La Paranoia de los Totalitarismos

Foto tomada de Internet.
  • Todo lo que divide, aparta o acorrala, es un pecado contra la humanidad.”
  • José Martí

La realidad del cubano de a pie llora ante los ojos del mismo Dios. Por las tristes experiencias existenciales de reinventarse las diferentes formas de sobrevivir a las causas y efectos de los desafíos de la cotidianidad. En un mundo en constantes cambios a veces muy rápidos, que en ocasiones no nos permiten tomar conciencia para reflexionar y valorar que estamos viviendo en tiempos de prueba. Pareciese que en nuestra querida Isla Antillana el “tiempo de los cambios” y de las pruebas de la vida ha sobrevenido como el caos de unos versos sueltos de un poema sin estructura.

Creo que la comunidad internacional en su amplia diversidad es un referente por excelencia de los procesos de cambio de una sociedad inclusiva y fraterna. Que toda ella junta sus manos para edificarse en la diversidad el bien común. Ya muchos lo hemos expresado con respeto y firmeza en diferentes escenarios de la vida pública, que no es ético estirar la liga de la paciencia de la gente, porque atenta contra la dignidad plena de lo sagrado de su esencia, como personas creadas a imagen y semejanza de Dios.

Tristemente hoy experimentamos en Cuba escenas de violencia y descalificaciones en muchos ambientes de convivencia común. Avalanchas de un lenguaje agresivo y sin pudor en los medios de comunicación y en las redes sociales en contra del que presenta una postura diferente y reclama legítimamente su derecho inalienable en pensar con cabeza propia y dirigirse en medio de los suyos sin hipocresía. Todos los que formamos este gran país, queremos expresar nuestra mejor versión de nosotros mismos para analizar las crisis, discernir lo bueno y abrir las puertas a los cambios necesarios en paz.

El Sumo Pontífice Francisco se expresa claramente y cito: “El auténtico diálogo social supone la capacidad de respetar el punto de vista del otro, aceptando la posibilidad de que encierre algunas convicciones o intereses legítimos. Desde su identidad, el otro tiene algo para aportar, y es deseable que profundice y exponga su propia posición para que el debate público sea más completo todavía. Es cierto que cuando una persona o grupo es coherente con lo que piensa, seadhiere firmemente a valores y convicciones, y desarrollan pensamiento, eso de un modo o de otro beneficiará a la sociedad…”

Pienso en los países de la región bajo la sombra del sistema socialista que aún hoy experimentan, y lo digo con dolor, los totalitarismos que en nombre de una ideología retorcida abren la puerta a la violencia y a métodos desesperados para perpetuarse en el poder. Que violentan la integridad ciudadana, los derechos todos y a la libertad que es consustancial a la naturaleza y a la dignidad de todo hombre y mujer. En diversas ocasiones y más aún en momentos de crisis salta la paranoia de un enemigo al asecho con una espada dispuesta a devorarnos.

Es necesario y urgente alertar que fácilmente los sistemas totalitarios caen en la tentación de asumir la rigidez como actitud y resistencia a los cambios que tan necesarios son para servir al bien común. Recordemos que detrás de cada rigidez hay un desequilibrio que provoca un boqueo a la diversidad y al diálogo constructivo. La actitud y posturas más sanas son las de dejarse interrogar por la realidad, los desafíos del tiempo presente y crecer. Para luego de un profundo discernimiento cambiar los proyectos y modelos que no permiten que las personas alcancen su plena dignidad.

Los que profesamos la fe en Dios Todopoderoso, sabemos muy bien en quién depositamos nuestra Confianza y Esperanza; el Señor tiene siempre un propósito en cada acontecimiento de nuestras vidas y por consiguiente es en él, que debemos buscar y discernir. Nuestra misión es quizás la de actuar al estilo del buen samaritano que es la de ayudar y acompañar a tantos hermanos a llevar sus cruces pesadas por el agobio de la existencia y el dolor de sus sueños vueltos cenizas.

Todos podemos salir de una crisis mejor o peor. Podemos retroceder o crear algo nuevo y duradero en el que todos seamos protagonistas de nuestra propia historia personal, familiar, religiosa, cultural, económica y social. Es hora de tener la valentía y la voluntad de hacer frente a todo aquello que deshumaniza y promueve la violencia en todas sus formas. No podemos permanecer indiferentes ante los hermanos que se sienten explotados y deprimidos por causa de utópicos experimentos y ensayos de modelos económicos y sociales que han sido infinitamente irrealizables.

Los cristianos de ayer, los de hoy, y los del mañana debemos estar convencidos de nuestra responsabilidad de evangelizar en los nuevos areópagos existenciales y estar siempre allí donde se humaniza y establecer puentes de relación doméstica, social, profesional, política y en cada aspecto en el que el hombre es protagonista, porque cristianizar es humanizar categóricamente hablando.

La Casa Cuba se merece renacer de la ceniza y restaurar las grietas del daño antropológico que por décadas nos han legado zozobra y esterilidad. Hoy los signos de los tiempos nos invitan a practicar más el ecumenismo y ser hacedores de paz. Creo que nos lo merecemos todos los hijos que llevamos inscritos en el alma Cuba.

 

 


Pbro. Juan Lázaro Vélez González.

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