Martes de Dimas
La Ley de Nacionalización General y Gratuita de la Enseñanza, uno de los pilares del modelo totalitarismo cubano, fue precedida de una secuencia de hechos que indican el giro sufrido por el proceso revolucionario de la “democracia declarada a la instauración de un modelo totalitario.
-El 13 de enero de 1959 el líder de la revolución declaró a la prensa: No he sido nunca ni soy comunista. Si lo fuese, tendría valor suficiente para proclamarlo.
-La Ley de Reforma Integral de la Enseñanza, de diciembre de 1959, declaró al Estado como único organismo con capacidad legal para crear centros de enseñanza, extinguió las escuelas de patronato fundadas por instituciones privadas y prohibió la creación de nuevos centros docentes por este sistema.
-Los medios de prensa de la Iglesia católica fueron clausurados en 1960 y el 16 de diciembre de ese año, Fidel Castro pronunció un discurso en la Universidad de La Habana contra la jerarquía católica.
-En 1961, antes del desembarco por Playa Girón, las instalaciones de las organizaciones católicas fueron ocupadas, figuras del clero detenidas y los sacerdotes extranjeros, junto a algunos cubanos fueron obligados a salir del país, como ocurrió con el rector de las Escuelas Pías de la Víbora, Antonio María Entralgo.
-El 16 de abril de 1961, en medio de los ánimos exaltados por el bombardeo aéreo del día anterior –sin mediar una consulta nacional–, el líder de la Revolución expresó: Eso es lo que no pueden perdonarnos, que estemos ahí en sus narices ¡y que hayamos hecho una revolución socialista en las propias narices de los Estados Unidos! Es decir, se declaró el carácter socialista de la Revolución.
La Nacionalización General y Gratuita de la Enseñanza
Lo primero es la no correspondencia del título con el contenido de la Ley. No hubo nacionalización, sino intervención, pues la enseñanza en Cuba no era extranjera.
Entre los por cuantos de la Ley se argumenta que la supresión de la educación privada y el traspaso de sus establecimientos y bienes a propiedad del Estado se realizan porque en muchos centros de enseñanza se explotaba a los que en ellos trabajaban como maestros y empleados; porque esos centros privados, especialmente los operados por órdenes religiosas católicas, venían realizando una activa labor de propaganda contrarrevolucionaria; que dichos centros favorecían la división de clases y fomentaban el privilegio; y porque la Revolución cubana estaba empeñada en poner todos los medios de la educación y la cultura al servicio de todos los niños y jóvenes cubanos, sin distinción ni privilegio. Por tanto, la Ley declaró pública la exclusividad del Estado para ejercer dicha función y el derecho de apropiarse de los bienes, derechos y acciones pertenecientes a los citados centros.
No era cierto que para extender la enseñanza gratuita y obligatoria hasta el noveno grado y llevarla hasta las zonas más apartadas del país se requería eliminar la escuela privada, más bien se necesitaba de su existencia como complemento de la escuela pública en ese propósito.
Un ejemplo del papel desempeñado por la enseñanza privada fueron las Escuelas Pías, cuyo lema era “Piedad y Letras”. En ellas, como en el resto de los establecimientos docentes religiosos, se aplicaba el Programa Oficial de Enseñanza de la República; mientras a la instrucción religiosa dedicaban dos horas semanales: en la primaria al catecismo y en la secundaria, comercio y bachillerato, a la teología. Los libros de texto empleados por estas escuelas eran los mismos de la Educación Oficial. Se enseñaba y respetaba la historia nacional, las fechas patrias se celebraban solemnemente, lo que coadyuvaba a la formación de ciudadanos comprometidos con su nación, no con una ideología, un gobierno o un partido político.
Los resultados
Desaparecida la enseñanza privada, el derecho natural a disentir fue calificado como propaganda contrarrevolucionaria; la división de clases y el fomento del privilegio regresaron con la red de repasadores privados, a la que no pueden acceder los estudiantes procedentes de las familias de bajos ingresos; y el propósito de poner los medios de la educación y la cultura al servicio de todos, terminó con la Universidad para los revolucionarios. Todo lo cual ha generado un daño antropológico de incalculables consecuencias.
Separados por más seis décadas de la “nacionalización” de la Enseñanza, el propósito de educar e instruir desde la ética y no al servicio de un poder, de una ideología o de un partido –ideales presentes desde el padre Félix Varela hasta Enrique José Varona– continúan siendo una asignatura pendiente en Cuba.
Con la clausura de la escuela privada, la sustitución de la educación por la instrucción y la subordinación a una ideología, el civismo se esfumó y el concepto de ciudadano desapareció: un atentado contra la cultura y contra la identidad nacional, entendidas a partir de la definición de Jorge Mañach como el cultivo de lo humano en el hombre[1] y por José Ortega Y Gasset como sistema vital de las ideas en cada tiempo[2].
la Ley de nacionalización, a diferencia de lo expuesto en el programa del Moncada –por el que lucharon y murieron profesores y estudiantes, incluyendo los que se formaron en las escuelas privadas y religiosas– marcó un giro de 180 grados al eliminar las escuelas privadas y establecer una educación monopolizada por el Estado.
El sistema educacional convertido en baluarte del modelo totalitario, en 1975 se plasmó en la Plataforma Programática del Partido Comunista de Cuba, en la cual la política educacional quedó signada por la concepción marxista-leninista y por los principios ideológicos y morales del comunismo.
De esa forma la revolución, un hecho temporal cuya duración termina cuando la misma se institucionaliza, en Cuba asumió carácter permanente. Los que arribaron al poder por las armas, sin legitimarse por las urnas, se atribuyeron la potestad de decidir por un pueblo desposeído de libertades y de los derechos a poseer propiedades y a la resistencia contra esa imposición.
Dos de los daños ocasionados por la subordinación de la enseñanza al control absoluto del Estado han sido: 1- la conversión del cubano en masa subordinada al poder del Partido-Estado-Gobierno; 2- la expulsión de la enseñanza de los que, por su formación democrática y principios sólidos no se sometieron, fueron reprimidos y/o obligados a abandonar su patria, como se puede comprobar consultando los informes mensuales del Observatorio de Libertad Académica (OLA).
En orden, la próxima entrega estará dedicada a la desaparición de la autonomía universitaria en Cuba.
La Habana, 11 de junio de 2022
[1]Jorge Mañach: “Propósitos y métodos”, en Universidad de Aire (conferencias y cursos), La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2001, p.15.
[2]José Ortega y Gasset: Misión de la Universidad y otros ensayos afines, Madrid, Clásicos del siglo XXI, 2002, p.17. En ambas citas la cursiva es mía.
- Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
- Reside en La Habana desde 1967.
- Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
- Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
- Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
- Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
- Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).