La memoria histórica Reflexiones a propósito de mi participación en el VII encuentro del Itinerario de Pensamiento del CEC.

El 30 de diciembre de 1978 fui invitado a un acto político cultural en el Gran Teatro de Hanoi, Viet Nam. El motivo, la cercanía del 1 de enero. Asistimos todos los cubanos que, en ese momento, estábamos en Hanoi. Al llegar nos indicaron una escalera hacia un piso superior, en lo alto de la que nos esperaban un traductor de español y un alto oficial vietnamita a quien no conocía y que, con gran efusividad, nos dio la mano uno por uno y algunas palmadas en el hombro. Acababa de conocer a uno de los militares más famosos de la historia, fundador del Ejército de Liberación de Viet Nam en los años treinta, Vo Nguyen Giap, el llamado “Tigre de Diem Bien Phu” y, en ese entonces, ministro de Defensa de Viet Nam. Conocía de sus glorias militares, pero lo que no conocía era su formación. Para eso tuve que esperar casi veinte años, hasta que cayó en mis manos el libro de la periodista italo-norteamericana Oriana Fallaci (De derecha franca) (1), que le preguntó que cómo un simple maestro de historia se había convertido en el general más prestigioso del siglo XX y Giap respondió que, precisamente, por ser un simple maestro de historia había podido dirigir y vencer en las guerras en que participó.

Y es cierto, basó sus exitosas campañas militares en acontecimientos históricos previos.

Se ha dicho muchas veces que quien no conoce su historia se ve condenado a repetirla una y otra vez.
Esa es la importancia de la historia, aprender de ella, no repetir mecánicamente hechos y acontecimientos históricos.
Pero hay más de una forma de ver y describir el mismo hecho histórico, dependiendo de la posición del que describe y, hay una historia oficial, que no siempre es cierta.

Si los alemanes hubiesen ganado la segunda guerra mundial ¿Qué pensaríamos de Hitler ahora?
¿Quién fue Stalin? ¿El héroe que dirigió exitosamente la defensa contra las hordas fascistas? O ¿el dictador que destruyó el Ejército Rojo mandando a sus mejores oficiales para los campos de concentración de Siberia y que por su petulancia y autosuficiencia permitió la penetración de los alemanes hasta el interior del territorio soviético? ¿Y que pactó con los nazis la ocupación de Polonia? O las dos cosas.

En Cuba nos contaron la historia de los oficiales refugiados en el hotel Nacional en 1933 desde el punto de vista de los vencedores (dos versiones: la de los batistianos y la de los antibatistianos) y, cuando leí las memorias del Dr. Horacio Ferrer, coronel mambí, ministro de Defensa del gobierno de Carlos Manuel de Céspedes (hijo) y protagonista de los hechos, es otra versión distinta. ¿Cuál es la real?

Creo que una mezcla de las tres.

Todo esto obliga, si queremos conocer la verdad, a escuchar todas las versiones y tratar de que los hechos narrados sean objetivos y veraces.

Esa es la función de la “Memoria Histórica”: Recopilar todas las versiones de la historia reciente, coincidentes o no, oficiales o particulares, pero todas. La reunión de todas estas visiones nos permite buscar puntos comunes y contradictorios y conocer así el desarrollo histórico de una nación en un periodo determinado.

La verdad histórica está compuesta de esas pequeñas visiones de todos los que, de una forma u otra, fueron partícipes o testigos de un acontecimiento histórico cualquiera.

Concepto de Memoria Histórica: “Esfuerzo consciente de los grupos humanos por encontrar su pasado, sea este real o imaginado, valorándolo y tratándolo con especial respeto” (2).

Todas las memorias históricas individuales (personales o documentadas) son válidas, todas son idóneas y, la armonización de todas ellas constituye la memoria colectiva. La tarea de la historia es registrar los hechos, no interpretarlos, eso es tarea de los historiadores.

Una memoria individual puede, de hecho, lo hace, contradecir otras, desvirtuar lo que otros cuentan, divergir de otras historias, en todos o parte de los hechos narrados. Creo que todas las memorias individuales son válidas porque reflejan diferentes ángulos de un mismo fenómeno y… ninguno es la velocidad de la luz.

¿Por qué es necesaria la memoria histórica?

– Unificar las memorias individuales en una memoria colectiva, contradictoria y antagónica, como es la vida y como somos los seres humanos.
– A partir de fragmentos, intentar recuperar la realidad de los hechos pasados.
– Compensar a las víctimas de regímenes dictatoriales.
– Aplicar justicia a los que la violaron.
– Facilitar el perdón y la reconciliación, no el olvido.
– Recuperar el pasado para no repetir los errores cometidos.

