La Universidad del Aire, instrumento de formación ciudadana

Martes de Dimas

Seis décadas de retrocesos políticos, económicos, sociales y culturales, acompañados de un enorme daño antropológico, impiden que la recuperación de la nación pueda limitarse a la esfera económica. Se necesita de un proyecto integral que abarque la espiritualidad.

Ese proceso de reconstrucción requiere de la memoria histórica para hurgar en figuras e instituciones, hoy inexistentes. En esta oportunidad me referiré, una vez más, a Jorge Mañach y a una de las instituciones culturales más cercanos en el tiempo al punto donde se torció el camino que condujo al totalitarismo: la Universidad del Aire

¿Por qué Mañach y la Universidad del Aire?

Porque los estudios de Mañach sobre la historia de la cultura cubana, especialmente sus ensayos: “La crisis de la alta cultura en Cuba” e “Indagación del choteo” – a los que dedique las entregas publicadas el 4 y el 11 de agosto- demostró que en las primeras tres décadas de la República, ante la urgencia, los gobiernos pusieron el acento en la economía y desatendieron el componente ético, lo que propició, entre otros males, el surgimiento del choteo, esa burla ligera y sana, pero pervertida por la sistematización.

Mañach en su empeño por la formación cultural del pueblo, retomó la idea de instituciones rectoras de la cultura desde la época colonial, como la Sociedad de Amigos de la República y la Comisión Permanente de Literatura y fundó la “Revista de Avance” (1927-1930), el programa televisivo “Ante la Prensa” (1951), la “Sociedad de Amigos de la República” (1948) y la “Universidad del Aire” (1932); instituciones que despertaron el interés por los temas políticos, literarios, sociales e históricos y coadyuvaron a la formación cívica.

“Cuantos males sufre nuestra democracia -decía Mañach- no son sino el fruto de nuestra ignorancia”. Convencido de que la cultura representa la suprema personalidad de una nación, y de que Cuba sólo podrá ser grande si se convierte en un centro de rica producción intelectual, explica el nacimiento de la Universidad del Aire.

Jorge Domingo Cuadriello escribió que Mañach confiaba que se podía producir un cambio por la acción de la cultura, pero sus aspiraciones desbordaban el plano de la creación artística y se proyectaban con sentido transformador en el ámbito de la realidad social. Y María Angélica, discípula de Mañach, recordaba que una sentencia suya era que, el negocio más serio que Cuba tiene en sus manos es la mejora de su material humano, de lo cual todo lo demás depende[1].

Una breve reseña

Fundada en diciembre de 1932, durante los días más dramáticos del gobierno de Gerardo Machado, la Universidad del Aire -tal como había ocurrido el siglo pasado con las tertulias delmontinas[2]– se convirtió en refugio de la inteligencia cubana que fue impedida de manifestarse por la vía docente y publicitaria.

Surgió durante el llamado Período Romántico de la radio cubana, cuando la publicidad comercial aún no se había impuesto. Luego en 1940 la “Bolsa del Saber” un programa para atraer a intelectuales y eruditos, que pasó a manos de la emisora RHC, “Radio Habana Cuba” con un notado éxito, la CMQ, en competencia con la RHC, retomó en 1949 la Universidad del Aire, que trasmitía dominicalmente cursos sobre diversos aspectos. Las conferencias y las discusiones de cada disertación se publicaban en los “Cuadernos de la Universidad del Aire”, los cuales se vendían al público, contribuyendo a la difusión de la cultura y figuraban en bibliotecas públicas de Estados Unidos. Su éxito fue tal que se hicieron imitaciones en México y Colombia[3].

El elenco de conferencistas estaba integrado por figuras del calibre de Fernando Ortiz, Salvador Massip, Manuel Bisbé, Emeterio Santovenia, Elías Entralgo, Emilio Ballagas, Vicentina Antuña, José María Chacón y Calvo, Salvador Bueno, Camila Henríquez Ureña, Julio Le Riverend y Emilio Roig de Leuchsenring, entre otros muchos. Entre los conferencistas extranjeros figuraron: Hoffman H. Hays, distinguido crítico norteamericano; Américo Castro, connotado hispanista español, el gran crítico de arte mexicano Fernández; y Gustavo Pittaluga, etc.

Un suceso que no se debe pasar por alto.

