Por Karina Gálvez
Esperar que solo la economía, por muy caótica que esté, cambiará el sistema en Cuba, es ser demasiado simple en el análisis. Ya está demostrado, en estos 50 años, que la asfixia económica no ha surtido el efecto esperado. Décadas de errores, desaciertos y disparates económicos, no han logrado cambiar el totalitarismo en Cuba. Entre las causas de esto está la falta de educación cívica y de actuación de la sociedad civil. Es imprescindible para Cuba, ahora y en el futuro, que la relación entre la realidad o el nuevo proyecto económico y la sociedad civil sea la adecuada. ¿Hay algo que hacer para ayudar?
Sociedad civil en Cuba
Actualmente hasta las instancias del gobierno han reconocido la existencia de una verdadera sociedad civil libre en Cuba. Así que hasta para aquellos que solo creen lo que escuchan por la televisión cubana, la sociedad civil en Cuba es una realidad.
El surgimiento de organizaciones libres, movimientos, partidos políticos de oposición, asociaciones, publicaciones, que ha venido ocurriendo en Cuba desde hace más de ¿treinta? años ya tiene la categoría de sociedad civil. Incipiente, inmadura, o con todos los defectos del mundo. Pero que, en medio de un sistema totalitario, donde el mayor crimen es expresar la libertad interior o promover un espacio de libertad, se erige como obra de valientes.
La economía en Cuba
A pesar del caos actual, el nivel de la economía cubana, ha permitido al gobierno cubano mantenerse en el poder por más de 50 años. No obstante el bloqueo a la iniciativa privada, a la independencia económica; a pesar del monopolio sobre todos los recursos mantenido por el gobierno durante estos años; por sobre la dependencia económica de otros países; conviviendo con una corrupción gigantesca e institucionalizada, con un subempleo crónico, la ineficiencia como estilo de vida; y como consecuencia de todo esto, sumiendo cada vez al pueblo en la miseria (por debajo de los límites de la pobreza en el mundo), la economía cubana no ha provocado el cambio de gobierno en el país.
Son muchas las condiciones que podrían considerarse causas de esta situación. Una de ellas, quizás la más general, es la ausencia de una sociedad civil activa, consciente de su papel. Esta es una muestra de que solo la economía no cambia una sociedad. En cualquier otro país, en que la sociedad civil esté medianamente bien formada y sea autónoma, las condiciones económicas de Cuba hubieran cambiado radicalmente el sistema político, condenando al partido político en el poder, a años sin oportunidad de gobernar.
El gobierno cubano desintegró legalmente la sociedad civil cubana cuando asumió el poder. Y nunca más en estos 50 años, ha permitido que exista ninguna organización no gubernamental, verdaderamente autónoma, con una forma de pensar distinta a la oficial o simplemente con un objeto social y un funcionamiento independientes de las estructuras estatales.
¿Cómo establecer la relación más fructífera y justa entre la sociedad civil y la economía?
Lógicamente, primero tiene que existir economía y tiene que desarrollarse la sociedad civil en Cuba. Pero como quiera que ya se acerca la oportunidad de que esto pueda ser posible, es hora de ir pensando en qué y cómo hacer que la sociedad civil actúe como la economía lo necesita para ser lo suficientemente eficiente, abierta, solidaria y subsidiaria; y para que la economía sea lo suficientemente eficiente, abierta, solidaria y subsidiaria como para servir a la sociedad civil en su desarrollo.
La relación entre el proyecto económico y la sociedad civil depende especialmente de la actitud asumida por tres actores fundamentales:
Los ciudadanos
La ciudadanía aporta al proyecto económico sus conocimientos y su trabajo, principalmente, son los creadores de toda la riqueza y de todo capital. Los ciudadanos son, en definitiva los verdaderos protagonistas: son los que hacen la economía, son los que reciben sus frutos, son los que evalúan los proyectos.
Los cubanos hemos sido mal formados cívicamente. La frase martiana “Ser cultos es el único modo de ser libres”, ha sido bien interiorizada por las autoridades cubanas, que se ha enfrascado todos estos años de proyecto socialista, en convertirnos en un pueblo mejor instruido pero más inculto, más analfabeto cívicamente, con muy poca educación para vivir como ciudadanos libres y responsables. Si los cubanos no actuamos como ciudadanos en la gestión económica, la economía podrá seguir siendo injusta, ineficiente, cerrada y la iniciativa personal, aplastada.
Se trata de ir actuando como ciudadanos en la medida de lo posible. No adquirir, ni conformarnos con productos en mal estado o de baja calidad a altos precios, estar conscientes de la explotación a que estamos sometidos con los salarios tan bajos, o con las excesivas restricciones al trabajo por cuenta propia (aun cuando no podemos cambiar las realidades de momento, estar conscientes de la necesidad del cambio, es el primer paso), no dejarnos engañar cuando las noticias o leyes que se promulgan son injustas y empeoran la situación de nuestra economía doméstica; y, sin pudor alguno son presentadas como nuestra salvación.
La precaria situación económica de Cuba, no será la provoque el cambio. Será la ciudadanía. Basta con que un pequeño grupo de cubanos actúe como ciudadanos frente a las cuestiones económicas. Bastará con que cada día un cubano se decida a actuar como ciudadano.
