La vida es un equilibrio: ni pasarse ni no llegar. Dar lo mejor de cada uno sería lo ideal, porque sin dudas lo malo en una persona nunca lo es tanto porque siempre hay algo de bueno que aportar. En la balanza de la vida veremos hacia dónde se inclina la existencia de cada cual. Y ahí, entonces, el tiempo dirá cuáles son lo que alientan la ignorancia y la maldad creando los complejos que muchas veces están reflejados en el rostro de la víctima que los padecen. La persona afectada además padece de una sensación de inferioridad, miedo a los demás, timidez al hablar por temor a ser reprochado por otros que siempre se consideran que saben más y siempre tienen la razón.
Los que dedican sus vidas a desequilibrar a los demás nos enseñan a descalificar al que no les conviene y endiosar a los que piensan o actúan como a ellos les gusta. Además, a esas personas que desestabilizan la armonía social les tenemos que oír y creer hasta el extremo de obligar a los hijos a obedecerles para garantizar el relevo de los que nos enseñaron a temer y a mentir.
Las nuevas generaciones que vendrán y se librarán de este adoctrinamiento no creerán estas historias verdaderas e imaginarán que pertenecen a la mente fantasiosa de quienes las hemos sufrido.
En tiempos pasados, en nuestro mundo todas las diferencias “se resolvían” siempre con las armas y siempre el más fuerte tenía “la razón”. Hoy el mundo ha avanzado y la actual civilización intenta evitar las guerras mediante el diálogo y los acuerdos que han podido neutralizar a la violencia que nadie quiere y a nadie favorece.
¿Podrá estar tan segura la maldad de que dentro de sus filas, sean cuales fueren, no se pueden encontrar personas y buenos sentimientos que tengan su cabeza puesta en su lugar o que por momentos hagan despertar la buena voluntad que llevan dentro y tiendan hacia el bien? Ese es el eterno combate entre el bien y el mal. Que no siempre es la lucha entre dos bandos sino que, con frecuencia, ocurre en el interior de una misma persona que ve confrontarse en el seno de su conciencia el combate entre ser bueno y hacer el bien contra la tendencia a ser malo y hacer el mal a los demás.
Cuando sintamos la sensación de estar vigilados y nos sorprendamos con el complejo inducido de haber hecho algo malo sin que eso pasara ni por nuestra cabeza, entonces debemos reaccionar y luchar contra los malos pensamientos, el miedo a lo que no hemos hecho y esa autocensura de lo que no nos han prohibido hacer pero nos lo imaginamos.
No temamos, el mundo avanza sin que nadie pueda evitarlo. Lo estamos viendo. Todos tenemos algo que decir y aportar y deseamos ser escuchados y tenidos en cuenta en un diálogo real, en que se cumplan los compromisos y todos cedamos algo para ganar la libertad y la paz. Un diálogo donde estemos todos, con la única excepción de la mentira y su hermana la violencia. Estas tienen piernas cortas y no podrán huir de la verdad y la justicia.
- Luis Cáceres Piñero (Pinar del Río, 1937).
- Pintor.
- Reside en Pinar del Río.