Por Maikel Iglesias
La Nación que desoye a sus jóvenes puede perderse en todos los sentidos. Corre el riesgo de encajar el pendulazo cuando ellos maduren, y se mofen del reloj de los ancianos, desplazando el minutero de la vida a la basura. Si pudiera llamarse eufemísticamente a este proceso evolutivo, salto de maduración, o impulso cuántico; a esa etapa de trance vital para toda Nación en progreso.
Puede caer de una gripe caníbal en las manos de un futuro orate el país que fosilice su gobierno, sacralice el absurdo, en fin, momifique la pasión y considere a sus bisoños mero estorbo-merenguillos en la puerta de un colegio imperialista-, que liquide los sueños y ponga todos los fonemas de UTOPÍA al borde del suicidio o la jubilación, en plan voy a cobrar chequera por recién nacido.
Camina al silencio luctuoso aquel país o se multa al más burdo antidiálogo, si desentiende la manera en que su juventud proyecta La ILUSIÓN. Juventud que pretende vivir, para sí misma, y se niega a morir ensimismada, frente al designio de vivir para Los Otros. Tan retórico, pretérito, maniático hasta el colmo de las esdrujulaciones que legislan: ¡Solidaridad! Con disfonía gubernamental, la moción que sustrae una sílaba métrica para forzar la rima comunista. En un tiempo que reclama más llanuras y agudezas. Lenguaje transparente y cine personal.
Si es un hecho reprobable esa actitud de los Estados que desechan la razón de sus ancianos, y se dan media vuelta frente a sus ancestros; no es un tanto mejor aquel que dice preocuparse por sus veteranos tomando de rehén a tanta mocedad. Secuestrando toda pubescencia y conminándola a marcharse del país: la jugada que más se repite en el tablero de nuestro archipiélago.
¿Dónde están los que son? ¿Quiénes son los que están? ¿A dónde dirigimos el puntero existencial? ¿Qué página dejamos detenida entre el ayer y el mundo venidero, a medio camino entre el temor y las indiferencias? ¿Por qué nos atascamos en nosotros mismos? ¿Puede el presente vacío confiar en la metáfora del índice, que dijo a otras generaciones en perfecto inglés: This is the way! O en un ruso añejado y por ende me cuesta traducir o en chino, por aquello bien cubano del refrán que se despacha solo cuando nos la ponen lejos, prácticamente imposible, en lugar de apariencia humanista, pero que conduce a un muro. Y sólo trajo hundimientos, letargos, pesadillas?
He aquí los signos del desastre espiritual, donde lloran en silencio las familias divididas, y reparten a sus hijos como especias por el mundo. Es un síntoma de alarma el envejecimiento paradójico o cuasi sarcasmal de una isla adolescente todavía, que discursa o se excursa siempre en retroceso. Está grave la Patria que sospecha de sus jóvenes porque no pelearon, sinónimo de no sangraron; aunque medio universo contemple aquella identidad que se nos muere producto de eutanasia militar.
Es cierto que esta Era presupone herencias inconmensurables, de tipos conceptuales, eclesiásticas, históricas, artísticas, competitivas, en otras estratosferas de la digitalización; pero en muy pocos Estados la sangre más joven sufre de un secundarismo primitivo como el nuestro. UPS (Unión de Papeles Secundarios).A esta altura de un nuevo milenio, son escasas las naciones donde su generación lozana se haga tanto ICEBERG. Implica zambullirse “in de profundis” si se quiere palpar la juventud cubana.
Un Estado viciado se aventura a perecer del síndrome de los caimanes, los reptiles aquellos que pretextan los cadáveres adolescentes con el fin de proteger sus crías. No es acrítica-apolítica la nueva generación cubana. Sólo que ha crecido harta de vanguardias falsas, el fatídico Yo Referencial, según fulano, mengana de tal o su hermana, su primo y otras prestidigitaciones. Se margina o es marginada en su empeño de zafarse la recontrapolis. El futuro canoso, encartonado, arrugado, de la historia bla bla bla www.bla.Tiene el hambre de ser ella misma, fresca y descarada. Preferible a sociedad con máscara, complejo de arte guiñol.
Los no-otros difieren de Los Otros porque fraguan su destino en son de paz, al medio o para arriba con el jazz o en las esquinas, rumba, fiesta, vacilón, juegan fútbol sin espinilleras. Son jóvenes que danzan en estilo de Hip-Hop, son rastas, undergrounds, frikis, mikis, repas; cualquier cosa si la cosa es ser auténticos, vivir en libertad.
Los jóvenes del hoy pueden estar desorientados, inciertos, pero están al día; no esperan a que pase un día tras el otro para ver la madrugada, sino ponen a la noche frente a frente con sus ilusiones, a veces se les sobra el calendario. Y como jóvenes al fin, tienen ansias de espacio y oportunidades.