Lunes de Dagoberto
En el diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, en su versión digital del pasado 16 de junio de 2019, en la sección de Cultura, aparece publicado un artículo firmado por Jesús Michel Labaut Barcaz el 10 de junio de 2019. El título es contundente y sorprende: “Transformación del periodismo, cuestión de vida o muerte”. Reseña una nueva sesión del espacio “Cultura y Nación: El misterio de Cuba” que se celebra periódicamente en la sede de la Sociedad Cultural José Martí, en La Habana.
Entre los participantes estaba Ricardo Ronquillo Bello, Presidente de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), con el tema «Los desafíos del periodismo cubano».
Me han llamado la atención varias de sus valoraciones y propuestas que son reseñadas por el periodista Labaut, de Granma digital:
- La prensa oficial cubana ha perdido la “hegemonía de las influencias”.
Según este comunicador, “el presidente de la UPEC, advirtió, también, de los emergentes y nuevos peligros que acechan al periodismo cubano de la Revolución, pues nuestro sistema de prensa público, ha perdido lo que es conocido por los teóricos de la comunicación como «hegemonía de las influencias»…”
En mi opinión este es un reconocimiento oficial y público de algo que ya es una realidad de la cual todos los cubanos debemos tomar clara conciencia. La aún tímida apertura al Internet y el uso, cada vez mayor, sobre todo en los jóvenes cubanos, de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones (Tics), han constituido un cambio sustancial en la gestión de la verdad, en el acceso a la noticia, en la documentación inmediata, y muchas veces en vivo, de acontecimientos que antes tenían que esperar a la lentitud e ineficiencia de la prensa oficial o no aparecían bajo el bloqueo de la censura oficial. Ahora cada evento cotidiano o extraordinario, es “reportado” por miles de cubanos que están cerca y que usan sus teléfonos móviles con cámaras de foto y videos. Los que pueden y tienen acceso a las redes, ejercen una auténtica e imparable periodismo ciudadano. La eficacia de esto que decimos aquí es más que evidente y comprobable.
- Los medios privados de comunicación son mayoría.
El mismo periodista Labaut, hace otra afirmación trascendente aunque evidente: “Además, son mayoría en Internet, los medios privados que abordan el acontecer de nuestro país, en comparación con los medios públicos oficiales.”
En mi opinión, en un país que tiene un modelo socio-económico-político que había controlado absolutamente todo el manejo masivo de la comunicación y la prensa escrita, radial y televisada, ahora no solo ha perdido su hegemonía sino que se encuentra en franca minoría en las red de redes, universal areópago en el que es imposible bloquear la noticia, la opinión, el análisis y la convocatoria.
- La prensa oficial tiene graves deficiencias y el destinatario ya no es homogéneo.
La tercera valoración es quizá una secuela de las dos anteriores pero constituye en sí misma un dato definitorio. Afirma el periodista haciendo referencia a Ronquillo que “en la cita se debatió acerca de las principales deficiencias de la prensa cubana de estos tiempos y las posibles soluciones para llevar a cabo un proceso que el presidente de la UPEC, calificó como: «una revolución dentro del periodismo cubano de la Revolución». Trascendió, además, la necesidad de que los medios de prensa públicos divulguen sus contenidos de manera diferenciada, pues las audiencias a las que van dirigidos esos mensajes ya no son homogéneas como lo fueran en la década del 80 del siglo pasado. En la actualidad, existe un público cada vez más disperso y expuesto a cualquier cantidad de interpretaciones de un mismo hecho en redes sociales y, por tanto, es necesario, cuanto antes, «construir un discurso que logre influir verdaderamente en ese público», señaló el presidente de la UPEC.”
Por un lado, las deficiencias de la prensa y, por otro, dos constataciones: el reconocimiento de que la sociedad es plural, bajo los eufemismos de los “mensajes ya no son homogéneos”, y digo yo, que nunca lo han sido, pero que ahora es más evidente e inocultable, precisamente por el acceso a las redes. Y la otra afirmación es la de que “existe un público cada vez más disperso”, y digo yo, que siempre lo ha estado, debido a deficiencias en la formación para un discernimiento ético, pero que ahora se agudiza. Estas dos realidades reconocidas confirman la primera valoración: lo que verdaderamente ha ocurrido es que el internet y las nuevas tecnologías han desbancado la hegemonía de los medios masivos de comunicación tradicionales que se ha quedado obsoletos en su contenido y atrasados en sus formas de comunicar.
- Se interroga si la prensa debe seguir siendo abogada defensora del sistema o debe ser también fiscal del pueblo ante las instituciones.
Esto es al mismo tiempo, un oxímoron y una contradicción “antagónica”, según el más ortodoxo marxismo. Una prensa abogada defensora del status quo que no sea independiente no es verdadera prensa. Y en un sistema de control total como el que establece la actual Constitución de Cuba la prensa oficialista no puede convertirse en fiscal de las propias instituciones del sistema porque eso es propio de sociedades plurales y democráticas, so riesgo de convertirse en un motor de los cambios estructurales que favorecerían la transición hacia otro sistema con división de poderes y en el que la prensa es llamada el “cuarto poder”. El periodista de Granma sigue diciendo en este sentido: “Con el objetivo de resaltar la voluntad del Estado cubano de transformar el sistema de comunicación público, Ronquillo hizo referencia a las declaraciones del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, el cual, en una entrevista para la cadena de televisión TELESUR, manifestó que «la prensa debe formar parte de los mecanismos de rendición de cuentas de las instituciones públicas a los ciudadanos»
- La transformación de la prensa oficial cubana: “Un asunto de vida o muerte”.
A pesar del dramatismo de esa disyuntiva, tengo la opinión de que se va tomando, cada vez más, conciencia de que ha triunfado el periodismo ciudadano, los comunicadores independientes, las redes sociales. La sociedad civil cubana se ha empoderado, y ahora, en lugar de seguir quejándonos de lo que aún no hemos alcanzado, asumamos este reconocimiento como un logro, como un paso más, pero tan significativo que ha llevado al presidente de la Unión de Periodistas de Cuba a tomar postura frente a este asunto trascendental.
No deseo terminar sin citar textualmente la perla de este artículo que dice: «La magnitud del momento por el cual atravesamos es tal que, no realizar una transformación en el sistema de prensa público de nuestro país, sería casi un suicidio político. Si detenemos ese proceso, nuestra Revolución perdería la capacidad de generar los consensos que necesita. Ese será sin dudas el principal desafío de la prensa cubana del siglo XXI», sentenció el presidente de la UPEC.”[1]
En un momento tan crítico en que se habla de “suicidio político”, deberíamos ser menos dramáticos y abrirnos al proceso de cambios estructurales que Cuba necesita con la urgencia a la que hace referencia el Sr. Ronquillo, en su esclarecedora reflexión del espacio “Cultura y Nación: El misterio de Cuba”, nunca mejor titulado.
Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.
[1] Las citas son tomadas textualmente del artículo publicado en el diario Granma versión digital del 16 de junio de 2019 en la sección de Cultura. Disponible en http://www.granma.cu/cultura/2019-06-10/transformacion-del-periodismo-cuestion-de-vida-o-muerte-10-06-2019-18-06-42
- Dagoberto Valdés Hernández (Pinar del Río, 1955).
Ingeniero agrónomo. Premios “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017. - Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2006.
Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director.
Reside en Pinar del Río.