Panorama cubano. El conflicto de un período crítico de la realidad nacional. Opciones, posibilidades, evolución de un suceso que preocupa a todos en la Isla. Transición o continuidad. Democracia o totalitarismo. Pares dialécticos que emergen sin definirse desdibujando el futuro de todos. Y la nueva era que debe comenzar… se devela lentamente.
Por Jesuhadín Pérez Valdés
La nueva era comienza. Un sistema muere como procedimiento de vínculo y proyección social. Muerte existencial y axiológica resultado del artificio y la rigidez que va contra la naturaleza del hombre en su devenir histórico.
Un método político se extingue en la medida que van desapareciendo los líderes históricos y las causas internacionales que lo sustentaron y legitimizaron. Falla desde dentro, carcomido por sus propias incapacidades, por la ineficiencia y la inadaptación a los nuevos retos sociales, a la nueva era cultural y plural por añadidura.
El régimen agotado se devela en la carencia de un programa coherente que aterrice en la realidad popular y la lógica social, generando así algún tipo de liderazgo. A falta de este, la represión aglutina artificialmente la masa social, cívicamente confundida y políticamente fracturada.
La contradicción entre el carácter monoformista revolucionario y la condición plural por esencia de la sociedad en general, emerge de la realidad mientras los actores del drama mediatizado se resisten a mostrar el resto sumergido del iceberg, un resto que puede contemplarse desde dentro a través del desastre económico, político y social de la nación cubana.
A cincuenta años del giro histórico de 1959, la revolución comunista ha llegado a un punto muerto. El proyecto se ha estancado. Una incertidumbre inquietante sobrevuela la sociedad política cubana y desde esta inquietud algunos consideran la posibilidad de un nuevo contrato sociopolítico, un pacto o alianza sobre la base de las necesidades actuales. Un diálogo nacional en el que se incluya la nación como un todo, y las fuerzas que la integran. Diálogo que en primera instancia mirará hacia adentro, con carácter propositivo e incluyente y después hacia afuera, sobre la base del respeto y la coexistencia pacífica internacional.
Es –según algunos- la alternativa al actual panorama cubano. La redefinición de lo que para el gobierno es la democracia. Todo un reto si tomamos en cuenta la rígida articulación del socialismo cubano de corte marxista.
No obstante, teniendo en cuenta la difícil situación existencial e ideológica, algunos se muestran optimistas y esperan cambios, mientras el gobierno hace oídos sordos a los llamados al diálogo político o el debate público; y da bandazos entre la tolerancia y la represión extrema.
Después de cincuenta años de proyecto político, proyecto que da muestras claras de ir a ninguna parte, la sociedad política cubana de oposición intenta ser parte de la solución, mientras el oficialismo le ve como el principal problema. Dos visiones completamente opuestas que comprometen la evolución satisfactoria del problema cubano; mientras el tercer sector, la sociedad civil, no sale aun de la sala neonatal.
Así y todo, el consenso hacia la integración política y ciudadana es un tema clave en todo diálogo entre cubanos. Algunos desde sus respectivos sectores de oposición convocan e invitan a tejer en nuestra sociedad, entramados desde una base politónica, mucho más afín a las expectativas reales de nuestra sociedad contemporánea.
La responsabilidad ante el reto late, ahora hablará el futuro.