Para los cubanos y cubanas que no nos movemos en esferas claves de la infraestructura estatal, el acceso a la Internet es casi como navegar en la nave espacial del capitán Kirk en el serial Viaje a las Estrellas y tener una antena parabólica constituye una pesadilla tan brutal como la de la protagonista del filme El exorcista, pues ambos servicios están prohibidos o seriamente restringidos, aunque esto no es así para todos.
Por Juan Carlos Fernández
Cada vez que hay un evento deportivo me siento frente al televisor en mi casa de Pinar del Río y observo, no sin cierta admiración y desconcierto cómo los comentaristas nacionales describen las incidencias de los partidos, unos desde La Habana: Reinier, Rodolfo, Sergio, etc., otros narran los acontecimientos in situ: México, primera ronda, San Diego, California, segunda ronda: Héctor y Modesto. Cada uno de ellos ofrece detalles de los jugadores contrarios al equipo cubano, todos profesionales y una gran parte de ellos militando en las Grandes Ligas de los Estados Unidos.
Tengo que decir que cada una de las noches en las que me senté a mirar estos juegos quedé estupefacto por la cantidad de comentarios que todos nuestros narradores deportivos hacían de cada jugador, fuera este venezolano, mexicano, norteamericano, dominicano, etc… Tenían a mano los más mínimos datos estadísticos de sus carreras.
Cada uno de los días que, por ejemplo, duró el II Clásico de Beisbol, Rodolfo González gozaba con su computadora portátil conectada a Internet ofreciendo a los televidentes de la Isla hasta el último evento tras las bambalinas relacionado con este gran acontecimiento deportivo y hasta nos hizo una invitación a que visitáramos la página oficial del clásico para ver las nóminas completas de todos los equipos.
Por su parte, Héctor nos comentaba que le encantaba ver jugar al receptor regular del equipo norteamericano y nos relataba episodios de la carrera de este jugador y de otros muchos, además de estar al día, mucho más, que las estadísticas que ponían en pantalla cada vez que un jugador entraba al terreno, en fin, demostró que es un seguidor ferviente de pelota profesional, especialmente la norteamericana.
Lo mismo ocurre con Reinier, comentarista por excelencia del fútbol, que opino es muy bueno, cada sábado muchos esperamos el programa Gol que transmite Tele- Rebelde. En el programa de marras, Reinier nos da una soberana lección de los perfiles de los diferentes jugadores, de las principales Ligas de Europa, de la Champions League, de la Copa del Rey y hasta nos informa de las transacciones de jugadores que realizan los equipos, con su precio, por supuesto.
Hasta aquí todo es normal, si no fuera por este gran detalle: en nuestro país casi nadie tiene acceso a la Internet y ni hablar de la televisión por satélite, que está perseguida cual si fuera un vector perjudicial para la salud. No dudo que haya personas que afirmen que las restricciones a la Internet han bajado un poco, que desde cualquier hotel usted tiene el acceso, pero es bueno aclarar que resulta bastante caro para la magra economía de cualquier cubano, son $ 6.oo CUC la hora, que equivalen a medio mes de trabajo.
Si la persona vive en la capital, le será menos difícil acceder al servicio, pero, los que, como yo, viven en el interior no contamos con él. Por ejemplo, en la provincia de Pinar del Rio, en el llamado tele punto de ETECSA este servicio está reservado exclusivamente a los extranjeros. Por ese motivo los que vivimos en la cola del caimán debemos trasladarnos inexorablemente a La Habana. Agréguele a los $ 6.oo CUC de la hora otros $ 66.oo MN (2.75 CUC) de pasaje en la Yutong y además, los gastos de alimentación, que como mínimo (una pizza y un refresco) podrían ser $11.oo MN. Cuando sumamos todo esto nos damos cuenta que necesitamos más de un mes de trabajo para conectarnos en la Red de Redes. Esto en plena era digital.
Por otro lado, innumerables voces, dentro y fuera del país, reclaman el derecho de todos a la libertad de información y el pleno acceso a los medios de comunicación. Estos reclamos han llegado en ocasiones casi a la tragedia pues se ha puesto en peligro real la vida de alguno de los demandantes, recuérdese el caso de Guillermo Fariñas, que casi muere de inanición por la huelga de hambre que llevó a cabo exigiendo que todos los cubanos tuviéramos acceso a la Internet. ¿Y cómo respondieron las más altas autoridades del país ante este justo reclamo?
Simplemente dijeron que había que ¨domar el potro de la Internet¨.
Todo esto constituye una grave violación de los derechos a los que debe tener acceso el pueblo cubano y debe ser reparada cuanto antes. Que nuestros comentaristas, en este caso, deportivos, hagan gala de sus relucientes laptops y de sus conexiones en la Red así como de la programación por satélite cuando esos servicios le están prácticamente vedados a casi la totalidad de los cubanos es una conducta ética y moralmente reprochable al igual que la de los altos dirigentes del país que restringen el acceso a Internet con argumentos que no tienen, a estas alturas, ninguna credibilidad, pues por un lado afirman que los cubanos somos un pueblo altamente instruido, cultural y políticamente, y por otra parte se contradicen al restringir y encarecer extremadamente este servicio y perseguir a todo el que posea una antena parabólica.
El tiempo de los muros y las barreras ya pasó, cada día que transcurre el mundo se torna más y más interdependiente, además la velocidad con que viajan las noticias hace que los receptores, o sea nosotros, las recibamos casi en tiempo real, aún con los obstáculos que se empeñan en levantar los que desean que sigamos viviendo aislados en todos los sentidos.
Por el simple hecho de ser humanos tenemos el derecho a investigar, confrontar, debatir, disentir, buscar la verdad por nosotros mismos, equivocarnos y volver a enfocarnos, en fin, a pensar con nuestra propia cabeza, utilizando para ello las herramientas que nosotros mismos nos hemos inventado, en este caso la Internet y la Parabólica son esas herramientas, que no son propiedad de Gobierno alguno, aunque algunos se empeñen en querer mostrárnoslas de esa manera.
Lo que he querido decir con todo esto es bien sencillo: Todos queremos y podemos estar tan bien informados como nuestros comentaristas deportivos.
Pero, ¿existe la voluntad política para facilitarlo, especialmente ahora que el presidente Obama ha ofrecido el acceso al cable de fibra óptica, que era la justificación que esgrimía el Estado cubano para no dar libre acceso a Internet?
Juan Carlos Fernández Hernández. (1965). Pinar del Rio.
Ex – Corresponsable de la Hermandad de Ayuda al Preso y sus Familiares de la Pastoral Penitenciaria.
Animador de la Sociedad Civil.