Jueves de Yoandy
La queja y la inconformidad, la angustia y la mala vida que estamos aguantando lo cubanos tiene un límite. Todo tiene un límite y un final. El pueblo cubano no es una excepción.
En efecto, no se puede “estirar la liga” hasta el infinito. Estirarla sin parar es una gravísima irresponsabilidad. Los pueblos no se deben llevar a los límites de su paciencia porque todo lo que pase después en cuanto a violencia, desorden y caos, será responsabilidad de aquellos que “estiraron la liga” provocando la desesperación de los ciudadanos.
El colmo es que después de provocarlo, los responsables echen la culpa sobre las víctimas de la crisis, alterando el relato con la mentira, reprimiendo ferozmente con violencia y cárcel lo que es un derecho inalienable de libertad de expresión y de manifestación.
No se debería estirar la liga y negar el cambio a las necesarias transformaciones, porque ellas evitarían tanto sufrimiento en el presente y tanta angustia del futuro.
Todos sabemos en Cuba a lo que está siendo sometido el pueblo cubano: el hambre asciende como nunca antes, ahora sin leche ni el pan diario; la falta de medicamentos, de materiales y servicios de salud están provocando muertes evitables. El sector de educación se ha deteriorado tanto que las groserías, la indecencia, los malos hábitos, la pérdida de valores, marcan el mal comportamiento de las nuevas generaciones.
A eso se suma: la falta de agua, de transporte, de servicios primarios como la recogida de basura, el deterioro de las calles y carreteras, el irrespeto y el deterioro de los servicios funerarios.
Y sobre todo, y paralizando todo, está la falta de fluido eléctrico. Los apagones de cada vez más horas al día son la peor de las torturas psicológicas y de la más dura agonía que vivimos los cubanos. Es insoportable. Es el límite. Es un volcán que, como dice la experiencia, está siempre a punto de la incontenible erupción. El riesgo de una explosión social vuelve a rondar peligrosamente la realidad cubana.
Todo esto puede y debe evitarse. Todo esto se podría resolver haciendo los cambios sustanciales y estructurales que Cuba necesita.
Todo eso se pudiera evitar si el servicio se pusiera por encima de la retención del poder.
Todo eso se pudiera evitar si hubiera libertad económica, democracia política y educación para la libertad y la responsabilidad.
Cuba no se merece esta miseria de vida.
Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología por la Universidad de La Habana.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia. Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.