EDITORIAL 39: LA LEY DE INVERSIÓN EXTRANJERA DE CUBA: UN PALO NO HACE MONTE

La anterior Ley de Inversión Extranjera de Cuba data de 1995, que fue aprobada en pleno “período especial” como una de las “medidas” para intentar salir de la crisis provocada por la desaparición de la URSS, de cuyo subsidio sobrevivió la economía cubana durante más de 30 años. Aquella entonces “nueva” ley fracasó porque no era nueva en su esencia, porque excluía a los cubanos de la Isla y de la Diáspora, porque fue considerada como una emergencia reversible y porque la desconfianza en el modelo en el que se insertaba inhibió a la mayoría de los inversionistas extranjeros que hubieran podido tener un impacto significativo en la expirante economía cubana de entonces.

Casi veinte años después, ante la misma crisis de dependencia y subsidio, pero esta vez de la decadente economía de Venezuela que ha sido la “nueva URSS” para Cuba, es aprobada en Sesión Extraordinaria de la Asamblea Nacional, porque la urgencia no espera, una considerada nueva Ley de Inversión Extranjera. La necesidad política siempre supera a la inmovilista voluntad de no-cambio.

El mismo Ministro de Comercio Exterior y de la Inversión Extranjera, en su presentación e intervenciones en la Asamblea de fines de marzo de 2014, presentó la Ley destacando ventajas y “obstáculos”. Las ventajas son como si los obstáculos no existieran y como si Cuba fuera un país normal con división de poderes del Estado, independencia del Poder Judicial y un marco legal general que ofreciera garantías a los inversionistas sea cual fuere la opción política de los dirigentes del País.

Los obstáculos señalados por el Ministro de Inversión Extranjera, Sr. Rodrigo Malmierca, en plena Asamblea legislativa publicados en Granma de 31 de marzo de 2014 fueron, en este orden y cito:

  • “El Bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de Estados Unidos;
  • La situación de endeudamiento externo;
  • Los errores cometidos en el pasado en esta actividad; y
  • Las restricciones provocadas por la escasez de divisas.”

Como se puede apreciar, solo el primer obstáculo depende de una ley foránea. Los otros tres dependen de la grave crisis económica cubana producto del voluntarismo político que invade transversalmente con su injerencismo todo el modelo cubano. Estos tres obstáculos reconocidos por el Ministro especifican y enumeran solo tres de las consecuencias de la clave de la cuestión: El modelo económico cubano no funciona.

Un solo palo no hace monte

El viejo refrán popular cubano refleja cristalinamente la evaluación que deseamos hacer sobre la “nueva” Ley de Inversión Extranjera de Cuba.

En efecto, si el modelo económico cubano no funciona por su esencia centralizada y paternalista, por la sistemática violación de las leyes del mercado, por voluntarismos y bloqueos políticos, por las trabas  para empoderar a sus ciudadanos y por la resistencia a insertarse en los mecanismos de la economía global, entonces una sola ley, suponiendo incluso que sea mejor que la aprobada recientemente, no podrá lograr “formar el monte” del entramado de mecanismos, estímulos, eficiencia y seguridad que hacen que el Índice de Confianza-País crezca hasta que el capital, tan necesario como extranjero, se decida a arriesgar en el “experimento cubano” que dice ser socialista… pero quiere aplicar medidas capitalistas, que dice quererse abrir… pero bloquea todo lo que sea liberar las fuerzas productivas de sus ciudadanos, que dice que quiere cambiar todo lo que tenga que ser cambiado… pero no tanto.

Aquí se ha confundido la prudente y deseada gradualidad con el amago capitalista que esconde el rigor mortis de un modelo fracasado en todos los lugares y en todas las épocas. Es el modelo que hasta Marx criticaba: aquel que no libera las fuerzas productivas pero más aún, que invierte el esquema y pone como decisivas las relaciones de producción por encima de lo verdaderamente transformador. O lo que vale decir: bloquea los mecanismos naturales del mercado con “lineamientos” políticos, solamente aprobados por un partido, y que en realidad equivalen a las férreas líneas políticas que como varillas de un corsé asfixian la iniciativa y la creatividad de los cubanos emprendedores.

El corsé de los propios Lineamientos y de la actual Constitución

Sobre la Constitución de la República de Cuba solo podríamos mencionar el prehistórico artículo 5 en que se define a un único partido como la fuerza superior de la sociedad y del Estado, pero no vamos a detenernos en ello, pues el propio mandatario cubano ha expresado que solo sería reformada al final del proceso de reformas porque no se podía estar cambiando todos los días la Constitución. Es decir, se da por sentado que las actuales reformas preceden en su aplicación a las reformas constitucionales que las autorizarían y avalarían. Con eso basta para comprender cuál es el papel de la Constitución y cuál la escala de valores del cambiante marco jurídico a priori de la reforma de la Carta Magna. El mundo al revés. La ley del experimento por encima de la ley de leyes.

