La sanidad y los hospitales cubanos después de 1959

 

 

 

Martes de Dimas

En materia de salud pública, Cuba transitó de un estado deplorable en el siglo XVII hasta ubicarse en 1958 entre los países con mejores índices en América Latina, y en algunos indicadores por encima de países desarrollados. Los revolucionarios que tomaron el poder en 1959, a pesar de contar con esos avances, en sesenta y seis años retrocedieron hasta la alarmante situación actual.

Las causas del retroceso en la salud son las mismas que afectaron desde la economía hasta la espiritualidad de los cubanos: la ausencia de libertades a partir de la imposición de una institucionalidad engendrada desde el Ejército Rebelde, que bajo la dirección unipersonal de un Comandante en Jefe, transitó de las promesas democráticas enarboladas en el juicio del Moncada, al actual sistema totalitario.

En 1960, al crearse el Ministerio de Salud Pública (MINSAP), se omitió reconocer que en 1909, durante el gobierno de José Miguel Gómez, había sido creada la Secretaría de Sanidad y Beneficencia, primer ministerio de salud en el mundo. Tanto el comandante Julio Martínez Páez, designado en 1959 ministro del ramo, como los seis que le sucedieron hasta 1995, provenían del Ejército Rebelde.

Los programas

Entre los diversos programas emprendidos en esta etapa se encuentran el Servicio Médico Social Rural, la construcción de hospitales rurales, el Sistema Nacional de Salud, la red de policlínicos (los primeros instalados en las casas de socorros que ya existían), la atención del adulto mayor, el programa materno infantil, el médico y enfermera de la familia, el de lucha contra el SIDA, la asistencia estomatológica, el control de enfermedades transmisibles, higiene escolar y del trabajo, atención integral a la mujer, y el control epidemiológico. Se rebajó el precio de los medicamentos y se dispuso la gratuidad de la atención médica. Algunos de los resultados fueron una cifra de 5,2 camas por 1 000 habitantes; la erradicación de la poliomielitis, el tétanos neonatal, la fiebre tifoidea; en el año 2010 se impuso la cifra récord de 4,5 fallecidos por cada mil nacidos vivos: una obra de gran valor humano, pero con torcidas intenciones.

Paralelamente, a partir de la toma del poder en 1959, el Estado revolucionario intervino las clínicas y hospitales privados, reguló las consultas privadas, prohibió la creación de nuevos consultorios y estatizó la producción de medicamentos. Del total de 6 300 médicos, casi todos los dueños de clínicas, laboratorios, centros de diagnóstico radiológico y de otros tipos de servicios, al ser expropiados marcharon al extranjero.[1] De igual forma se desmontaron las asociaciones cívicas como el Colegio Médico Nacional, que en diciembre de 1959 fue tomado por el comandante del Ejército Rebelde, doctor Oscar Fernández Mell, y en 1966 quedó disuelto.

La formación de médicos y las misiones internacionalistas

Para suplir el éxodo de médicos comenzó un gigantesco plan de formación de profesionales de la salud. En 1965 se inauguró una facultad en Santiago de Cuba, hasta sumar una veintena a lo largo del país. Llegó a contarse con casi cinco mil profesores de medicina, más de cien mil médicos y alrededor de cien mil enfermeras, para un promedio de nueve médicos y nueve enfermeras por cada mil habitantes. Sin embargo, a partir del año 2000 se cerraron sesenta y cuatro hospitales,[2] y el número de profesionales destinados a los Consultorios de la Familia disminuyó de 36 478 en ese año a 13 131 en el 2017.

En 1963 comenzó la colaboración médica con países en vías de desarrollo, la cual devino principal fuente de ingresos para el Estado. Según el Anuario Estadístico de Salud de 2016, más de 33 000 médicos cubanos, un tercio de los 90.161 existentes, trabajaban en 62 países, a quienes se les confiscaba la mayor parte de sus sueldos.[3]

Un caso demostrativo de lo anterior fue la misión Más Médicos en Brasil. Una investigación (Premio Latinoamericano de Periodismo de Investigación Javier Valdés 2019), realizada por los cubanos Pablo Espí y Mirta Fernández, y el brasilero Marcelo Soares, develó que la contratación de servicios médicos se ocultó bajó un supuesto programa de “formación” para no tener que pagar salarios a los profesionales y evitar la reacción de la comunidad médica de Brasil. Se comprobó que el gobierno cubano acaparó más del 70% del salario de los médicos, que los gobiernos de Cuba y Brasil usaron a la Organización Panamericana de la Salud como intermediaria para esquivar dificultades políticas y jurídicas, y que La Habana y Brasilia impusieron a los médicos que abandonaban el programa, no pudieran ejercer allí como profesionales.[4]