Las organizaciones no lucrativas
Las organizaciones no lucrativas tienen como función cooperar con el mercado, prestándole diferentes servicios como el de formación para la autogestión y el empresariado, el de preparación de los trabajadores, el de empoderamiento de los ciudadanos para insertarse en el mecanismo.
Estas organizaciones, a su vez, denuncian las injusticias propias del mercado, estableciendo un control sobre él que ayuda a los ciudadanos a recibir mucho más suavemente los efectos negativos de las leyes de la oferta y la demanda.
Será una gran tarea para el futuro inmediato, la formación de organizaciones cuyo fin no sea el lucro. Desde hoy podemos adelantar la formación cívica para esto. Llevamos mucho tiempo en Cuba sin poder expresarnos, sin poder asociarnos, sintiéndonos solos ante el “todopoderoso” Estado. Debemos educarnos para que, como miembros de una sociedad civil verdaderamente autónoma, no caigamos en la protesta inútil y estéril, no nos desgastemos en exigir lo que evidentemente no se puede alcanzar o lo que, de alguna manera podemos lograr trabajando, gradualmente y con tiempo. Estas organizaciones en Cuba deben lograr la creación de espacios de discusión, de análisis, de ayuda y también de organización de protestas sensatas que puedan llegar a resultados concretos. Estas organizaciones pueden ir empujando el muro que divide lo posible de lo imposible.
Estas organizaciones parecen no existir en Cuba legalmente. Pero sería bueno pensar qué tipo de organización tienen los choferes particulares en las terminales de ómnibus, que hacen una cola que no violan, que cobran todos los mismos precios; o los cocheros, o los trabajadores de un mercado que no violan acuerdos aunque les traiga ventajas sobre los demás. Lógicamente, deben guardar el equilibrio entre el bien de la asociación y el bien de los ciudadanos. Pero eso normalmente sale del acuerdo tácito que se establece entre ambos. Sin estas organizaciones, la economía de mercado puede extenderse con sus leyes implacables a toda la sociedad. No es lo mismo la economía de mercado (que indiscutiblemente ha demostrado su viabilidad y eficiencia) que una sociedad de mercado (donde todo se resuelva según oferta y demanda). La función de las organizaciones no lucrativas en el proyecto económico consiste en frenar al Estado, para que nunca más monopolice las relaciones económicas y en frenar al mercado, evitando, que en el futuro, penetre todos los aspectos de nuestra convivencia.
Las empresas lucrativas
Ejercen un protagonismo especial dentro de un proyecto económico. En el proyecto económico, su papel es prioritario en relación con otros miembros de la sociedad civil. Es necesario que cada empresa asuma conscientemente su papel como creadora de riqueza y busque las vías más eficientes para lograrlo. Producir en cantidades y calidad que justifique su existencia.
Deben constituir verdaderos espacios de participación para todos los trabajadores, contribuyendo a desarrollar su iniciativa personal, haciéndolos tomar parte en las decisiones y en las ganancias. Procurar el pago de salarios justos como parte de la distribución justa de la renta generada, lo cual constituye parte de su función en la sociedad. También deben constituir espacio para la inversión de capital el cual debe lograr en la empresa una retribución justa.
Deben respetar los límites que la sociedad les imponga como vía para garantizar la convivencia de distintas formas de propiedad y de diferentes tipos de empresas, así como el acceso de todos a la vida económica.
Es importante el papel de la empresa como lugar de aplicación de nuevas tecnologías que aumenten la calidad de sus productos o servicios y, por tanto, sus necesidades como estímulo a la inventiva y a la creación.
Es preocupante que en Cuba no tenemos ninguna formación sobre la responsabilidad social de los negocios, debido fundamentalmente a la campaña del gobierno, priorizándola sobre los intereses de lucro, pero al extremo de ignorar estos últimos, lo que trae como consecuencia que parezca que el resultado de cumplir con la responsabilidad social empresarial, sea una ineficiencia crónica. Solo las empresas eficientes, con buen rendimiento y suficientes ganancias, pueden cumplir lo que la sociedad les exige. Cumplir con su responsabilidad social pasa por la obligación de ser eficientes.
Las empresas lucrativas deben contribuir, de manera directa o indirecta, a la creación y fomento de empresas no lucrativas, es que de manera especial, promueven la solidaridad y el empoderamiento (empowerment) de los ciudadanos, lo que seguramente redundará en beneficio de las propias empresas lucrativas.
El Estado en la economía
Debe ser factor regulador, que establece un marco legal y, junto con las empresas y el resto de la sociedad civil, es actor del desarrollo de todo proyecto económico, pero con un papel diferente, que consiste, sobre todo, en crear las condiciones necesarias para que los demás protagonistas puedan ejercer el suyo y relacionarse entre sí y con él, en condiciones de igualdad de oportunidades y derechos.
Por último:
Todos formamos la sociedad civil. Todos tenemos responsabilidad con ella. Asumámosla con toda la fuerza que merece porque puede ser la que determine el futuro inmediato en Cuba. Ya tenemos muestras de que lo está haciendo.
Karina Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1968)
Licenciada en Economía. Profesora de Finanzas
Fue responsable del Grupo de economistas del Centro Cívico.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia.
Vive y trabaja en Pinar del Río.