En cuanto a los Lineamientos Económicos y Sociales aprobados por el VI Congreso del único partido legalizado, concebidos para orientar las reformas, llevan en sí mismos las trancas entre las ruedas del proceso de cambios cubanos. Los cinco primeros Lineamientos no han tenido suficiente análisis, ni repercusión internacional acerca de su alcance y bloqueo de todos los demás.

Deseo mencionar solo dos lineamientos que convierten las reformas cubanas en el desarrollo de una “economía de timbiriche”, y mantener el control centralizado y el poder político.

El Lineamiento No. 2 establece que el modelo económico es y seguirá siendo estatal, centralizado y socialista al estilo del “socialismo real”.

El Lineamiento No. 3 establece que “en las nuevas formas de gestión no estatales no se permitirá la concentración de la propiedad en personas jurídicas o naturales”. Esto equivale a decir el control del Estado sobre cualquier tipo de propiedad. De hecho, ya se está aplicando en la llamada “nueva” Ley de Inversión Extranjera que autoriza a las cooperativas “no-estatales”, lo que significa en los eufemismos reformistas propiedad privada, a participar con inversionistas extranjeros, pero para evitar la acumulación de la propiedad se establece la intervención del Estado cubano como tercera parte.

Y así están redactados otros lineamientos. Casi siempre con dos sintagmas disyuntivos: uno que cambia y el otro que frena. Este experimento económico no solo es contradictorio sino ineficaz e insostenible, los seis últimos años en la economía cubana lo demuestran.

Algunas propuestas para un modelo económico abierto, eficiente, próspero y sostenible

Para que una economía sea economía, nunca mejor la redundancia, se necesita un conjunto de reformas sinérgicas. Como a veces ocurre en medicina, los mismos medicamentos por separado no curan como varios de ellos en conjunto.

Ese sinergismo económico no se logra experimentando en el engendro de un Frankenstein que intente injertar el peor rostro del capitalismo con el peor del socialismo, lo más riguroso de las medidas de ajuste del gasto público con la falta de verdadero sindicalismo y otros espacios y mecanismos de defensa de los derechos de los trabajadores.

La sinergia eficiente, próspera y sostenible debe tener en cuenta, por lo menos, estas tres leyes y un marco jurídico general:

  1. Ley de la Propiedad: para reconocer y defender todos los tipos de propiedad, sin bloqueo del Estado.
  2. Ley de Empresas: para garantizar la libertad de empresas y de empleadores.
  3. Ley de Inversiones: para estimular y defender la inversión tanto de cubanos como extranjeros.

Que se reforme la Constitución o se redacte una nueva, y que se redacten o reformen profundamente las Leyes de procedimiento penal, civil y administrativo, para garantizar, defender y arbitrar los litigios que surjan de la aplicación o violación de estas y otras leyes sin intervención o prebendas para el gobierno.

Es, por lo menos contradictorio, que de estas tres se apruebe en primera instancia la última, que es, precisamente, la que beneficia al extranjero y discrimina a los cubanos que viven en la Isla. Como podrá apreciar el lector, estas propuestas cambian la esencia del modelo actual que la vida, la experiencia y las declaraciones del propio gobierno reconocen como ineficientes y que “no funcionan ni para nosotros mismos”.

Y que, con estas propuestas, cambie también la semántica:

La propiedad privada no debe ser llamada “no-estatal”. Nada se define por lo que no es.

– Los empresarios no deben ser llamados “cuentapropistas”. Son emprendedores y el sector productivo.

– Inversionista no debe ser identificado con extranjero. La ley no debe ser llamada “Ley de Inversión Extranjera”.

– Las zonas francas o de desarrollo mercantil no deben ser llamadas “Zona de desarrollo especial”.

– El estanco del comercio exterior no debe ser llamado “prerrogativa exclusiva del Estado cubano”.

– Al Estado como “único empleador” no debe llamársele “Bolsa de empleo”.

En resumen, un análisis holístico de la Ley de Inversión Extranjera, nos lleva como el hilo de Ariadna a los cambios económicos estructurales y modélicos que además de traer la prosperidad sustentable a los cubanos, puedan insertar a Cuba en los sistemas globales de la economía mundial.

Pinar del Río, 20 de mayo de 2014
112º aniversario de la República de Cuba
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