En cuanto a la unidad en la diversidad de los testimonios, si estos son sinceros y no tergiversados, tendrán muchos puntos en común, por eso, como en un rompecabezas, todos los fragmentos deben encajar y, si algo no lo hace no debe eliminarse, sino conservarlo para encajar primero los demás fragmentos, sin olvidar que ese testimonio único, puede ser la verdad que explique algunos hechos.

Aplicar la justicia a víctimas y victimarios es muy importante, pero debe ser una justicia razonablemente equilibrada, moderada y dirigida a la compensación y la reconciliación, no a la venganza.

Martí, en carta a Gonzalo de Quesada, el 19 de febrero de 1895, decía: “vallas a la picardía y magnífico silencio a los pícaros. Y a los arrepentidos, paz lenta y decorosa, ni la arrogancia del vencedor ni la confianza indebida en justicia y prudencia. Por la piedad inmoderada suele entrar, en los hombres y en los pueblos, la desdicha” (3).

Es decir, recomienda, para cuando Cuba sea libre, cercar a los hechos injustos y castigar a los que los cometieron, con los arrepentidos, ser benévolos, pero de forma lenta, es decir, aplicándoles las medidas necesarias y permitiendo una reincorporación gradual y paulatina a la sociedad, no un “borrón y cuenta nueva”, porque esa sería la puerta para la repetición de hechos injustos contra los demás.

Como ven, la memoria histórica lleva de la mano a la justicia transicional, por lo que es definida por los juristas como “Reconocimiento de situaciones jurídicas o derechos, derivados de hechos históricos desconsiderados durante un régimen dictatorial” (4).

Y, hablando de transición, el Diccionario de la Real Academia española, lo define en su primera acepción como: “Acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto” (5). O sea, al contrario de lo que muchos piensan, la transición no es siempre de una dictadura a una democracia, puede ser a la inversa. Pero los actos injustos son mucho más frecuentes en las dictaduras (no exclusivos de ellas) y, la justicia transicional es la que se aplica en una transición para dar solución a situaciones jurídicas o hechos que no fueron considerados injustos en el estado anterior y sí lo son en aquel para el que se transita. La justicia transicional tiene efecto retroactivo y esto es muy importante porque repara injusticias cometidas y no consideradas injustas en el sistema anterior. Por ejemplo, las detenciones arbitrarias, condenas excesivas, golpes a detenidos o represión a opositores pueden ser considerados “justos” por un sistema político y “crímenes” por el sistema hacia el que se transita. Por lo general la medida para analizar estas situaciones es lo que se considera por la mayoría de los países como justo o no.

En toda transición hay quien justifica sus actos, pero también hay quien exagera los daños recibidos y ahí la memoria histórica tiene la tarea de establecer la verdad.

La memoria histórica, por tanto, debe recopilar los recuerdos de los participantes y observadores en hechos o situaciones históricas recientes o relativamente recientes, debe aceptar todos los testimonios y todos los documentos referentes a esos hechos o situaciones, aceptar que todo lo testimoniado puede ser toda la verdad, parte de la verdad o, hasta tergiversación de la verdad, pero todo debe agruparse y considerarse parte de la memoria colectiva, hasta que consiga establecerse la veracidad de los hechos.

Recuperar las memorias de los testigos y participantes de hechos históricos es vital para conocer la realidad, no olvidemos que la historia oficial la escriben los que ganan, por tanto, cuentan solo su visión, pero esta historia merece reescribirse, sin tergiversaciones, sin rencores, sin triunfalismo ni victimismo, pero reflejando la realidad vista desde todos los ángulos posibles, para procurar un enfoque común que permita no recaer en los errores ya cometidos porque entonces, no valió la pena la transición.

Referencias
• Fallaci, Oriana. Entrevista con la historia. Entrevista a Vo Nguyen Giappp.
• Revista Digital Sociedad de la Información http://www.sociedadelainformacion.com, www.sociedadelainformacion.com Nº 19 – Febrero 2010. La memoria histórica. Pedro Luis Díaz Ruiz.
• Martí, José, Obras completas, tomo 4, p. 65.
• Diccionario panhispánico de español jurídico.dpej.rae.es.
• Diccionario de la Real Academia de la lengua española.

 


Por Antonio Manuel Padovani Cantón

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