- “No hay más que una desgracia, y es separarse de Dios, por lo cual son felices todos los justos, y desgraciados los perversos.”
- Pbro. Félix Varela.
Hemos iniciado un Nuevo Año lleno de esperanzas y de nuevos proyectos a realizar a corto o a largo plazo, según la capacidad de cada uno de nosotros para logar las metas en acciones concretas en nuestras vidas.
Resulta, que una y mil veces más, tenemos los hombres y mujeres de bien, en conciencia y libertad el deber de alzar la voz de la justicia y de exigir la práctica de los Derechos a tener Derechos para nuestros desangrados y moribundos hermanos cubanos, que ya no sueñan, ni esperan nada, porque se les hace imposible debido a las precarias situaciones de sus miserables vidas.
La verdad no debe maquillarse ni silenciarse a fin de que gocen unos pocos con el poder excesivo y dictatorial y otros vivan explotados en todos los sentidos de la palabra, como se encuentran durante 65 largos años recién cumplidos el pueblo cubano de a pie.
El alma de la Nación sufre y se encuentra agonizando cada día más y más, sin posibilidad aparente de encontrar un paliativo o curación inmediata. Y para colmo el gobierno fallido, sus octogenarios revolucionarios y títeres de cordel le aplican una muerte asistida de hambre, miseria, decadencias y tristezas en una resistencia de tripas y de congelados ríos de Derechos Humanos y niveles desajustados de sangre inocente en las cárceles.
Lo que nos va quedando de dignidad y de decoro es importante defenderlo y protegerlo de los demagogos del sistema anacrónico y siniestro del resistir y morir. Ya es hora de despertar la conciencia cívica y reflexiva en busca de rescatar la libertad robada y de engrandecer la dignidad pisoteada. Creo firmemente en el espíritu de hidalguía de los hijos de la tierra de aquellos grandes próceres como: Padre Varela, Maceo, Ignacio Agramonte, Céspedes, José de la Luz y Caballero y Martí. Que soñaron, vivieron y cumplieron el proyecto de una Cuba para todos y el bien de todos.
Nos merecemos una vida digna, feliz y plena de ser vivida cada día, sin temor a ser secuestrada o mancillada por viles hombres, que contentándose en el mal asesinan el espíritu de toda una generación.
Cuba es el pueblo que tropieza con la muerte y el terror y ya quiere levantarse a una Esperanza cierta en libertad plena. Virgen de la Caridad, que se adelante la hora de nuestra liberación, Madre, sé la Esperanza de tus hijos, y permite que la Casa Cuba renazca, brille y la podamos contemplar orgullosos nuevamente.
- Juan Lázaro Vélez González (Pinar del Río, 1986).
- Cursó estudios humanísticos, filosóficos y teológicos durante
- ocho años en el Colegio Seminario de San Carlos y San
- Ambrosio en La Habana.
- Reside en Miami.