El primer domingo de 1952 la Universidad del Aire comenzó el curso dedicado a examinar el proceso histórico cubano durante el medio siglo transcurrido desde la independencia. Tomaban parte dos disertantes en cada edición, quienes enjuiciaban con entera libertad los hechos sociales, económicos, políticos y culturales cubanos. En la medida que el curso se fue acercando a la actualidad, las cuestiones fueron tomando cierto carácter alusivo a los problemas que agitaban la conciencia ciudadana. La situación desembocó en los sucesos del domingo 4 de mayo, fecha en que le correspondía exponer al Doctor Elías Entralgo y a Gerardo Canet.

Ese día, antes de darle la palabra a los conferencistas, teniendo en cuenta que el domingo anterior un grupo de personas habían agredido a varios jóvenes a la salida del Programa, Mañach advirtió al auditorio el carácter cultural, y no político de la Universidad del Aire y solicitó a los presentes observar la debida compostura y corrección.

En su conferencia, Entralgo calificó de injustificada la derogación de la Constitución de 1940, por lo que fue ovacionado prolongadamente. Uno de los presentes gritó: “Aquí se está haciendo política”; sacó un pañuelo del bolsillo como señal para comenzar a gritar y lanzar huevos contra los miembros de la mesa; mientras sembraban el pánico en el público. El atentado prosiguió hasta la calle. En la reyerta resultaron lesionados Armando Hart, vicepresidente de los alumnos de la Facultad de Derecho, Gustavo Arce, Faustino Pérez y Silvio Castillo.

Esa noche Mañach dijo “Como director de la Universidad del Aire -una institución de cultura que honra a Cuba, y por cuya tribuna han desfilado personas de todos los matices políticos y de todas las ideologías- como cubano y como hombre civilizado, denuncio ante la opinión pública y ante la instituciones culturales del país este salvaje atentado, enteramente gratuito y evidentemente amparado por autoridades gubernativas”[4]. Siete meses después, en diciembre de 1952, la Universidad del Aire cesó definitivamente por razones de seguridad.

Fidel Castro, en el alegato La Historia me absolverá, pronunciado en 1953, calificó el hecho como atentado sin precedentes a una institución cultural, donde los gangsters del Servicio de Inteligencia Militar se mezclaron con los mocosos de la juventud del Partido Acción Unitaria[5].

La prueba más fehaciente del retroceso sufrido en las últimas seis décadas es precisamente, que si la Universidad del Aire fue interrumpida en un momento determinado, el proceso revolucionario erradicó definitivamente todo tipo de institución cultural independiente. Y figuras de la cultura cubana de la talla de Jorge Mañach Robato fue atacado por el semanario Lunes de Revolución, la emisora CMQ, en la cual ostentaba la responsabilidad de director del Departamento de Actividades Culturales fue intervenida, le impusieron la jubilación en la Universidad de La Habana y tuvo que marcharse a Puerto Rico, donde falleció en 1961.

La erradicación de esos espacios, instituciones y figuras guarda una relación íntima con el retroceso sufrido por Cuba, desde la economía hasta la espiritualidad. La salida de ese estado impone su restauración.

La Habana, 12 de agoto de 2020

[1] Seis enfoques sobre Mañach. La Habana, Comisión de cultura de la arquidiócesis de la Habana, 1999,. pp. 38 y 64.

[2] En la década de 1830 el esfuerzo de la Comisión Permanente de Literatura y de la Revista Bimestre Cubana por crear una conciencia encaminada a extinguir el comercio de esclavos, desató una oposición que terminó con la disolución de la Academia y la suspensión de la revista. Perdido ese espacio, Domingo Delmonte encontró la solución más sensata, quizás la única posible: las tertulias, conocidas por delmontinas por su promotor, que en un ambiente de intimidad doméstica discutían lecturas, analizaban obras escritas y trataban asuntos políticos y sociales que eran imposibles en público.

De la Osa, Enrique. “En Cuba, tercer tiempo 1952-1954” La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2007, p. 122

[3] De la Osa, Enrique. “En Cuba, tercer tiempo 1952-1954” La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2007, p. 122

[4] Ibídem, p. 123.

[5] Castro Fidel. “La historia me absolverá”, edición anotada. La Habana, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, 2008, p. 76

 


  • Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
  • Reside en La Habana desde 1967.
  • Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
  • Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
  • Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
  • Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
  • Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).

 

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