La importancia de la Historia

Portada del libro “El Cristianismo en la Historia: sus Luces y sus Sombras”.

Estos 60 números de Convivencia hacen historia. Son parte del acontecer que queda para la posteridad y una fuente de información para futuros historiadores sobre los hechos y la realidad de los tiempos en que vivimos.

La historia responde a los porqués de los hechos que han sucedido y al cómo han evolucionado hasta desembocar en los hechos que contemplamos y experimentamos hoy día. Por lo tanto, puede decirse que la historia es un resumen de la experiencia acumulada por la humanidad.

El historiador debe circunscribirse, como dijo Cicerón, a: «No atreverse a decir algo falso y no atreverse a no decir algo verdadero». Una frase que repitió León XIII ante la triste realidad de que la historia está llena de mentiras, en particular cuando se empantana en la especulación que implica juicios de valor sobre las religiones, sus creencias y doctrinas, pero también cuando el historiador pierde de vista su objetividad acuciado por el nacionalismo, el patriotismo o guiado por sus convicciones ideológicas.

J. Sheed señala en su notable obra titulada “Teología y Sensatez” la importancia que tiene la historia para sustentar los porqués de la fe cristiana y los cómos del desarrollo de la tradición, subrayando que: “Para conocer la Iglesia de Cristo no es suficiente analizar las frases en las que nuestro Señor manifiesta sus designios respecto a ella. Debemos estudiarla tal como es en la actualidad, según nos muestra la historia”.

La historia no admite especulación pero permite el análisis objetivo orientado a la comprensión de los hechos de conformidad con el contexto de la época en que sucedieron.  El estudio que sugiere F. J. Sheed puede resultar aterrador, al contemplar tantos episodios lamentables e injustificables que han ocurrido a lo largo de 20 siglos; o conmovedor, al repasar las persecuciones y las tribulaciones de los cristianos en todas las épocas.  Son las luces y las sombras de 20 siglos, pero con la satisfacción de saber y comprobar que la luz siempre disipa la oscuridad. Por tanto, no realizar este estudio nos condenaría a una total incomprensión de la profunda y maravillosa doctrina que nos legó Jesús, el Cristo. Y en ese estudio hay que contemplar objetivamente, no solo sus luces sino también sus sombras:

  1. Las luces, para descubrir la inspiración del Espíritu Santo a través de los siglos para que “las puertas del infierno no prevalezcan sobre ella” (Mt 16:18); es decir, sobre nuestra Iglesia”; y,
  2. Las sombras, para aprender las lecciones que nos provoquen -nos inspiren-, a realizar un acto de contrición redentor en el camino perpetuo hacia la santidad.

Pero la Iglesia de Cristo es una sola, de la que en siglos recientes han brotado incontables ramas, muchas de las cuales se han desgajado y se han alejado demasiado de la auténtica doctrina de Jesús. Pero el tronco no debe desentenderse de las ramas que siguen adosadas a él. Por eso es tan importante para todos nosotros que, en lugar de concentrarnos en una historia limitada a la Iglesia Católica o a alguna de las otras congregaciones procedentes de la Reforma, comprendamos que es indispensable que conozcamos una historia del Cristianismo en general, porque tenemos que entender los argumentos de los demás hermanos cristianos para poder reafirmar con conocimiento de causa nuestros propios argumentos…  para que nuestra fe tenga así una base suficientemente firme que nos permita abrir los brazos sin reservas a los demás.

Por eso tenemos que interesarnos en la historia, además de los textos sagrados, de modo que podamos conocer las respuestas que sirven de fundamento a nuestra fe con una firme base histórica sobre los acontecimientos que a través de los siglos han ido modelando:

  1. La Tradición, que es el cúmulo de las experiencias y los hechos que forman parte de los testimonios que desde Pentecostés sirven de cimiento a nuestra fe, y
  2. El Magisterio, que estudia esas experiencias y esos hechos para lograr una síntesis de comprensión de las Sagradas Escrituras y el porqué las veneramos como Palabra de Dios.

