Por Jorge Ignacio Guillén
La guerra de 1868 iniciada por Carlos Manuel de Céspedes, a pesar de que gracias a ella surgió la nación y se consolidó la nacionalidad cubana y que contribuyó decisivamente a la posterior abolición de la esclavitud, fue un fracaso en cuanto a los objetivos propuestos…
Por Jorge Ignacio Guillén Martínez
La guerra de 1868 iniciada por Carlos Manuel de Céspedes, a pesar de que gracias a ella surgió la nación y se consolidó la nacionalidad cubana y que contribuyó decisivamente a la posterior abolición de la esclavitud, fue un fracaso en cuanto a los objetivos propuestos: abolición de la esclavitud y la independencia de Cuba. Como primera y más importante causa que provocó este fracaso encontramos la falta de unidad entre el movimiento independentista, que se evidenció claramente en el regionalismo, el caudillismo, las sediciones militares, entre otras…
Durante la tregua fecunda o reposo turbulento, José Martí desarrolló una importantísima labor, apoyándose principalmente en el Partido Revolucionario Cubano (PRC) para unificar a los cubanos y así todos fusionados luchar por Cuba, en esta ocasión, a pesar de la independencia, por el establecimiento de una república democrática. Y como dice el dicho: “En la unión está la fuerza”. Al cabo de tres años de iniciada la guerra de 1895, ya los cubanos tenían todas las de ganar, de no haber sido por la intervención norteamericana en 1898, desde ese mismo instante Cuba hubiera sido una república democrática, libre e independiente. Lo cual nos da los argumentos necesarios para afirmar que la Guerra Necesaria no fue un fracaso gracias a la unidad lograda por José Martí.
Estos son solo dos ejemplos de nuestra historia, que nos hacen reflexionar sobre la importancia de trabajar unidos por nuestra Patria y el bien de los cubanos. Podríamos mencionar muchas otras experiencias de nuestra vida cotidiana que hacen evidente el valor que tiene buscar alianzas con las personas que nos rodean para poder hacer frente a las dificultades.
Unidad es reconciliación y solidaridad
Hoy los cubanos estamos más que nunca necesitados de vivir estas actitudes, de convertirlas en requisito ineludible a la hora de tratar con nuestro prójimo, no solo para enfrentar el difícil y evidente cambio definitivo, sino también porque es una exigencianecesaria para que el futuro de Cuba sea más justo, democrático y humano. Somos un pueblo dividido y esta división no se reduce solamente a la emigración, también abarca las relaciones interpersonales entre los cubanos, lo que ha creado una cultura de desprecio, exclusión y prejuicios en nuestra sociedad. Debemos aprender a relacionarnos con amor y a tratarnos como hermanos, necesitamos una reconciliación pura y acogernos unos a los otros sin exclusiones de ningún tipo.
El hecho de que entre nosotros existan discrepancias no justifica que estemos separados ni que intentemos excluir a alguien de un grupo o de nuestra vida, sea cual sea la situación de esa persona. Todos somos hermanos, todos somos seres humanos y por tanto es un deber nuestro permanecer unidos y brindarnos apoyo.
¿Qué hubiese sucedido si Jesús no se hubiera acercado a las prostitutas, leprosos y pobres, solo por la condición en que estos se encontraban? Estamos llamados a ser como Jesús, a seguir sus pasos. Él era solidario con todos: el rico, el pobre, el enfermo, el interesado, el traidor. Cuba necesita que nosotros aspiremos a ser como Él y que poco a poco vayamos dejando a un lado nuestras diferencias, que dejemos de ver solo las malas actitudes de los que están a nuestro alrededor y comencemos a valorar un poco más las positivas. Es hora de acercarnos, de dejar a un lado resentimientos y rencores para juntos trabajar por una Cuba nueva.
La gran mayoría de los cubanos soñamos con ver a Cuba cambiar, sin odio y sin violencia, sin más dolor del que ha soportado hasta ahora, pero a veces nos olvidamos de que el cambio debe comenzar por nosotros mismos, por vivir digna y coherentemente, por evitar fanatismos y actitudes absolutistas. No podemos poner nuestros intereses por encima de los demás ni condicionar nuestros sentimientos y actitudes. Es imposible que Cuba cambie si no cambiamos nosotros y creo que una de las primeras cosas que debemos conquistar los cubanos, es el hecho de aprender a estar unidos, a ser una verdadera familia.Si trabajamos en torno a la reconciliación y la solidaridad, ellas nos conducirán inevitablemente a la unidad y cuando esta llegue a nuestras vidas lo hará con el propósito de cambiar y renovar.
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Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Estudiante de Economía.