Lo que se ha ocultado

El régimen totalitario en su política de propaganda y adoctrinamiento ha silenciado hechos como los siguientes: en la temprana fecha de 1804, en Cuba se estableció la Junta Central de Vacunación; en la colonia se creó el primer modelo de atención médica ambulatoria, conocido como el “facultativo de semana”, que en su evolución se transformó en casas de socorro; el sistema de salud antes de 1959 era único comparado con los países de la región; las ciudades importantes contaban con una red de hospitales financiados por el gobierno, que iban desde la salud mental al cáncer, pasando por la atención a la poliomielitis y a las enfermedades contagiosas; existían instituciones especializadas en oftalmología, ortopedia, pediatría y cardiología; había una red de dispensarios que brindaban atención médica preventiva, instituciones como la “Liga contra el Cáncer” y la “Liga contra la Ceguera”, que se gestionaban de manera independiente y se financiaban con dinero de los ciudadanos y ayuda del gobierno; la tasa de mortalidad por cada mil nacidos, que en 1900 era de 24.4, en 1957 se había reducido a 6.8; había un médico por cada 998 habitantes, proporción solo superada por Argentina, Estados Unidos y Canadá; las instituciones mutualistas como la Covadonga, la Benéfica, el Centro Castellano, el Centro Catalán, Hijas de Galicia y otras, cubrían a bajos precios a toda la familia que vivía en una misma casa, y le proveían visitas médicas al hogar; en 1958 existían 87 hospitales públicos y 250 privados (que son la mayoría de los que se mantienen hoy, para un total de 347 más unas doscientas casas de socorro para primeros auxilios y consulta externa. Después de 1959 se han construido más cárceles y hoteles que hospitales.

La situación actual

Datos ofrecidos por el economista Carmelo Mesa-Lago muestran que la tasa de mortalidad materna (mujeres que mueren durante el parto) aumentó de 29 a 49,4 por mil nacidos vivos.[5]

El diario Granma del 29 de noviembre de 2017, reconoció que había “grandes afectaciones” en el abastecimiento y producción de medicamentos porque no se les estaba pagando a los proveedores extranjeros que suministran la materia prima y los propios medicamentos, el 85% son importados.

Más recientemente, el 7 de mayo de 2025 Diario de Cuba publicó un trabajo de Roberto Álvarez Quiñones donde informa que la tasa de mortalidad infantil en Guantánamo se disparó hasta 13,94 por cada mil nacidos vivos en lo que va de año.

Lo sucedido en los últimos meses con el niño Damir Ortiz es la mejor evidencia del fracaso. La incapacidad de sostener el sistema de salud se sustituye por la represión. Damir, que murió de Neurofibromatosis plexiforme tipo 1 (NF1), fue diagnosticado como Linfoma de Burkitt o leucemia de células Burkitt. El caso se hizo viral en las redes sociales. En respuesta, el vocero del régimen, Humberto López, advirtió que “el Gobierno cubano puede aplicar la ley contra quienes considere que exponen a instituciones o profesionales de la medicina en las redes sociales o en otros medios de comunicación”.[6]

Conclusiones

En la colonia se sentaron las bases del sistema de salud. Durante la ocupación norteamericana la sanidad y los hospitales dieron un salto cualitativo. En la República, Cuba se ubicó entre los primeros países de la región. Sobre esos avances y los subsidios foráneos se creó a partir de 1959 un espejismo que desapareció con el hundimiento de la Unión Soviética. Los últimos sesenta y seis años han puesto en evidencia que a pesar de los “logros” iniciales, el sistema de salud ideologizado resultó insostenible.

La Habana, 24 de mayo de 2025

 

[1] https://www.ugr.es/%7Edynamis/english/completo25/PDF/Dyna-11.pdf

[2] https://www.diariolasamericas.com/america-latina/64-hospitales-han-sido-cerrados-cuba-los-ultimos-ocho-anos-n4142560

[3]https://www.diariolasamericas.com/america-latina/64-hospitales-han-sido-cerrados-cuba-los-ultimos-ocho-anos-n4142560

[4] https://diariodecuba.com/etiquetas/investigación-salud-publica-en-cuba.html

[5] Carmelo Mesa Lago. Cuba en la era de Raúl Castro, reformas económico-sociales y sus efectos. Madrid, 2012, p. 188.

[6] https://diariodecuba.com/cuba/1743770910_60573.html#google_vignette

 

 

  • Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
  • Reside en La Habana desde 1967.
  • Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
  • Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
  • Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
  • Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
  • Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).
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