuestra Justicia.
También los hijos celebran y honran a su madre, soñando el futuro, edificando lo venidero desde ya, para que la que sembró valores en nuestros orígenes, pueda gozarse con los proyectos de convivencia, las obras de mejoramiento humano y la edificación de nuestro futuro. Lo que más alegra el corazón de una madre es el porvenir de sus hijos. Lo que más enorgullece su alma es que sus hijos tomen las riendas de su vida y sean protagonistas de su propia historia. Esto debemos hacer los cubanos.
Por eso, ponemos en sus manos nuestros proyectos para el presente y el futuro de Cuba. Que quepan aquí todos los anhelos y esperanzas, las tristezas y las angustias de cada compatriota, de todos, los que la llamen Ochún o Cachita, María o Caridad, Patrona o Reina, Mambisa o Estrella de Paz, Flor de la Montaña o Ave Marinera, Escudo Nacional o Virgen de El Cobre, Libertadora o Emblema Patrio, Madre de Cristo o Madre Nuestra… Convivencia abre su espacio para soñar y trabajar, rezar y vislumbrar el futuro de Cuba.
Virgen de la Caridad, estos son nuestros ruegos y esperanzas. Queremos trabajar:
– Por la reconstrucción ética y espiritual de cada cubano, para que logremos, con el empoderamiento cívico, ser personas libres y responsables, auténticos y pacíficos protagonistas de nuestras vidas y de nuestra historia nacional, ejerciendo la soberanía ciudadana.
– Por la reunificación y reedificación de nuestras familias, para que sean verdaderos hogares, comunidades de vida y amor, cuna de valores morales, cívicos y religiosos. 
– Por la renovación de la educación en Cuba, para que nuestras escuelas sean viveros donde se cultiven la libertad y la responsabilidad, se siembren valores y se cultiven virtudes; y la convivencia entre todos sea la motivación profunda para la inclusión y la democracia. Para que la manipulación ideológica y la crispación cívica cedan su lugar al amor por la verdad, la justicia, la magnanimidad y la reconciliación.
– Por los derechos de los trabajadores y trabajadoras cubanos, para que el trabajo dignifique y cree riquezas compartidas. Para que el que trabaja tenga un salario justo, suficiente e igual a la moneda con que compra en las tiendas.
– Por nuestros barrios, para que la sana convivencia sustituya a la delación, la envidia, la violencia, la desconfianza y la descalificación.
– Por nuestra economía, para que sea abierta, eficiente, subsidiaria y solidaria. Para que sean respetados los derechos a la propiedad privada, cooperativa y pública, a la libertad de empresa, a la inversión y a la solidaridad. En fin, mercado con justicia social.
– Por nuestra cultura, para que sin censura y sin vulgaridad, sea promotora de la libertad de creación y de una apertura al mundo en que se fortalezca nuestra soberanía y nuestra identidad.
– Para que nuestros Medios de Comunicación Social sean espacios soberanos y responsables que difundan la verdad, empoderen a los informados, eviten atacar a las personas, promuevan valores y favorezcan la convivencia pacífica y el debate público.
– Para que las religiones y las Iglesias sean verdaderas comunidades de fe, amor, alimento espiritual, liberación personal y social, sembradío de valores y fecundadoras de virtudes y proyectos para la justicia y la paz.
– Para que nuestra creciente sociedad civil sea cada vez más plural, autónoma, responsable, solidaria, respetuosa de los contrarios, constructora de la unidad en la diversidad, escuela de democracia, cantera de compromiso social y político, taller de participación y diálogo.
– Para que el gobierno cubano se abra al diálogo, al cambio, a la renovación y a la democracia, con absoluto respeto de todos los Derechos Humanos. Que el poder sea para servir, y el servicio, para la convivencia en su más alto grado.
– Para que Cuba se abra al mundo y se inserte en la comunidad internacional, cuando normalice las relaciones entre su gobierno y sus ciudadanos. Para que el mundo se abra a una Cuba nueva que no bloquea la libertad ni el espíritu emprendedor de sus hijos e hijas.
– Para que venga el cambio que anhelamos. Los cambios que necesitamos todos. El progreso y la felicidad que merecemos.
Si Cuba y la Caridad, los primeros esclavos libres y los mambises, los descendientes de africanos y españoles, de indígenas y chinos, de criollos libertos y cubanos sin tacha, se han unido a través de cuatro siglos para hacer de esta Isla, la Perla de las Antillas y el fiel de América, al arribar a los 400 años de este peregrinar hacia la libertad y la felicidad, nos unimos a cuantos, a lo largo de estas centurias, se han congregado como cubanos y cubanas, aquí o en el exilio, entonando o recitando este Himno Oficial de la Caridad de El Cobre, en cuyos versos se compendian todos nuestros sentimientos, dolores y esperanzas:
 
Salve, Salve, Delicias del Cielo.
Virgen pura. Suprema Beldad.
Salve, excelsa Patrona de Cuba.
Madre hermosa de la Caridad.
 
Si de Cuba en las bellas comarcas,
elegiste Señora un altar
para hacerla mansión de prodigios
y a sus hijos de dichas colmar.
 
Cuando el llanto era el pan de tus hijos
y su vida terrible ansiedad
eras tú, Dulce Madre, la Estrella
que anunciabas la aurora de paz.
 
No abandones, ¡Oh Madre!, a tus hijos:
¡Salva a Cuba de llantos y afán!
Y tu nombre será nuestro escudo.
Nuestro amparo, tus gracias serán.
 
Pinar del Río, 8 de septiembre de 2012
400mo. Aniversario de la Virgen de la Caridad
 
Nota:
(1) Cinta de tela de la medida de la estatura de la imagen original que se conserva en El Cobre y que era llevada con devoción por los mambises.
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