Estos son los propósitos y objetivos de “El Cristianismo en la Historia; sus Luces y sus Sombras”, una obra publicada recientemente a la que he dedicado ocho años de mi vida en su investigación y redacción y que Convivencia me ha pedido que comente en esta ocasión. Se trata de una obra relativamente breve, de 326 páginas, que destaca el paso del Cristianismo por la historia como la influencia más determinante en lo que llamamos Civilización Occidental.  Pero aún esa denominación resulta ya anacrónica porque hoy día se trata más bien de una Civilización Mundial, globalizada, donde el derecho natural se ha visto codificado en una Carta Internacional de Derechos Humanos, convertida en referente indispensable de una ética basada en principios judeocristianos en todos los rincones del globo.  Este libro se encarga de analizar esa influencia en los distintos acontecimientos históricos, destacando tanto sus luces como sus sombras proyectadas sobre notables episodios que son verdaderos hitos del acontecer de los últimos 20 siglos. Por eso en el acápite 10 del Capítulo XI señalo que: «Muchos historiadores y sociólogos reconocen la profunda raigambre cristiana en la civilización moderna y sus antecedentes judaicos. En las grandes civilizaciones de la historia las personas no habían tenido como individuos autoridad alguna para cuestionar el organismo social del que formaban parte hasta que surge el concepto de “la cristiandad” y se va extendiendo y perfeccionando en estructuras políticas, sociales, económicas y culturales que acaban por tener una identidad propia no confesional.»

No obstante, este paso por la historia es uno de los temas más controversiales y, lamentablemente, más tergiversados. Por tanto, este es un libro de historia, no un libro religioso, aunque el Cristianismo en sus numerosas manifestaciones está presente en un análisis crítico de los hechos en su paso por los últimos 20 siglos.

Esta obra abarca desde Pentecostés hasta el Papa Francisco, pero destacando los contrastes sombríos y esplendorosos que marcan en cada segmento de la historia sus luces y sus sombras y que, como señalo en la Introducción, alcanzan siempre una síntesis de salvación. Está redactado con el firme propósito de que no sea un tratado exhaustivo de historia, sino que analice la influencia de estas iglesias en los acontecimientos notables de cada siglo y que abarque con estudiada brevedad, pero con suficiente profundidad, todo el ámbito cristiano desde la perspectiva del acontecer universal, incluyendo sus “herejías” más importantes, pero con un enfoque específico en los contrastes históricos, para que sea, como señalo también en la Introducción, “una recopilación de numerosas fuentes de investigación que sirvan de referencia conveniente para encontrar algunos de los hitos más importantes que definen y dan pautas a los 20 siglos del cristianismo”, con el patente propósito, además, de que sea una obra atractiva y de fácil lectura.

Pero la intención de este artículo no es tanto la de promocionar el libro que he publicado como la de despertar la inquietud y el interés por la historia y la necesidad de que esté abierta a la investigación de los hechos y a su análisis con plena libertad de criterios, de modo que las tergiversaciones y especulaciones históricas queden al descubierto como groseras maquinaciones de quienes intentan fabricarla a su imagen y semejanza.

En las primeras páginas de la “Guerra del Peloponeso”, Tucídides escribe: “aquellos que quisieren saber la verdad de las cosas pasadas y por ellas juzgar y saber otras tales y semejantes que podrán suceder en adelante, hallarán útil y provechosa mi historia; porque mi intención no es componer farsa o comedia que dé placer por un rato, sino una historia provechosa que dure para siempre”.  Pudo haber añadido Tucídides, “y que no esté al servicio de los intereses particulares de los ambiciosos y malvados”, muy a propósito de su época y de todas las épocas, sobre todo la presente.

Para los creyentes en particular, que deseen profundizar en los fundamentos de su fe y en la interpretación de la doctrina que ha legado Jesús de Nazaret a la humanidad hay dos libros indispensables de referencia que no deben faltar al alcance de su mano:  1) Una buena Biblia comentada; y, 2) Un buen libro de historia del cristianismo. Para los no creyentes o miembros de otras religiones no cristianas, un buen libro de historia del Cristianismo es indispensable como un vehículo de acercamiento ecuménico que les permita comprender mejor los valores que predominan hoy día en la civilización moderna como consecuencia de la influencia judeocristiana.

La paz y la armonía en este mundo en que vivimos depende en gran medida de que nos comprendamos mejor, y la historia escrita con objetividad y respeto es un formidable instrumento para lograrlo. La senda de la fraternidad humana ha sido trazada. Pero «queda mucho camino por andar».

 


Gerardo E. Martínez-Solanas.
Economista graduado en The City University of New York.
35 años al servicio de las Naciones Unidas en distintas funciones profesionales.
Director del sitio www.democraciaparticipativa.net
Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC). Cuba.

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